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JOHN NO PODÍA HACER LA PETICIÓN DE MANO A NADIE, PERO NI A SABRINA NI A HANNAH LES HABÍA QUEDADO LA MENOR DUDA SOBRE LAS NOBLES INTENCIONES DE AQUEL HOMBRE. AMBAS MUJERES HABLARON LUEGO A SOLAS DURANTE HORAS, CASI COMO DOS HERMANAS, Y LA VIEJA INTERRUMPIÓ VARIAS VECES LA CONVERSACIÓN CON SUS ABRAZOS Y SUS SOLLOZOS. A JEREMIAH LE HABRÍA ENCANTADO VERLAS.
—YA HABÍA PERDIDO TODAS LAS ESPERANZAS DE QUE ESO PUDIERA SUCEDER, CHIQUILLA MÍA… JAMÁS CREÍ QUE LLEGARÍA A VER NUNCA ESTE DÍA.
—TAMPOCO YO —CONTESTÓ LA MUCHACHA CON UNA SONRISA DE FELICIDAD.
SIN EMBARGO, TODAVÍA SINTIÓ UN PEQUEÑO ESTREMECIMIENTO DE MIEDO. ESPERABA NO HABERSE EQUIVOCADO. NO HABÍA HECHO LO MÁS ADECUADO, PERO ERA UN PASO TAN IMPORTANTE…, Y TENÍA QUE DECIDIR AHORA TANTAS COSAS SOBRE SUS MINAS… EXISTÍA, POR SUPUESTO, LA POSIBILIDAD DE FUSIONAR LAS DOS COMPAÑÍAS, PERO LA JOVEN PREFERÍA NO HACERLO. QUERÍA MANTENER TODOS SUS NEGOCIOS SEPARADOS DE LOS DE JOHN HARTE. SE CASARÍA CON ÉL, PERO NO MEZCLARÍA SUS BIENES CON LOS DE SU MARIDO. EN CAMBIO, ENCONTRABA MUY ACERTADO EL ACUERDO DE QUE ÉL LLEVARA LA DIRECCIÓN DE LAS MINAS THURSTON, PUES ELLO LE PERMITIRÍA DEDICAR MÁS TIEMPO A SUS VIÑEDOS, COSA A QUE ASPIRABA DESDE HACÍA MUCHO TIEMPO.
—¿NO TE CREES CAPAZ DE QUEDARTE EN CASA PARA ENTREGARTE A LAS LABORES PROPIAS DE TU SEXO? —BROMEÓ JOHN UN DÍA, CUANDO SE HALLABAN SENTADOS EN EL PORCHE DE ELLA. ÉL HABÍA ESTADO ESPERANDO QUE SABRINA LLEGARA A LOMOS DE SU VIEJO CABALLO.
—¿DÓNDE VIVIREMOS? —LE PREGUNTÓ ELLA. HABÍA ESTADO PENSANDO EN ELLO. NO LE AGRADABA MUCHO LA PERSPECTIVA DE TENER QUE VIVIR EN LA CASA DONDE HABÍAN MUERTO LA ESPOSA Y LOS HIJOS DE JOHN Y DONDE ÉL HABÍA VIVIDO DURANTE MÁS DE DIEZ AÑOS CON LUNA DE PRIMAVERA. LA INDIA SE MARCHARÍA A DAKOTA DEL SUR AL CABO DE UNOS DÍAS, POR LO QUE SABRINA PENSÓ QUE ERA MEJOR NO VOLVER A MENCIONARLA.
NO QUERÍA PECAR DE INDELICADEZA. SIN EMBARGO, AÚN NO HABÍA DECIDIDO DÓNDE VIVIRÍAN, Y LA JOVEN NO ESTABA SEGURA DE QUE A JOHN LE GUSTARA VIVIR EN LA CASA DE SU ESPOSA.
—¿Y SI NOS QUEDÁRAMOS A VIVIR AQUÍ? —LE PREGUNTÓ AL FIN.
JOHN, DESPUÉS DE REFLEXIONAR UN MOMENTO, CONTESTÓ:
—YA SOY DEMASIADO VIEJO PARA IRME A VIVIR A LA CASA DE OTRO HOMBRE, SABRINA. TU CASA, SIEMPRE ME PARECERÍA LA CASA DE TU PADRE. —LA JOVEN ASINTIÓ CON LA CABEZA. ÉL TENÍA RAZÓN, PERO EL PROBLEMA QUEDABA EN PIE. JOHN LA MIRÓ, ENTONCES, CON LA SONRISA PROPIA DE UN MUCHACHO. A PESAR DE QUE TENÍA VEINTIOCHO AÑOS MÁS QUE SABRINA, A ÉSTA LE PARECÍA MUCHO MÁS JOVEN DE LO QUE ERA—. ¿Y SI NOS FUÉRAMOS A VIVIR A LA MANSIÓN THURSTON? CREO QUE SERÍA ESTUPENDO. ¿NO TE GUSTARÍA? —EN AQUEL MOMENTO, JOHN PARECÍA UN CHICO TRAVIESO. SABRINA SE ECHÓ A REÍR. LA CASA ERA SUYA, PERO NADIE HABÍA VIVIDO EN ELLA DESDE HACÍA MUCHO TIEMPO. SERÍA COMO IR A VIVIR A UN TERRENO NEUTRAL.
—SÍ, SERÍA ESTUPENDO. PERO… ¿Y LAS MINAS?; POR NO MENCIONAR LOS VIÑEDOS.
—CREO QUE PODRÍAMOS ARREGLARNOS. AL FIN Y AL CABO, NO TENDRÍAMOS POR QUÉ VIVIR SIEMPRE EN LA CIUDAD. SÍ, SERÁ UN BUEN CAMBIO PARA LOS DOS —SONRIÓ MALICIOSAMENTE—, TAN PRONTO COMO HAYA ORGANIZADO DE NUEVO TUS MINAS. SÓLO DIOS SABE LO MAL QUE DEBÍAS DE LLEVARLAS.
SABRINA HIZO COMO SI FUERA A DARLE UN BOFETÓN, Y ÉL RIÓ. JOHN YA HABÍA VISTO ALGUNOS DE LOS LIBROS DE CUENTAS DE LA MUCHACHA Y LE HABÍA SORPRENDIDO LO IMPECABLEMENTE QUE LLEVABA EL NEGOCIO. SE PREGUNTÓ CÓMO SE LAS HABÍA ARREGLADO SABRINA PARA APRENDER TANTO. INCLUSO DESPUÉS DE VEINTISIETE AÑOS DE DIRIGIR SU PROPIA MINA, PODÍA APRENDER ALGUNAS COSAS DE ELLA. HABÍA QUEDADO IMPRESIONADO DE VERDAD.
—EN REALIDAD, LO HAS LLEVADO TODO ESTUPENDAMENTE, PERO QUIERO DESCARGARTE PARA SIEMPRE DE ESE PESO. —SE INCLINÓ HACIA ADELANTE Y LE BESÓ LA MEJILLA, LE TOMÓ UNA MANO EN LA SUYA, MUCHO MÁS GRANDE, Y LA JOVEN SE APOYÓ EN ÉL EN EL AIRE DE LA NOCHE. SABRINA NUNCA SE HABÍA IMAGINADO QUE PUDIERA LLEGAR A ESTAR ENAMORADA DE AQUEL HOMBRE Y, SIN EMBARGO, LO MÁS INCREÍBLE HABÍA SUCEDIDO. EN AQUEL MOMENTO, TENÍA LA SENSACIÓN DE QUE HABÍA NACIDO PARA ÉL.
MÁS TARDE, DESPUÉS DE CENAR, SABRINA SACÓ A COLACIÓN EL TEMA DE DAN. ¿QUÉ PAPEL IBA A TENER EN LA NUEVA ORGANIZACIÓN?
—PRECISAMENTE HE ESTADO PENSANDO EN ELLO. —JOHN FRUNCIÓ EL ENTRECEJO—. NO PUEDO NEGAR EL HECHO DE QUE ESE HOMBRE ME ES DE GRAN UTILIDAD, PERO QUIERO MANTENERLO TAN LEJOS DE TU PERSONA COMO SEA POSIBLE.
—¿ES MUY IMPORTANTE PARA TI, JOHN?
—INFINITAMENTE MENOS QUE TÚ, AMOR MÍO.
ÉL BAJÓ LA MIRADA HACIA ELLA Y SE MARAVILLÓ DE LA INTENSIDAD DE LOS SENTIMIENTOS QUE SABRINA HABÍA DESPERTADO EN ÉL. TODO HABÍA SUCEDIDO TAN INESPERADAMENTE DESPUÉS DE TANTOS AÑOS… PERO LO CIERTO ERA QUE LA AMABA DE VERAS Y ASÍ SEGUIRÍA AMÁNDOLA MIENTRAS VIVIERA.
—LO DESPEDIRÉ —RESPONDIÓ JOHN.
—¿ESTÁS SEGURO DE QUERER HACERLO?
—SÍ. NO TENGO NECESIDAD DE EXPLICARLE POR QUÉ. AL FIN Y AL CABO, NO HA ESTADO MUCHO TIEMPO A MI SERVICIO. —HACÍA TRES AÑOS QUE SABRINA LE HABÍA DESPEDIDO, Y HABÍA TRABAJADO DURAMENTE PARA JOHN DESDE ENTONCES; PERO, AHORA, JOHN NO PODÍA MANTENERLO POR MÁS TIEMPO EN SU PUESTO—. LE COMUNICARÉ EL DESPIDO LA SEMANA QUE VIENE.
