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—BUENO, CHICA, YA TIENES VEINTIÚN AÑOS. ¿QUÉ PIENSAS HACER AHORA?
HANNAH MIRÓ A LA MUCHACHA DESDE EL OTRO LADO DE LA TARTA DE CUMPLEAÑOS QUE ELLA MISMA HABÍA HECHO Y SE LE LLENARON LOS OJOS DE LÁGRIMAS. SABRINA ERA YA UNA MUJER HECHA Y DERECHA Y, ADEMÁS, MUY HERMOSA, PERO HABÍA ADQUIRIDO LA DUREZA DE UNA ROCA. DIRIGÍA PERSONALMENTE UN COMPLEJO MINERO EN EL QUE TRABAJABAN CASI SEISCIENTOS HOMBRES, Y LO HACÍA TAL COMO LO HABÍA HECHO SU PADRE, PERO ¿PARA QUÉ? ERA RICA, MAS LLEVABA UNA VIDA INCREÍBLEMENTE SOLITARIA. TRABAJABA SIEMPRE HASTA MEDIANOCHE, NO PARABA DE VIGILAR Y DAR ÓRDENES A SUS HOMBRES, Y DESPEDÍA EN EL ACTO A LOS QUE NO CUMPLÍAN CON SU COMETIDO O SE PROPASABAN EN ALGO. PERO ESTABA PERDIENDO SU INNATA AMABILIDAD Y, PEOR AÚN, AQUELLA VIDA LA ESTABA DESTRUYENDO COMO MUJER, COSA QUE HANNAH OBSERVABA, PREOCUPADA, DÍA A DÍA. AMELIA LE HABÍA DICHO LO MISMO EN EL TRANSCURSO DE SU VISITA DEL AÑO ANTERIOR; PERO AL VER QUE SUS CONSEJOS NO LA HARÍAN CAMBIAR DE PARECER, RECOMENDÓ A HANNAH QUE NO INSISTIERA EN SUS ADVERTENCIAS Y QUE LE DIERA TIEMPO. «LLEGARÁ A SENTIRSE CANSADA DE ELLO —LE DIJO A HANNAH LA INTELIGENTE MUJER—. QUIZÁ EL DÍA EN QUE SE ENAMORE…»
¿PERO DE QUIÉN IBA A ENAMORARSE? ¿DE SU CABALLO? Y, EN REALIDAD, YA ESTABA ENAMORADA: DE SU TRABAJO. CUANDO NO ESTABA BREGANDO EN LAS MINAS, SE HALLABA LUCHANDO CON OTRO GRUPO DE HOMBRES EN LA COOPERATIVA DE VINICULTORES.
—NO PUEDO COMPRENDER CÓMO HAS PODIDO LLEGAR A ESTO —LE DIJO HANNAH, CASI DESESPERADA—. NI SIQUIERA TU PADRE QUERÍA TANTO A LAS MINAS. TE AMABA MÁS A TI.
—POR ESO ESTOY EN DEUDA CON ÉL. —ERA LA MISMA RESPUESTA DE SIEMPRE. NO HABÍA QUIEN LE SACARA AQUELLA OBSESIÓN. HANNAH MENEÓ LA CABEZA Y LE SIRVIÓ UN TROZO DE TARTA DE CHOCOLATE, EL MISMO TIPO DE PASTEL QUE VENÍA HACIÉNDOLE POR AQUELLA FECHA DESDE HACÍA VEINTIÚN AÑOS. SABRINA, SUAVIZANDO LA EXPRESIÓN, LE DIJO A SU VIEJA AMIGA—: ERES MUY BUENA CONMIGO, HANNAH.
—Y TÚ DEBIERAS SERLO CONTIGO MISMA. TU PADRE NUNCA TRABAJÓ TAN DURAMENTE COMO TÚ. ADEMÁS, SABÍA QUE AL LLEGAR A CASA TE ENCONTRARÍA A TI. ¿POR QUÉ NO VENDES DE UNA VEZ ESAS MALDITAS MINAS Y TE CASAS COMO DIOS MANDA?
PERO SABRINA NO PUDO HACER OTRA COSA QUE REÍR. ¿CON QUIÉN PODRÍA CASARSE? ¿CON UNO DE SUS MINEROS? ¿CON EL ENCARGADO GENERAL QUE HABÍA TOMADO DESPUÉS DE DESPEDIR A DAN? ¿CON SU BANQUERO DE LA CIUDAD? NINGUNO DE ELLOS LE INTERESABA, Y TENÍA DEMASIADAS COSAS QUE HACER.