SABRINA LE MIRÓ CON EXPRESIÓN PREOCUPADA.
—SERÁ UN RUDO GOLPE PARA ÉL.
—SÍ, PERO HUBIERA DEBIDO PENSAR EN LAS CONSECUENCIAS DE SU COMPORTAMIENTO CUANDO TE HIZO PASAR AQUEL MAL RATO.
—Y LO CURIOSO DEL CASO ES QUE TODO EMPEZÓ CUANDO DAN SE EMPEÑÓ EN CONVENCERME DE QUE TE VENDIERA LAS MINAS. Y AHORA, EN VEZ DE ESO, VOY A CASARME CONTIGO. LO QUE DAN DESEÓ SIEMPRE FUE QUEDAR AL FRENTE DE LAS MINAS DE MI PADRE CUANDO FALLECIÓ…, Y SIN CONTAR CONMIGO, NATURALMENTE.
—YO TAMPOCO LE HE DADO NUNCA LA LIBERTAD DE ACCIÓN QUE ÉL QUERÍA. YA SABES CÓMO SOY. NO OBSTANTE, EMPIEZO A PENSAR QUE LLEVO DEMASIADO TIEMPO SIN APARTARME DE LA MINA Y RESOLVIENDO PERSONALMENTE TODOS SUS PROBLEMAS.
SABRINA LO COMPRENDÍA PERFECTAMENTE. PENSABA LO MISMO RESPECTO A SUS MINAS A PESAR DE QUE SÓLO HACÍA TRES AÑOS QUE CUIDABA DE ELLAS. CON TODO, RECONOCÍA QUE, ESTANDO ACOSTUMBRADA A HACERLO TODO ELLA MISMA Y A SU MANERA, NO LE SERÍA FÁCIL PASAR LAS RIENDAS A JOHN. PERO TAMBIÉN CONFIABA EN ÉL, Y SABÍA QUE, CON EL TIEMPO, SU CONFIANZA NO HARÍA MÁS QUE AUMENTAR. YA HABÍAN ACORDADO QUE, DURANTE LOS SEIS PRIMEROS MESES, SABRINA NO SE RETIRARÍA POR COMPLETO DEL NEGOCIO. DEDICARÍA DIARIAMENTE LAS HORAS NECESARIAS PARA ENSEÑARLE A JOHN LOS MÉTODOS QUE EMPLEABA Y PRESENTARLE A SUS HOMBRES. NO IBA A ABANDONARLO TODO DE GOLPE. NO PODÍA HACERLO. ENTRETANTO, JOHN EMPEZARÍA A ALTERNAR SU TRABAJO ENTRE LAS MINAS THURSTON Y LA SUYA. SABÍA QUE EL PLAN DARÍA RESULTADO, Y ASÍ MISMO LO AFIRMÓ.
—¿Y CUANDO TODO ESO ESTÉ EN MARCHA, QUERRÁS QUE VAYAMOS A VIVIR A LA MANSIÓN THURSTON?
SABRINA NO COMPRENDÍA CÓMO TENDRÍAN TIEMPO PARA DEJAR NAPA, AUNQUE FUERA POR CORTOS PERÍODOS DE TIEMPO, PERO JOHN INSISTIÓ EN QUE PODRÍAN HACERLO. Y CUANDO ÉL LA BESÓ AQUELLA NOCHE, AL DESPEDIRSE DE ELLA EN EL PORCHE, ESTABA SEGURA DE QUE JOHN ERA CAPAZ DE CONSEGUIRLO TODO.
SE TARDÓ MÁS DE UN MES EN REPARAR LOS DAÑOS CAUSADOS EN EL INCENDIO DE LA MINA DE HARTE. TODOS LOS HOMBRES TUVIERON QUE TRABAJAR HORAS SUPLEMENTARIAS, E INCLUSO LUNA DE PRIMAVERA TUVO QUE CAMBIAR SUS PLANES RETRASANDO ALGUNAS SEMANAS LA PARTIDA. DURANTE AQUEL TIEMPO, LA INDIA SE COMPORTÓ CON LA MAYOR DISCRECIÓN. PARECÍA ACEPTAR SU DESTINO, CONVENCIDA DE QUE SUS RELACIONES CON JOHN HARTE HABÍAN TERMINADO PARA SIEMPRE. NUNCA LE DIJO NADA A SABRINA CUANDO SE CRUZÓ CON ELLA; Y LA JOVEN NO LE DIO NUNCA LA MENOR MUESTRA DE HOSTILIDAD. AUN ASÍ, EXISTÍA CIERTA FASCINACIÓN ENTRE ELLAS, Y AMBAS HACÍAN LO POSIBLE POR IGNORARSE. PERO LA CUESTIÓN QUEDÓ DEFINITIVAMENTE RESUELTA CUANDO, UN DÍA, JOHN SE LLEVÓ A SABRINA DEL LUGAR DONDE ESTABA PRESTANDO AYUDA. LE CAUSABA UNA EXTRAORDINARIA INTRANQUILIDAD VERLAS CONSTANTEMENTE LA UNA CERCA DE LA OTRA.
—QUIERO QUE TE MANTENGAS LEJOS DE ELLA —LA REGAÑÓ JOHN.
SABRINA, AUNQUE SE RUBORIZÓ, LE RESPONDIÓ:
—PARECE BUENA CHICA. Y ES MUY HERMOSA… —Y TRAS UNA PAUSA AÑADIÓ—: CREO QUE MI PADRE TAMBIÉN TENÍA UNA…
ÉL SE SOBRESALTÓ AL OÍR AQUELLAS PALABRAS.
—¿TE LO DIJO ÉL MISMO?
SABRINA SE ECHÓ A REÍR Y MENEÓ LA CABEZA.
—NO. UNA VEZ INTENTÉ PREGUNTÁRSELO, PERO NO QUISO HABLAR DE ELLO. DIJO QUE ERA UN TEMA DE CONVERSACIÓN NO APTO PARA MÍ.
—HIZO LO QUE DEBÍA. —JOHN ENROJECIÓ Y DIJO QUE TAMPOCO ÉL QUERÍA HABLAR DE LUNA DE PRIMAVERA. COMO PARA CERRAR LA CUESTIÓN, AÑADIÓ—: TÚ ERES MUCHO MÁS HERMOSA QUE ELLA, PEQUEÑA.
—¿CÓMO ES POSIBLE QUE DIGAS SEMEJANTE COSA? ES LA MUJER MÁS BELLA QUE HAYA VISTO JAMÁS.
JOHN MOVIÓ NEGATIVAMENTE LA CABEZA Y SE LE ACERCÓ.
—NO, AMOR MÍO, LA MÁS HERMOSA ERES TÚ.
SABRINA ERA INCLUSO MÁS BELLA QUE LA PRIMERA ESPOSA DE JOHN. CON AQUEL PELO NEGRO Y AQUELLOS OJOS AZULES… Y CON AQUELLA EXPRESIÓN DE CÁNDIDO CARIÑO CON QUE LE ESTABA MIRANDO EN AQUEL INSTANTE…
UNO AL LADO DEL OTRO, ÉL CON SUS ANCHOS HOMBROS, SU PELO AÚN OSCURO, SUS BRILLANTES OJOS Y SU PRONUNCIADO MENTÓN, Y ELLA CON SU BELLEZA SIN ARTIFICIOS, FORMABAN MUY BUENA PAREJA. JOHN DIFÍCILMENTE PODÍA ESPERAR AL DÍA DE LA BODA. HABÍAN EMPEZADO A COMUNICAR EL COMPROMISO A SUS AMIGOS, Y HANNAH HABÍA ESPARCIDO LA NOTICIA POR TODO EL PUEBLO. CUANDO, POR FIN, EL ACONTECIMIENTO LLEGÓ A OÍDOS DE LOS OBREROS, A LOS DE ÉL PRIMERO Y A LOS DE ELLA DESPUÉS, NO SE HABLÓ DE OTRA COSA EN LAS MINAS, SOBRE TODO EN LAS MINAS THURSTON, DONDE SE PREGUNTABAN QUÉ CONSECUENCIAS TENDRÍA PARA ELLOS AQUEL ENLACE MATRIMONIAL. PERO HUBO TAMBIÉN OTRO HOMBRE QUE SE PREGUNTÓ LO MISMO CUANDO SE ENTERÓ DEL NOVIAZGO. Y NO TARDÓ EN SABER LO QUE LE RESERVABA EL DESTINO. TUVO UN VERDADERO ATAQUE DE IRA CUANDO HARTE LE DIJO QUE NO PODÍA CONTINUAR A SU SERVICIO. ÉSTE NO LE DIJO POR QUÉ LE DESPEDÍA, PERO PARA DAN RICHFIELD NO CABÍA LA MENOR DUDA SOBRE EL MOTIVO DE LA PÉRDIDA DE SU PUESTO. OTRA JUGADA DE SABRINA. PERO ESTA VEZ RECIBIRÍA SU MERECIDO. JOHN HARTE LE HABÍA CONCEDIDO UN PLAZO DE DOS SEMANAS PARA QUE SE REORGANIZARA, Y DAN SABÍA QUE TENDRÍA QUE DEJAR EL PUEBLO, PORQUE, POR AQUELLOS CONTORNOS, NO HABÍA OTRAS MINAS QUE LAS DE HARTE Y LAS DE SABRINA. HACÍA YA MUCHO TIEMPO QUE LAS MINAS DE PLATA DE NAPA HABÍAN QUEDADO AGOTADAS, COMO LO HABÍAN ESTADO EN TIEMPOS DE JEREMIAH. NO QUEDABA, PUES, POR ALLÍ NINGUNA MINA QUE NO ESTUVIERA CONTROLADA POR JOHN O SABRINA. DAN NO SABÍA ADÓNDE IR. TENÍA TREINTA Y SIETE AÑOS, Y NINGUNO DE SUS HIJOS PODÍA VALERSE POR SÍ MISMO. NO CREÍA PODER LLEVÁRSELOS A NINGUNA PARTE, POR LO QUE TENÍA EL PROYECTO DE DEJARLOS EN CASA DE ALGÚN AMIGO. PERO NO ERA EN SUS HIJOS EN LO QUE PENSABA AHORA, MIENTRAS IBA BEBIENDO DE BAR EN BAR Y CONTABA A LOS MINEROS LO QUE, SEGÚN ÉL, SE RUMOREABA:
—HACÍA TIEMPO QUE ESA MUJER DORMÍA CON ÉL… Y NO ME EXTRAÑARÍA QUE FORMARAN UN TRÍO CON LA CHICA INDIA QUE TIENE HARTE. QUE YO SEPA, NO TIENE TRAZAS DE MARCHARSE…
AL CABO DE UNA SEMANA, TODAS LAS MINAS BULLÍAN DE COMENTARIOS SOBRE LAS INDECENCIAS QUE DAN HABÍA ESPARCIDO.
AQUELLA INSIDIOSA LABOR NO HABÍA PASADO POR ALTO A JOHN HARTE. UN DÍA, AL VER SALIR A DAN DE LA MINA, LE AGARRÓ POR EL CUELLO DE LA CAMISA.
—SÉ QUE HA ESTADO MURMURANDO USTED SOBRE MI FUTURA ESPOSA.
SABRINA AÚN ESTABA SUMIDA EN SU TRABAJO; MÁS QUE DE COSTUMBRE, PORQUE IBA A CASARSE AL CABO DE DOS MESES Y DEBÍA DEJARLO TODO PREPARADO PARA PASARLE LAS RIENDAS A JOHN. ELLO CONTRIBUÍA A QUE, DURANTE AQUELLOS DÍAS, SE VIERAN MUY POCO.
DAN RICHFIELD, BORRACHO DE WHISKY, NO PARECIÓ ASUSTARSE ANTE EL GESTO DE HARTE, UN HOMBRE MUCHO MÁS FUERTE Y CORPULENTO QUE ÉL. CON INCREÍBLE DESCARO, DIJO:
—NO DEBE DE EXTRAÑARLE, SEÑOR HARTE. SIEMPRE ME HA TRATADO TAN MAL COMO HA PODIDO.
—NO ES ESO PRECISAMENTE LO QUE CREO.
—O LO QUE USTED QUIERE CREER.
EL ESTADO DE EMBRIAGUEZ EN QUE SE HALLABA DAN LE DABA UNA INAUDITA DESFACHATEZ. POR UN INSTANTE, JOHN DUDÓ SOBRE LO QUE DEBÍA HACER. LUEGO LE ESPETÓ:
—¡LÁRGUESE DE AQUÍ DE UNA VEZ! RECUERDE QUE SÓLO LE QUEDAN DOS DÍAS PARA MARCHARSE.
—DESCUIDE, ME ACUERDO MUY BIEN.
JOHN SE ALEGRABA DE HABERLE DESPEDIDO. HASTA ENTONCES, NO SE HABÍA DADO CUENTA DE LO MUCHO QUE BEBÍA AQUEL HOMBRE.
—¿ADÓNDE PIENSA IR?
—CREO QUE A TEXAS. TENGO ALLÍ A UN AMIGO, DUEÑO DE UN RANCHO Y ALGUNOS POZOS DE PETRÓLEO. SERÁ UN BUEN CAMBIO PARA MÍ, DESPUÉS DE HABERME PODRIDO TANTO TIEMPO EN ESAS ASQUEROSAS MINAS. —MIRÓ DESPECTIVAMENTE POR ENCIMA DEL HOMBRO EL LUGAR DONDE HABÍA TRABAJADO DURANTE MÁS DE TRES AÑOS.
—¿SE LLEVA A LOS NIÑOS? —RICHFIELD SE ENCOGIÓ DE HOMBROS, Y JOHN, PARA TERMINAR, LE DIJO CON FIRMEZA—: BIEN, EN CUALQUIER CASO, ASEGÚRESE DE QUE SE MARCHA A TIEMPO.
DAN CADA VEZ DETESTABA MÁS A AQUEL HOMBRE. JOHN SABÍA HASTA QUÉ PUNTO DAN ODIABA A SABRINA, Y QUERÍA PERDERLE DE VISTA LO ANTES POSIBLE. TENÍA AHORA MUCHO QUE HACER, POR LO QUE PRONTO DEJÓ DE PENSAR EN AQUEL DESDICHADO PARA IR A ABSORBERSE EN LOS PAPELES QUE LE ESPERABAN EN EL DESPACHO. AÚN LE QUEDABA MUCHO DE SU TRABAJO POR TERMINAR.
Y LO MISMO HIZO AQUELLA TARDE SABRINA EN LAS MINAS THURSTON HASTA CASI LAS SIETE DE LA TARDE. ENTONCES, SOBRESALTADA, MIRÓ SU RELOJ. LE HABÍA PROMETIDO A JOHN QUE IRÍA A CENAR CON ÉL. AÚN LE RESULTABA EXTRAÑO EL CAMBIO QUE HABÍA SUFRIDO SU VIDA. AHORA, SIEMPRE HABÍA ALGUIEN ESPERÁNDOLA AL FIN DE CADA JORNADA, ALGUIEN A QUIEN CONFIAR SUS PROBLEMAS, ALGUIEN CON QUIEN COMPARTIR SUS ÉXITOS, QUE LE ACARICIASE EL CUELLO, QUE LA BESARA Y LE CONTASE, A SU VEZ, LAS NOVEDADES DEL DÍA. NO COMPRENDÍA POR QUÉ SE HABÍA RESISTIDO POR TANTO TIEMPO A AQUELLA NUEVA FORMA DE VIDA. NI SIQUIERA HABÍA CREÍDO QUE LLEGASE A CASARSE ALGÚN DÍA, Y HABÍA REHUIDO ESPECIALMENTE A JOHN PORQUE CREÍA QUE SÓLO ANDABA DETRÁS DE SUS MINAS. PERO, AHORA, YA NADA TENÍA QUE TEMER AL RESPECTO. EL PLAN QUE ÉL LE HABÍA EXPUESTO SOBRE LA MANERA DE LLEVAR LOS NEGOCIOS DE AMBOS LE PARECÍA PERFECTO. ÉL DIRIGIRÍA LAS MINAS THURSTON, PERO ÉSTAS LE SEGUIRÍAN PERTENECIENDO A ELLA. JOHN NI SIQUIERA LE HABÍA SUGERIDO LA FUSIÓN DE TODAS LAS MINAS. SABÍA CUÁL ERA LA POSTURA DE SABRINA. QUIZÁ ALGÚN DÍA LA MUCHACHA CAMBIARÍA DE PARECER; PERO, ENTRETANTO, RESPETABA SU OPINIÓN, FUERA LA QUE FUESE. A ÉL SÓLO LE IMPORTABA SABRINA, Y ÉSTA LO SABÍA.
AQUEL ANOCHECER, MIENTRAS MONTABA EN SU CABALLO, SÓLO TENÍA A JOHN EN MENTE. CABALGÓ RÁPIDAMENTE A TRAVÉS DE LA CRECIENTE OSCURIDAD, TOMANDO LOS ATAJOS MÁS CORTOS DE ENTRE LOS MUCHOS QUE CONOCÍA. PASÓ VELOZMENTE POR DELANTE DE SU PROPIA CASA Y PRONTO SE HALLÓ CERCA DE LAS MINAS DE SU AMADO HARTE. PERO PRECISAMENTE CUANDO ACABABA DE DEJAR ATRÁS EL POZO PRINCIPAL, SU CABALLO PERDIÓ UNA HERRADURA.
¡MALDITA SEA!, SE DIJO. YA LLEVABA SUFICIENTE RETRASO Y, AHORA, POR AÑADIDURA, NO PODÍA SEGUIR ADELANTE CON EL CABALLO COJEANDO. TUVO QUE DESMONTAR. PRIMERO PENSÓ DEJARLO ATADO A UN ÁRBOL, PERO TEMIÓ QUE ALGUIEN PUDIERA ROBARLO, POR LO QUE OPTÓ POR LA SOLUCIÓN DE ANDAR CON ÉL EL RESTO DEL CAMINO HASTA LLEGAR A LA CASA DE JOHN Y ATARLO ALLÍ. PARA REGRESAR, ÉL PODRÍA LLEVARLA EN SU ELEGANTE AUTOMÓVIL O PRESTARLE UN CABALLO. LE GUSTABA IR EN COCHE AL LADO DE ÉL. LE GUSTABA TODO LO DE AQUELLA VIDA QUE YA HABÍAN EMPEZADO A COMPARTIR.
—¿NECESITAS QUE TE LLEVE A ALGUNA PARTE, NENA? —SABRINA SE ESTREMECIÓ AL OÍR UNA VOZ PROCEDENTE DE DETRÁS DE UN ÁRBOL. AL CABO DE UN INSTANTE, APARECIÓ DAN RICHFIELD, LIGERAMENTE BEBIDO Y CON LA LASCIVIA REFLEJADA EN LA MIRADA—. ¿O ACASO QUIERES QUE TE LLEVE EL CABALLO A CUESTAS?
AQUELLAS PALABRAS ERAN ESTÚPIDAS E IMPERTINENTES, PERO SABRINA DISIMULÓ. SABÍA QUE IBA A MARCHARSE DENTRO DE UN PAR DE DÍAS, Y NO QUISO ARRIESGARSE, A ÚLTIMA HORA, A TENER UN ENFRENTAMIENTO CON ÉL.
—HOLA, DAN —LE DIJO.
—NO ME VENGAS AHORA CON FINURAS, MALDITA ZORRA.
SABRINA INTENTÓ SEGUIR SU CAMINO Y TIRÓ DEL FRENO DEL CABALLO PARA HACERLO AVANZAR.
—¿POR QUÉ NO ME DEJAS TRANQUILA, DAN? —LE PREGUNTÓ CON LA MAYOR SUAVIDAD POSIBLE—. YA NADA TENEMOS QUE DECIRNOS.
A SABRINA LE PARECÍA IMPOSIBLE QUE HUBIERA CONOCIDO A AQUEL HOMBRE TODA LA VIDA. ERA INCREÍBLE QUE SE HUBIERA VUELTO TAN MALVADO Y DESLEAL. SE ALEGRABA DE QUE SU PADRE NO HUBIERA VIVIDO LO SUFICIENTE PARA VER AQUEL LAMENTABLE CAMBIO. EN AQUEL MOMENTO, NO SE FIABA EN ABSOLUTO DE ÉL. NO QUERÍA PERDERLO DE VISTA, Y PROCURABA NO VOLVERLE LA ESPALDA NI UN INSTANTE.
—¿QUE NO TENEMOS NADA QUE DECIRNOS? HE VUELTO A PERDER MI EMPLEO POR TU CULPA.
—TÚ NO HAS PERDIDO NADA POR MI CULPA.
SABRINA YA NO ERA LA INEXPERTA CHIQUILLA DE OTROS TIEMPOS. SU CONSTANTE TRATO CON LOS HOMBRES DE LAS MINAS LE HABÍA ENSEÑADO A HABLAR CON DUREZA CUANDO ERA NECESARIO. HABÍA SUFRIDO ALGÚN ESCARMIENTO, POR LO QUE HABÍA DEJADO DE TRATARLOS COMO AMIGOS. ERAN MINEROS QUE TRABAJABAN PARA ELLA Y NADA MÁS. LES PAGABA BIEN Y LES DABA EL MEJOR TRATO QUE LE PERMITÍAN LAS CIRCUNSTANCIAS. ERA UNA FORMA DE ACTUAR QUE NO ESTABA EN CONSONANCIA CON SUS BUENOS SENTIMIENTOS, PERO LE HABÍA SIDO NECESARIA PARA SOBREVIVIR EN AQUEL RUDO AMBIENTE. SÓLO JOHN CONOCÍA AQUELLA CARACTERÍSTICA DE SU MODO DE ACTUAR. DAN LA IGNORABA. SÓLO LA HABÍA TRATADO DE NIÑA. PERO, YA ERA UNA MUJER. PRECISAMENTE LA MUJER QUE SE VOLVIÓ HACIA ÉL PARA DECIRLE SIN RODEOS:
—TÚ ERES EL ÚNICO CULPABLE DE CUANTO HAS PERDIDO. Y PERDERÁS MUCHO MÁS SI NO DEJAS DE BEBER DE ESA MANERA.
—¡CUENTOS CHINOS! ESO NO TIENE NADA QUE VER CON QUE ME HAYAN DESPEDIDO DE LA MINA DE HARTE. Y TÚ LO SABES TAN BIEN COMO YO. —TROPEZÓ, LO QUE ASUSTÓ AL CABALLO Y A SABRINA.
LA MUCHACHA VOLVIÓ A TIRAR DEL FRENO DE LA MONTURA PARA CONTINUAR SU CAMINO, PERO DAN SE LEVANTÓ Y LA SIGUIÓ OBSTINADAMENTE. SABRINA SE ESTABA ACERCANDO A LA PRIMERA DE LAS CABAÑAS, AUNQUE NADIE PARECÍA HABERLOS VISTO, Y AÚN LE QUEDABA UN BUEN TRECHO PARA LLEGAR A LA CASA DE JOHN. ANSIABA QUE ÉSTE APARECIESE DE REPENTE Y LA LIBRARA DE DAN, PERO NI ÉL NI NADIE LO HIZO, Y DAN CONTINUÓ PERSIGUIÉNDOLA CASI SIN ALIENTO.
—¡HARTE ME ECHA DE AQUÍ POR CULPA TUYA! —AÑADIÓ.
—YO NO TENGO QUE VER CON ESO. —ELLA SIGUIÓ AVANZANDO, PERO DAN LA ALCANZÓ Y LA AGARRÓ POR EL BRAZO CON TAL FUERZA QUE ESTUVO A PUNTO DE DERRIBARLA.
—MUCHO TIENES QUE VER. SÉ QUE HAS ESTADO PUTEANDO CON ÉL Y CON ESA FURCIA SUYA… NO PUEDO IMAGINARME CÓMO…, VOSOTROS TRES… —SABRINA QUEDÓ HORRORIZADA AL OÍR AQUELLAS PALABRAS. ÍNTIMAMENTE, AÚN ERA MUY JOVEN.
—¿CÓMO TE ATREVES A DECIR ESAS COSAS? QUÉ ASQUEROSIDADES… —PERO DAN SE ECHÓ A REÍR.
—¿QUÉ TE REGALA COMO PRESENTE DE BODA, ZORRITA? ¿LUNA DE PRIMAVERA?
—¡DEJA DE INSULTARME DE ESA MANERA! —LA VOZ DE SABRINA SE QUEBRÓ AL SUBIR DE TONO—. ¡Y NO ME HABLES DE ESE MODO! ¡CON LA SUERTE QUE TUVISTE DE QUE JOHN HARTE TE TOMARA A SU SERVICIO CUANDO YO TE DESPEDÍ! —LOS OJOS DE LA JOVEN ECHABAN FUEGO. EN CAMBIO, A DAN PARECÍA COMPLACERLE LA SITUACIÓN. HACÍA TRES AÑOS QUE ESPERABA AQUELLA OPORTUNIDAD…
—TÚ NO ME ECHASTE. ME MARCHÉ YO POR PROPIA VOLUNTAD, CON TRESCIENTOS HOMBRES MÁS.
—PUEDE QUE ELLOS SE MARCHARAN POR SÍ MISMOS, PERO RECUERDO MUY BIEN QUE LO QUE TÚ HICISTE FUE COMPORTARTE COMO UN LOCO. —NO NECESITABA RECORDÁRSELO; DAN ERA CONSCIENTE DE CÓMO SE HABÍA CONDUCIDO. Y MIRÓ A LA MUCHACHA SIN LA MENOR SEÑAL DE REMORDIMIENTO—. BUENO, DAN… ¿POR QUÉ NO TE MARCHAS Y ME DEJAS TRANQUILA? TODO ESTO CARECE DE SENTIDO. —NO QUERÍA SEGUIR DISCUTIENDO CON ÉL. AQUELLOS RECUERDOS LE RESULTABAN SUMAMENTE PENOSOS; PERO DAN ESTABA DISPUESTO A SEGUIR IMPORTUNÁNDOLA.
—VAYA… ¿ESTÁS ASUSTADA? —PARECÍA DIVERTIDO ANTE EL AZORAMIENTO DE LA MUCHACHA Y, PARA AUMENTARLO, DIO UNOS PASOS HACIA ELLA. Y, ECHÁNDOLE UNA VAHARADA DE WHISKY A LA CARA, LE CERRÓ EL PASO.
—¿ASUSTADA? ¿POR QUÉ?
SABRINA HABÍA OPTADO POR DAR LA IMPRESIÓN DE QUE CONSERVABA LA CALMA, COSA POCO FÁCIL CONSIDERANDO QUE SE ENCONTRABA EN UNA PARTE MUY OSCURA Y SOLITARIA DEL CAMINO QUE CONDUCÍA A LA CASA DE JOHN. SE HALLABA EN UNA SITUACIÓN MUY COMPROMETIDA, SOBRE TODO TENIENDO EN CUENTA QUE ERA UNA DE LAS POCAS VECES EN QUE NO LLEVABA LA PISTOLA CONSIGO. AL MARCHARSE APRESURADAMENTE DEL DESPACHO, LA HABÍA OLVIDADO SOBRE EL ESCRITORIO.
—¿AH, NO? ¿CÓMO ES POSIBLE QUE NO ESTÉS ASUSTADA, ZORRITA MÍA? YA SÉ… TE ENCANTA ESTAR AQUÍ A SOLAS CONMIGO.
DAN AGARRÓ EL CINTURÓN COMO SI SE DISPUSIERA A QUITÁRSELO. Y, EN AQUEL PRECISO INSTANTE, LA MUCHACHA OYÓ UNOS CRUJIDOS DETRÁS DE LOS ÁRBOLES MÁS CERCANOS. ¿SERÍA ALGÚN ANIMAL? CON UN RELINCHO, SU CABALLO DEMOSTRÓ QUE TAMBIÉN HABÍA NOTADO EL RUIDO. PERO SABRINA SIGUIÓ SIN APARTAR LA MIRADA DE LOS OJOS DE DAN.
—NO ME IMPRESIONAS, RICHFIELD. SI NO TE APARTAS Y ME DEJAS EL PASO LIBRE, TENDRÁS QUE LAMENTARLO —DIJO SABRINA HACIENDO UN ESFUERZO POR FINGIR UNA SONRISA. RECORDABA MUY BIEN LA NOCHE EN QUE AHUYENTÓ A DAN CON UN DISPARO, Y ESTABA SEGURA DE QUE ÉL NO LO HABÍA OLVIDADO. ESTA VEZ, NO LLEVABA LA PISTOLA, PERO ÉL NO PODÍA SABERLO. METIÓ LA MANO EN EL BOLSILLO DE LA FALDA COMO SI LLEVARA EL ARMA EN ÉL Y COMO SI LA HUBIERA EMPUÑADO. DAN ADVIRTIÓ EL GESTO DE LA MUCHACHA Y, SIN PERDER DE VISTA EL BULTO QUE SE OBSERVABA EN LA FALDA, LE DIJO:
—NO CONSEGUIRÁS ASUSTARME. NO TIENES AGALLAS PARA DISPARARME DESDE TAN CERCA. ¿VERDAD QUE NO, CHIQUILLA? ¡CLARO QUE NO!
Y, SOLTANDO UNA RISOTADA, AGARRÓ DE SÚBITO EL BRAZO DE SABRINA Y LE SACÓ LA MANO DEL BOLSILLO DE UN TIRÓN. AL COMPROBAR QUE NO TENÍA NADA EN ELLA, LA EMPUJÓ BRUTALMENTE Y LA OPRIMIÓ CONTRA UN ÁRBOL. DAN HABÍA APLASTADO SU CARA CONTRA LA DE LA MUCHACHA, QUIEN, CON EL INSISTENTE ROCE DEL CUERPO DE DAN SOBRE SU FALDA, SINTIÓ DE SÚBITO EN SUS OÍDOS LAS PALPITACIONES DE SU CORAZÓN. INTENTÓ DAR UN RODILLAZO EN LA ENTREPIERNA DEL HOMBRE, PERO ÉSTE, ANTICIPÁNDOSE, LA AGARRÓ POR AMBOS BRAZOS Y LA ECHÓ AL SUELO. UN INSTANTE DESPUÉS, SE HALLABA ENCIMA DE ELLA. MIENTRAS CON UNA MANO LE DESGARRABA LA BLUSA Y LE SOBABA RUDAMENTE LOS PECHOS, CON LA OTRA INTENTABA LEVANTARLE LA FALDA. SABRINA SOLTÓ UN AGUDO GRITO, PERO ÉL LA REDUJO AL SILENCIO PROPINÁNDOLE UN BOFETÓN TAN FUERTE QUE LE HIZO SANGRAR LA NARIZ. LA MUCHACHA LE FULMINÓ CON LA MIRADA AL NOTAR LA MANO DEL HOMBRE EN SU ENTREPIERNA E INTENTÓ SOLTARSE DE DAN RODANDO POR EL SUELO. LO CONSIGUIÓ EN PARTE, PERO ÉL VOLVIÓ A INMOVILIZARLA CON EL PESO DE SU CUERPO.
—HACE MUCHO TIEMPO QUE DEBÍ HACER ESTO CONTIGO, ZORRITA MÍA. HABRÍA SIDO UNA BUENA MANERA DE DOMESTICARTE Y DE QUE NO ME JODIERAS CUANTO TENÍA. PERO AHORA VOY A JODERTE A TI… TRABAJÉ UN MONTÓN DE AÑOS PARA EL BASTARDO DE TU PADRE, DESDE QUE ERA UN CRÍO. ¿Y QUÉ HE OBTENIDO A CAMBIO? ¡NADA! PORQUE TÚ… HIJA DE PERRA, TE EMPEÑASTE EN HACER TODO CUANTO YO QUERÍA LLEVAR A CABO.
ELLA VOLVIÓ A GRITAR CUANDO DAN LE RASGÓ LA FALDA DE ARRIBA ABAJO Y DEJÓ A LA VISTA LOS CALZONES QUE HANNAH LE HABÍA HECHO. LA MUCHACHA SE REVOLVÍA EN EL SUELO SIN DEJAR DE CHILLAR, PERO NO HABÍA NADIE QUE PUDIERA OÍRLA, Y NO PODÍA EVITAR QUE DAN LA MANTUVIERA APRETADA CONTRA LA TIERRA.
ERA INCREÍBLE QUE, HALLÁNDOSE CASI A LA ENTRADA DEL POBLADO QUE RODEABA LA MINA DE HARTE, ESTUVIERA A PUNTO DE SER VIOLADA POR UN BORRACHO ENLOQUECIDO SIN QUE NADIE LA AYUDARA.
DAN LE HABÍA DESGARRADO YA POR COMPLETO LA BLUSA Y HABÍA CONSEGUIDO QUITARLE EL CORSÉ. LOS FIRMES Y JÓVENES PECHOS DE SABRINA, DE PEZONES ERGUIDOS POR LA FRÍA BRISA DE LA NOCHE, FUERON MANOSEADOS DE NUEVO POR DAN, MIENTRAS ELLA INTENTABA DEFENDERSE OTRA VEZ A RODILLAZOS. PERO, AHORA, ÉL LA AGARRÓ POR EL PELO Y LE APRETÓ EL ROSTRO CONTRA EL SUELO. LE RASGÓ ENTONCES LOS CALZONES, DEJANDO EN ELLOS UNA ABERTURA MÁS QUE SUFICIENTE PARA SUS FINES, Y EMPEZÓ A TIRAR DE NUEVO DE SU CINTURÓN. PERO, DE PRONTO, SE QUEDÓ INMÓVIL, COMO SI NO ESTUVIERA SEGURO DE LO QUE QUERÍA HACER. MIRÓ FIJAMENTE A SABRINA, LE SOLTÓ EL PELO Y LUEGO DEJÓ CAER LA MANO QUE TIRABA DEL CINTURÓN, SIEMPRE CON LOS OJOS CLAVADOS EN LOS DE LA MUCHACHA. ÉSTA LO OBSERVÓ CON MIRADA INCRÉDULA, SIN PODER COMPRENDER LO QUE SUCEDÍA; PERO, AL VERLO CAER LENTAMENTE DE CABEZA HACIA EL SUELO Y QUEDAR CON LA CARA HUNDIDA EN LA TIERRA, SABRINA PUDO SABER POR QUÉ DAN HABÍA PERDIDO TAN DE REPENTE EL INTERÉS QUE SENTÍA POR ELLA. TENÍA CLAVADO EN LA ESPALDA UN CUCHILLO DE LARGA Y RELUCIENTE HOJA, CON UN MANGO DELICADAMENTE CINCELADO. DETRÁS DE ÉL, LA MUCHACHA DESCUBRIÓ INESPERADAMENTE A LUNA DE PRIMAVERA.
—¡OH! —EXCLAMÓ SABRINA CUBRIÉNDOSE LOS PECHOS CON LAS MANOS Y HACIENDO UN ESFUERZO PARA LEVANTARSE. DAN HABÍA MUERTO. SABRINA LO COMPRENDIÓ POR LA MIRADA DE SUS OJOS.
SE QUEDÓ INMÓVIL FRENTE A LA INDIA, SEMIDESNUDA, CON LAS ROPAS DESGARRADAS, CON UN ZAPATO FUERA DEL PIE, CON EL ROSTRO BAÑADO EN LÁGRIMAS Y CON EL PECHO ENSANGRENTADO POR LAS GOTAS QUE AÚN LE CAÍAN DE LA NARIZ. LUNA DE PRIMAVERA LE HIZO UNA SEÑA CON LA MANO INDICÁNDOLE QUE LA SIGUIERA. NO SE HABÍA ACERCADO DEMASIADO A LA TEMBLOROSA MUCHACHA NI LA HABÍA TOCADO. LOS SOLLOZOS NO DEJABAN HABLAR A SABRINA, PERO LUNA DE PRIMAVERA SABÍA LO QUE DEBÍA HACER. RECOGIÓ LA RASGADA FALDA DEL SUELO Y SE LA DIO A LA JOVEN PARA QUE SE CUBRIERA CON ELLA; TOMÓ, LUEGO, LAS RIENDAS DEL CABALLO Y VOLVIÓ A HACERLE LA MISMA SEÑA.
—VENGA. AQUÍ HACE MUCHO FRÍO. LA LLEVARÉ A CASA DE JOHN.
SABRINA LA SIGUIÓ A TROMPICONES, PREGUNTÁNDOSE QUÉ SUCEDERÍA CON DAN, QUÉ PODRÍAN HACER. APENAS EMPEZABA A DARSE CUENTA DE LO QUE HABÍA ESTADO A PUNTO DE PASARLE, DE LO QUE HABÍA HECHO LUNA DE PRIMAVERA Y DE LA BUENA FORTUNA QUE HABÍA PUESTO A LA MUCHACHA INDIA EN SU CAMINO. SABRINA COMPRENDIÓ ENTONCES QUE EL RUIDO QUE HABÍA OÍDO DETRÁS DE UN ÁRBOL LO HABÍA PRODUCIDO ELLA Y NO UN ANIMAL. EL ÚNICO ANIMAL HABÍA SIDO DAN. CUANDO AMBAS MUJERES HUBIERON CAMINADO UN BUEN TRECHO, LUNA DE PRIMAVERA SE DETUVO EN UN LUGAR OSCURO Y LE DIJO:
—NO SE MUEVA DE AQUÍ. VOY A BUSCAR A JOHN HARTE. —PERO SABRINA, AÚN ASUSTADA POR LO QUE ACABABA DE PASAR, SE PUSO A TEMBLAR CON MAYOR INTENSIDAD QUE ANTES.
—NO ME DEJE AQUÍ… NO… POR FAVOR…
LA INDIA ALARGÓ UNA LARGA Y SUAVE MANO Y LE SEÑALÓ LA CASA DE JOHN.
—¿VE? ES ALLÍ. NO TIENE NADA QUE TEMER.
LA INDIA NO QUERÍA QUE NINGUNO DE LOS HOMBRES DE LA MINA VIERA A LA MUCHACHA. DESEABA LLEVAR A JOHN A AQUEL LUGAR, JUNTO A SABRINA; LUEGO DESAPARECERÍA PARA SIEMPRE. LUNA DE PRIMAVERA POSEÍA, ENTRE OTRAS CUALIDADES, LA DE LA DISCRECIÓN.
—SI ALGUIEN SE LE ACERCA, GRITE —PROSIGUIÓ LA INDIA—. LA OIREMOS ENSEGUIDA. AQUÍ ESTÁ SEGURA. —SABRINA SE ECHÓ A LLORAR DE NUEVO. HABÍA DEJADO DE SER UNA MUJER. AHORA, SÓLO ERA UNA NIÑA ASUSTADA. Y ADEMÁS NO QUERÍA QUE JOHN LA VIESE DE AQUELLA MANERA. CAYÓ DE RODILLAS EN EL SUELO, ENVUELTA EN SU PROPIA FALDA Y SIN DEJAR DE SOLLOZAR. LUNA DE PRIMAVERA SE ARRODILLÓ A SU LADO—. AHORA ESTÁ SEGURA. CON ÉL, LO ESTARÁ SIEMPRE. —SABRINA, AL OÍR AQUELLAS CONVINCENTES PALABRAS, DIRIGIÓ UNA MIRADA DE AGRADECIMIENTO A LA INDIA. SABÍA QUE LO QUE DECÍA LA MUCHACHA ERA VERDAD, Y LE RECORDÓ TODO LO QUE LUNA DE PRIMAVERA SE DISPONÍA A ABANDONAR. LE PARECÍA IMPOSIBLE QUE LA INDIA DEJARA A JOHN TAN RESIGNADAMENTE—. SEA USTED SIEMPRE BUENA CON ÉL —AÑADIÓ.
SABRINA LA MIRÓ Y, ENTRE SOLLOZOS, DIJO:
—LO SERÉ. SE LO PROMETO. —PERO SE LE QUEBRÓ LA VOZ Y APENAS PUDO SEGUIR HABLANDO. HABÍA SIDO LA NOCHE MÁS HORROROSA DE SU VIDA, EXCEPTO, QUIZÁ, AQUÉLLA EN QUE MURIÓ SU PADRE—. SÍ, SERÉ BUENA CON ÉL… Y SIENTO QUE USTED… TENGA QUE IRSE…
LUNA DE PRIMAVERA LEVANTÓ UNA MANO.
—ES EL DESTINO. ESTE MOMENTO HABÍA DE LLEGAR ALGÚN DÍA. NUNCA FUI SU ESPOSA. SÓLO SU AMIGA. EN CAMBIO, USTED SE CASARÁ CON ÉL. JOHN LA NECESITA MUCHO, PEQUEÑA. —LA HABÍA NOMBRADO COMO ÉL—. SÉ QUE SERÁ UNA EXCELENTE ESPOSA PARA ÉL. BUENO, AHORA VOY A BUSCARLE.
Y ANTES DE QUE SABRINA PUDIERA DETENERLA, YA HABÍA DESAPARECIDO. UN MOMENTO DESPUÉS, OYÓ RUIDO DE PASOS. CUATRO O CINCO PERSONAS CORRÍAN HACIA ALLÍ.
—¡DETENEOS! ¡TODOS! —SABRINA RECONOCIÓ LA VOZ DE JOHN SEGUIDA DE ALGUNOS MURMULLOS. LUEGO OYÓ DECIR—: ¿DÓNDE…? MUY BIEN, LOS DEMÁS YA PODÉIS MARCHAROS… OH, DIOS MÍO…
SE OYÓ UN NUEVO RUIDO DE PASOS Y, DE PRONTO, APARECIÓ JOHN. AÚN ARRODILLADA EN EL SUELO, TEMBLOROSA, SINTIENDO VERGÜENZA POR SU ASPECTO, SABRINA MIRÓ CON OJOS ESPERANZADOS AL QUE LO ERA TODO PARA ELLA. JOHN LLEVABA UNA MANTA EN LAS MANOS. LUNA DE PRIMAVERA SE LA HABÍA DADO.
—DIOS MÍO… —LA VOZ DE JOHN SONÓ CON EXTREMA SUAVIDAD EN EL AIRE DE LA NOCHE. SABRINA BAJÓ LOS OJOS. NO PODÍA MIRARLE.
—NO… NO… POR FAVOR… NO…
LA MUCHACHA QUERÍA DECIRLE QUE NO LA MIRASE, PERO NO ENCONTRABA LAS PALABRAS ADECUADAS. SÓLO PODÍA SOLLOZAR AGARRADA A LAS PIERNAS DEL HOMBRE; Y, DE SÚBITO, TUVO PLENA CONCIENCIA DE LO QUE HABÍA ESTADO A PUNTO DE SUCEDERLE. MIENTRAS LAS LÁGRIMAS LAVABAN LA SANGRE DE SUS MEJILLAS, JOHN LA ENVOLVIÓ EN LA MANTA COMO SI FUESE UNA CRIATURA Y LA LEVANTÓ EN BRAZOS, ARRULLÁNDOLA COMO HABÍA ARRULLADO A SU HIJA MUCHOS AÑOS ATRÁS. LA LLEVÓ LUEGO A SU CASA Y LA DEPOSITÓ EN EL DIVÁN DE CUERO DE LA SALA DE ESTAR. EXAMINÓ LAS CONTUSIONES DEL ROSTRO DE SABRINA Y OBSERVÓ LA DOLORIDA MIRADA DE LA JOVEN. EN ESE MOMENTO SUPO QUE SI LUNA DE PRIMAVERA NO HUBIERA MATADO A DAN RICHFIELD, LO HABRÍA HECHO ÉL. POR SUERTE, SEGÚN LE HABÍA DICHO LA INDIA, LA MUCHACHA NO HABÍA LLEGADO A SER VIOLADA, Y JOHN DIO GRACIAS AL CIELO POR ELLO. PERO SI EL CUCHILLO NO HUBIERA DADO EN EL BLANCO O LA PUÑALADA HUBIESE LLEGADO SÓLO AL CABO DE UN INSTANTE… ESTREMECIDO ANTE AQUEL PENSAMIENTO, SE ARRODILLÓ EN EL SUELO AL LADO DE SABRINA.
—PEQUEÑA, ¿CÓMO PUDE PERMITIR QUE TE SUCEDIERA ESO? NUNCA VOLVERÁS A IR SOLA A NINGUNA PARTE. TE LO PROMETO. TE ACOMPAÑARÁ UN GUARDAESPALDAS ALLÁ DONDE VAYAS. YO SERÉ TU GUARDAESPALDAS… ESO NO VOLVERÁ A SUCEDERTE JAMÁS…
PERO LA PRINCIPAL RAZÓN DE QUE AQUELLO NO VOLVERÍA A PASARLE ERA EL HECHO DE QUE DAN RICHFIELD YA NO EXISTÍA. AL PARECER, EL CUCHILLO LE HABÍA ATRAVESADO EL CORAZÓN Y HABÍA MUERTO EN EL ACTO. LUNA DE PRIMAVERA HABÍA DEMOSTRADO SU INDISCUTIBLE DESTREZA EN EL MANEJO DEL CUCHILLO.
—SI NO HUBIERA SIDO POR ELLA… —DIJO SABRINA RECOBRANDO EL ALIENTO.
EMPEZÓ A TOMAR EL TÉ CON WHISKY QUE JOHN LE OBLIGÓ A TOMAR, SIN QUERER PENSAR EN EL HORRIBLE ASPECTO QUE OFRECÍA ESCONDIDA BAJO LA MANTA QUE ÉL LE HABÍA LLEVADO. JOHN LA MIRABA COMO SI HUBIERA ESTADO A PUNTO DE PERDER LO QUE MÁS QUERÍA EN EL MUNDO. ¿Y SI DAN LA HUBIERA MATADO…? AQUEL PENSAMIENTO ERA MÁS DE LO QUE ÉL PODÍA SOPORTAR. HABÍA LÁGRIMAS EN SUS OJOS CUANDO LE DIJO:
—NO, NO PERMITIRÉ QUE NUNCA VUELVA A SUCEDERTE NADA. JAMÁS. ¿LO COMPRENDES? NUNCA VOLVERÉ A PERDERTE DE VISTA.
LA JOVEN ALARGÓ UNA TEMBLOROSA MANO Y LE ESTRECHÓ LA SUYA.
—LA CULPA NO FUE TUYA, SINO MÍA. —SABRINA EMPEZABA A RECUPERARSE, PERO AÚN NO SE PODÍA LEVANTAR; LAS RODILLAS LE TEMBLABAN TODAVÍA DEMASIADO—. TODO SE DEBIÓ AL RENCOR QUE DAN ME GUARDABA. PUDO HABER SUCEDIDO EN CUALQUIER MOMENTO Y LUGAR. LO SORPRENDENTE ES QUE PASARA TANTO TIEMPO SIN QUE VOLVIERA A MOLESTARME EN MI DESPACHO. YA SABES QUE ESO ESTUVO A PUNTO DE SUCEDER EN OTRA OCASIÓN… CREO QUE DETESTABA MI ENTEREZA, ESO ES TODO… FUE UNA SUERTE QUE NO SUCEDIERA AQUELLA VEZ, COMO LO FUE QUE LUNA DE PRIMAVERA APARECIESE ESTA NOCHE EN EL MOMENTO OPORTUNO. —DIRIGIÓ ENTONCES UNA INTERROGATIVA MIRADA A JOHN. SABÍA QUE, POCO ANTES, ALGUNOS DE SUS HOMBRES HABÍAN VENIDO A HABLARLE A LA PUERTA DE LA CASA—. ¿ESTÁ MUERTO?
JOHN ASINTIÓ CON LA CABEZA.
—SÍ. TAL COMO CREÍAMOS, EL CUCHILLO LE ATRAVESÓ EL CORAZÓN DE PARTE A PARTE.
—¿Y A ELLA QUÉ LE SUCEDERÁ?
SABRINA SABÍA QUE EL PESO DE LA JUSTICIA PODÍA CAER SOBRE LA MUCHACHA. LUNA DE PRIMAVERA HABÍA MATADO PARA DEFENDERLA A ELLA. PERO SE TRATABA DE UNA INDIA, Y A CAUSA DE LOS PREJUICIOS EXISTENTES EN AQUEL TIEMPO, LA JUSTICIA PODÍA SERLE DESFAVORABLE. SIN EMBARGO, JOHN YA HABÍA PREVISTO AQUELLA POSIBILIDAD.
—ESTA MISMA NOCHE SE HALLARÁ EN EL TREN, CAMINO DE DAKOTA DEL SUR. Y MAÑANA ENCONTRARÁN EL CADÁVER DE DAN RICHFIELD… TENÍA MUCHOS ENEMIGOS… —LAS PALABRAS DE JOHN ERAN CONVINCENTES, Y DE ELLAS DEDUJO SABRINA QUE NO TENDRÍAN COMPLICACIONES CON LA LEY. DARÍAN POR BUENA LA PALABRA DE JOHN HARTE. EN CUANTO AL ARMA HOMICIDA, HABRÍA DESAPARECIDO—. NO TIENES POR QUÉ PREOCUPARTE. —ELLA JAMÁS LO HABÍA VISTO TAN TRANQUILO Y SEGURO DE SÍ MISMO, LO QUE LA HIZO SENTIRSE MÁS PROTEGIDA QUE EN CUALQUIER OTRO MOMENTO DE SU VIDA—. Y ELLA TAMPOCO TIENE QUE TEMER NADA. AMBAS ESTÁIS SEGURAS. ADEMÁS, ESE TIPO RECIBIÓ EXACTAMENTE LO QUE SE MERECÍA. SÓLO LAMENTO HABERLE CONCEDIDO TANTA CONFIANZA.
—A MÍ ME SUCEDE LO MISMO. —MIL RECUERDOS PASARON COMO UN TORBELLINO POR LA MENTE DE SABRINA, SEGUIDOS DE LA HORROROSA IMAGEN DE DAN RASGÁNDOLE LAS ROPAS… NO PUDO EVITAR QUE SE LE HICIERA UN NUDO EN LA GARGANTA, PERO JOHN LA ESTRECHÓ ENTRE LOS BRAZOS.
—SERÁ MEJOR QUE TE LLEVE A CASA.
SIN QUITARLE LA MANTA QUE LA ENVOLVÍA, LA LLEVÓ CUIDADOSAMENTE EN BRAZOS HASTA SU COCHE Y LA CONDUJO A SU CASA. AL LLEGAR, LA TOMÓ DE NUEVO EN BRAZOS Y LA SUBIÓ AL DORMITORIO. HANNAH, QUE LA ESTABA ESPERANDO CON GRAN ANSIEDAD, FRUNCIÓ LOS LABIOS Y SE LE DILATARON LOS OJOS AL VERLOS ENTRAR DE AQUELLA MANERA.
—¿QUÉ LE HA PASADO? —PARECÍA UNA GALLINA PREOCUPADA POR UNO DE SUS POLLITOS.
—NADA, ESTÁ MUY BIEN. —ÉL LE EXPLICÓ LO SUCEDIDO Y LA VIEJA QUEDÓ HORRORIZADA.
—ESE HIJO DE PERRA… OJALÁ LE CUELGUEN. —JOHN NO LE HABÍA DICHO QUE YA ESTABA MUERTO. NO TARDARÍA EN LLEGARLE LA NOTICIA.
—POR SUERTE, ALGUIEN LE DETUVO A TIEMPO. NO HAY COMO TENER BUENOS OBREROS.
—Y BUENOS AMIGOS, ¿VERDAD?
OTRAS MUJERES NO HABRÍAN IMPEDIDO LA VIOLACIÓN DE SABRINA. LUNA DE PRIMAVERA SABÍA QUE HABÍA PERDIDO AL HOMBRE AL QUE HABÍA AMADO DURANTE MUCHOS AÑOS, PERO PROTEGIÓ A SU NOVIA COMO A SU PROPIA HIJA, Y ÉL LE ESTABA AGRADECIDÍSIMO POR ESTE GESTO. LE HARÍA UN BUEN REGALO, ADEMÁS DEL QUE YA LE HABÍA HECHO, Y AQUELLA MISMA NOCHE LA LLEVARÍA PERSONALMENTE HASTA EL TREN. ELLO SIGNIFICABA CONDUCIR CASI HASTA EL AMANECER, PERO ERA IMPORTANTE SACARLA LO ANTES POSIBLE DE LA CIUDAD POR SI ALGUIEN HABLARA MÁS DE LA CUENTA. MIRÓ A HANNAH Y LE DIO UNA PALMADITA EN EL BRAZO.
—CUIDE BIEN DE MI PEQUEÑA. —LOS VEINTIOCHO AÑOS QUE MEDIABAN ENTRE AMBOS HACÍAN QUE JOHN LA CONSIDERARA CASI COMO A UNA NIÑA, LO QUE NO LE IMPEDÍA RECORDAR LO ENÉRGICA, FUERTE Y CAPAZ QUE ERA. NO TARDARÍA EN RECUPERARSE DEL MAL MOMENTO PASADO, Y ÉL CUIDARÍA DE SU SEGURIDAD DURANTE EL RESTO DE SU VIDA. ERA LO QUE LE HABÍA PROMETIDO, Y LO QUE SE HABÍA PROMETIDO A SÍ MISMO.
Y AQUELLO FUE LO QUE VOLVIÓ A PROMETER, DOS MESES DESPUÉS, EL DÍA DE SU BODA, MIENTRAS SABRINA, ANTE EL ALTAR DE LA IGLESIA DE SANTA ELENA, LE MIRABA CON EXPRESIÓN DE INMENSA FELICIDAD. SUS CASI OCHOCIENTOS MINEROS, QUE HABÍAN ACUDIDO PARA PRESENCIAR LOS ESPONSALES, LLENABAN EL TEMPLO POR COMPLETO. INCLUSO SE HALLABAN ALLÍ LOS QUE HABÍAN ABANDONADO A SABRINA AÑOS ANTES, Y FUERON BASTANTES LOS QUE TUVIERON QUE CONTENTARSE CON PERMANECER EN LA ENTRADA DE LA IGLESIA O CONTEMPLAR LO QUE PUDIERON DE LA BODA A TRAVÉS DE LAS VENTANAS. HANNAH LLORÓ DURANTE TODA LA CEREMONIA, Y TANTO A SABRINA COMO A JOHN SE LES HUMEDECIERON LOS OJOS MÁS DE UNA VEZ.
SE CELEBRÓ UN ENORME BANQUETE AL AIRE LIBRE EN EL RECINTO DE LAS MINAS THURSTON. NO HABRÍAN CABIDO EN NINGÚN LOCAL, ESPECIALMENTE TENIENDO EN CUENTA QUE TODOS IBAN ACOMPAÑADOS DE LAS ESPOSAS E HIJOS Y DE QUE SABRINA NO QUISO QUE FALTARA NADIE.
—UNA SÓLO SE CASA UNA VEZ, ¿SABES? —LE HABÍA DICHO A JOHN SONRIENDO, MIENTRAS HACÍAN SUS PLANES, AUNQUE SABÍA QUE SEMEJANTE AFIRMACIÓN NO ERA VÁLIDA PARA ÉL.
PERO LE COSTABA CREER QUE JOHN HUBIERA ESTADO CASADO ALGUNA VEZ. NO TUVO OCASIÓN DE CONOCER A SU ESPOSA, PUES MATILDA MURIÓ, POR LO MENOS, DOS AÑOS ANTES DE QUE SABRINA NACIERA. RESULTABA EXTRAÑO IMAGINÁRSELO DE AQUEL MODO: CASADO CON OTRA MUJER Y PADRE DE DOS HIJOS. PARA ELLA, ERA COMO SI AQUEL LEJANO HOMBRE NO FUERA EL MISMO QUE EL ACTUAL. PODÍA FIGURÁRSELO MEJOR EN COMPAÑÍA DE LUNA DE PRIMAVERA, YA QUE LES HABÍA VISTO VARIAS VECES JUNTOS A LO LARGO DE LOS AÑOS; PERO INCLUSO AQUELLAS IMÁGENES SE HABÍAN ESFUMADO CASI POR COMPLETO DE SU MEMORIA. ERA COMO SI JOHN NO HUBIERA PERTENECIDO A NADIE MÁS QUE A ELLA. Y CUANDO AQUELLA NOCHE, ASIDOS DE LA MANO, TOMARON EL VAPOR QUE LOS CONDUCIRÍA A SAN FRANCISCO, ÉL LE DIJO SONRIENDO:
—¿QUÉ HE HECHO PARA MERECER A UNA CHIQUILLA COMO TÚ, SABRINA HARTE?
A SABRINA, SU NUEVO APELLIDO, UNIDO A SU NOMBRE, LE SONÓ MUY BIEN. Y CON LOS OJOS DESTELLANTES DE FELICIDAD, RESPONDIÓ:
—NO LO SÉ, PERO ESTOY SEGURA DE QUE HE SIDO YO QUIEN HA TENIDO MÁS SUERTE DE LOS DOS, JOHN HARTE.
—ESO ES LO QUE TÚ CREES. EL MÁS AFORTUNADO, CON MUCHO, HE SIDO YO.
JOHN LE HABÍA OFRECIDO HACER UN VIAJE A CUALQUIER LUGAR DEL MUNDO QUE ELLA HUBIERA DESEADO, PERO SU ESPOSA LE SORPRENDIÓ AL DECIRLE QUE TODO CUANTO QUERÍA ERA PASAR ALGÚN TIEMPO EN LA MANSIÓN THURSTON. Y ASÍ PROYECTARON HACERLO. JOHN HABÍA CONSEGUIDO ARREGLÁRSELAS PARA APARTAR SU ATENCIÓN DE LAS MINAS DURANTE UN MES. PERMANECERÍAN EN SAN FRANCISCO HASTA DESPUÉS DE LAS FIESTAS DE NAVIDAD Y, LUEGO, REGRESARÍAN A NAPA PARA VOLVER A TOMAR LAS RIENDAS DE LOS NEGOCIOS. PERO NO ERA PRECISAMENTE EN LOS NEGOCIOS EN LO QUE PENSABAN CUANDO LLEGARON A LA MANSIÓN THURSTON BASTANTE DESPUÉS DE MEDIANOCHE. SABRINA HABÍA PEDIDO A SU BANQUERO QUE LE CONTRATARA ALGUNAS SIRVIENTAS Y CRIADOS PARA AQUEL PERÍODO, Y, AL ENTRAR EN LA CASA, LA ENCONTRARON RESPLANDECIENTE DE LUZ. TODO ESTABA DISPUESTO Y PREPARADO PARA ELLOS; INCLUSO LES ESPERABA, EN EL DORMITORIO PRINCIPAL, LA ENORME CAMA CON DOSEL AL LADO DEL CREPITANTE FUEGO DE LA CHIMENEA. HABÍA VELAS ENCENDIDAS Y GRANDES JARRONES DE FLORES EN TODAS PARTES. A SABRINA, LA MANSIÓN NUNCA LE HABÍA PARECIDO TAN HERMOSA. Y AQUELLA CAMA… EN ELLA HABÍAN DORMIDO SUS PADRES, Y ELLA TAMBIÉN EN SUS CORTOS VIAJES A LA CIUDAD… PERO, DE PRONTO, SABRINA SE RUBORIZÓ. ACABABA DE PERCATARSE DE QUE AHORA ERA UNA VERDADERA CAMA DE MATRIMONIO Y DE QUE EN ELLA IBA A PASAR SU NOCHE DE BODAS…
—BIENVENIDO A CASA —DIJO LA FLAMANTE ESPOSA MIRANDO A SU MARIDO CON OJOS VERGONZOSOS Y SU VOZ SUSURRANTE.
POR TODA RESPUESTA, JOHN LE TOMÓ LA MANO Y LA CONDUJO A LA PLANTA BAJA. ALLÍ, BEBIERON CHAMPÁN ANTE EL FUEGO DEL SALÓN… HASTA QUE, POR ÚLTIMO, JOHN, AL VER QUE ELLA DISIMULABA UN BOSTEZO, LA LLEVÓ EN BRAZOS ESCALERAS ARRIBA Y LA DEPOSITÓ EN LA CAMA. LA JOVEN YA LE HABÍA ENSEÑADO LA PARTE QUE LE CORRESPONDÍA DE LA SUITE PRINCIPAL. ÉL, TRAS DESAPARECER UNOS MOMENTOS EN SUS HABITACIONES, DONDE LAS MALETAS YA HABÍAN SIDO DESHECHAS, APARECIÓ CUBIERTO CON UNA ELEGANTE BATA Y CON EL ROSTRO ILUMINADO POR UNA RADIANTE SONRISA. ENTRETANTO, SABRINA TAMBIÉN SE HABÍA PUESTO CÓMODA. ENVUELTA EN UNA BATA DE RASO DE COLOR ROSA PÁLIDO, PARECÍA UNA PRINCESA DE CUENTO DE HADAS; Y, CUANDO LA DEJÓ CAER, RESBALANDO SOBRE LOS HOMBROS, AL LADO DE LA CAMA, SU PELO PARECIÓ PURO ÉBANO SOBRE LA MARFILEÑA SEDA DE LA PIEL. JOHN, IMPACIENTE, APAGÓ PRECIPITADAMENTE LAS VELAS, Y LA HABITACIÓN QUEDÓ SÓLO ILUMINADA POR EL CÁLIDO RESPLANDOR DEL FUEGO DE LA CHIMENEA.
—¿TE PARECE EXTRAÑO ENCONTRARTE AQUÍ CONMIGO? —LE PREGUNTÓ MIENTRAS SE METÍAN EN LA CAMA.
—UN POCO. ESTABA TAN ACOSTUMBRADA A DORMIR SOLA…
PERO NO ERA SÓLO AQUELLO. JAMÁS HABÍA TENIDO CONTACTO CON NINGÚN HOMBRE, SALVO LA HORROROSA EXPERIENCIA QUE LE HABÍA HECHO SUFRIR DAN. Y AHORA, DE PRONTO, SE ENCONTRABA CON QUE ERA LA ESPOSA DE JOHN EN SU NOCHE DE BODAS. TODA LA SERIEDAD, TODA LA ENERGÍA Y HABILIDAD QUE HABÍA DEMOSTRADO EN LA DIRECCIÓN DE LAS MINAS, DE NADA LE SERVÍAN EN AQUEL MOMENTO. ERA DELICADA Y VULNERABLE, Y ESTABA BASTANTE ASUSTADA ANTE LO QUE LA ESPERABA. ENTONCES, SE DIO CUENTA DE QUE NUNCA HABÍA HABLADO CON NADIE DE AQUELLAS COSAS Y DE QUE CARECÍA DE LOS CONSEJOS QUE TODAS LAS MADRES SUELEN DAR A SUS HIJAS AL RESPECTO. JOHN SE SINTIÓ CONMOVIDO AL ADVERTIRLO, Y LA ACUNÓ ENTRE LOS BRAZOS COMO SI FUERA UNA CRIATURA…, AUN CUANDO LO QUE SENTÍA POR ELLA NO TENÍA NADA DE AMOR PATERNAL.
—SABRINA… —DIJO POR FIN. NO SABÍA CÓMO EMPEZAR A PREGUNTARLE LO QUE QUERÍA SABER. LUNA DE PRIMAVERA SE HABÍA MOSTRADO MUY EXPERIMENTADA EN SUS PRIMEROS CONTACTOS CON ÉL. Y HABÍA HABIDO OTRAS MUJERES ANTES Y DESPUÉS, PERO NINGUNA DE ELLAS ERA TAN JOVEN… MATILDA, NATURALMENTE, ERA VIRGEN CUANDO SE CASÓ CON ELLA, PERO AMBOS TENÍAN DIECIOCHO AÑOS Y, ADEMÁS, LA HABÍAN PREVENIDO… PERO AHORA SE ENCONTRABA AL LADO DE AQUELLA MUCHACHA… UNA MUCHACHA QUE LE PERTENECÍA, PERO…—. ¿NADIE TE HA HABLADO DE… ESO…?
SABRINA LE SONRIÓ DULCEMENTE; CON EL ROSTRO ENROJECIDO POR EL RESPLANDOR DEL FUEGO.
—CREO QUE SÉ LO QUE QUIERES DECIR…
CONFIABA PLENAMENTE EN JOHN, Y SABÍA QUE SEGUIRÍA CONFIANDO EN ÉL TODA LA VIDA.
—¿PERO… NADIE TE HA EXPLICADO? —ELLA NEGÓ CON LA CABEZA, Y ÉL LE BESÓ LOS LABIOS, LAS MEJILLAS, LOS OJOS, Y DE NUEVO LOS LABIOS… TENÍA QUE REPRIMIRSE… SIN EMBARGO, LA MUCHACHA HABÍA HECHO NACER EN ÉL ALGO QUE JAMÁS HABÍA CONOCIDO—. SABRINA, TE AMO —LE SUSURRÓ ENTRE EL PELO… Y ENTONCES, LENTAMENTE, ELLA ACERCÓ EL CUERPO HACIA EL DE SU ESPOSO—. ES TODO CUANTO DESEABA SABER —CONCLUYÓ.
Y CON LA MÁXIMA SUAVIDAD, TOMÓ UNA MANO DE SABRINA Y LE BESÓ LA PALMA, LUEGO EL BRAZO…, HASTA QUE LLEGÓ AL PECHO, Y A LA CINTURA, Y A LA SEDA DE LOS MUSLOS… Y A LA MAÑANA SIGUIENTE, MIENTRAS SEGUÍAN ENLAZADOS EN LA CAMA DE MATRIMONIO DE LA SUITE PRINCIPAL DE LA MANSIÓN THURSTON, JOHN LE ENSEÑÓ TODO CUANTO NECESITARÍA SABER SOBRE EL AMOR DURANTE TODA SU VIDA.