—QUIZÁ ME PAREZCO MÁS A PAPÁ DE LO QUE TÚ CREES —LE DIJO, COMO SE LO HABÍA DICHO TAMBIÉN A AMELIA—. AL FIN Y AL CABO, NO SE CASÓ HASTA LOS CUARENTA Y CUATRO AÑOS.
—TÚ NO PUEDES ESPERAR TANTO —GRUÑÓ LA VIEJA.
—¿POR QUÉ?
—¿NO QUERRÁS TENER HIJOS ALGÚN DÍA?
SABRINA SE ENCOGIÓ DE HOMBROS. HIJOS… EN AQUEL MOMENTO, SÓLO PODÍA PENSAR EN LOS SETECIENTOS FRASCOS DE MERCURIO QUE TENÍA QUE ENVIAR AL ESTE, EN EL ESCRITORIO LLENO DE PAPELES, EN LOS HOMBRES QUE TENÍA QUE VIGILAR Y DESPEDIR, EN LAS INUNDACIONES QUE PUDIERAN PRESENTARSE, O EN LOS INCENDIOS QUE ERA NECESARIO PREVENIR… ¿HIJOS? ¿ACASO PODÍAN TENER UN LUGAR EN EL PROGRAMA DE SU VIDA? NO, NO LO TENÍAN, Y PROBABLEMENTE NO LO TENDRÍAN NUNCA. NO CREÍA HABERSE PERDIDO NADA. NO PODÍA IMAGINARSE HACIENDO EL PAPEL DE MADRE. TENÍA MUCHAS OTRAS COSAS EN SU MENTE, DEMASIADAS; COMO, POR EJEMPLO… EN CUANTO SE HUBO COMIDO EL TROZO DE TARTA, SUBIÓ A SU HABITACIÓN PARA HACER LA MALETA. TAL COMO LE HABÍA DICHO A HANNAH, TENÍA QUE IR A SAN FRANCISCO.
—¿SOLA? —LE HABÍA PREGUNTADO LA VIEJA, COMO OTRAS VECES.
—PARA NO IR SOLA, ¿QUIÉN CREES QUE DEBERÁ ACOMPAÑARME? —RESPONDIÓ SABRINA SONRIENDO—. ¿MEDIA DOCENA DE MIS HOMBRES PARA QUE ME HAGAN DE CARABINAS?
—ERES UNA DESCARADA, NIÑA.
—YA LO SÉ. —HABÍA OÍDO ESE COMENTARIO MUCHAS VECES—. PERO ME PARECE QUE YA TENGO LA SOLUCIÓN. TE LLEVARÉ CONMIGO.
—YA SABES CÓMO ME MAREA ESE BARCO.
—ENTONCES, TENDRÉ QUE IR SOLA. —A ELLA NO LE IMPORTABA. LOS VIAJES A SAN FRANCISCO SIEMPRE LE DABAN OCASIÓN DE PENSAR, Y ADEMÁS LE PERMITÍAN VISITAR LA MANSIÓN THURSTON. AÚN LE CAUSABA ANGUSTIA ENTRAR EN LA HABITACIÓN DONDE HABÍA MUERTO SU PADRE, PERO LA CASA ERA MUY HERMOSA Y ERA UNA LÁSTIMA QUE NADIE VIVIERA EN ELLA. ALLÍ NO DISPONDRÍA DE SERVICIO. COMO OTRAS VECES, ABRIRÍA ELLA MISMA LA CASA Y ATENDERÍA A SUS PROPIAS NECESIDADES DURANTE LOS POCOS DÍAS QUE LA OCUPARÍA—. AHORA, HANNAH —PROSIGUIÓ—, TODO EL MUNDO ME TIENE POR UN BICHO RARO. PERO DENTRO DE UNOS AÑOS SERÉ DE LO MÁS ACEPTABLE. SERÉ «ESA VIEJA LOCA QUE DIRIGE PERSONALMENTE SUS MINAS DESDE HACE AÑOS». Y A NADIE LE EXTRAÑARÁ QUE VIAJE SOLA, QUE TOME UN BARCO O QUE VAYA A LA CIUDAD SIN MI DONCELLA. PODRÉ HACER CUANTO SE ME ANTOJE. —SE ECHÓ A REÍR Y, POR UN MOMENTO, VOLVIÓ A SENTIRSE NIÑA—. ¡CON QUÉ IMPACIENCIA ESPERO LA LLEGADA DE ESE MOMENTO!
—NO TARDARÁ MUCHO EN LLEGAR. —HANNAH LA MIRÓ CON LÁSTIMA. NO ERA AQUELLO LO QUE QUERÍA PARA LA CRIATURA QUE HABÍA CRIADO—. PRONTO SERÁS VIEJA, Y HABRÁS MALGASTADO LOS MEJORES AÑOS DE TU VIDA.
PERO, PARA SABRINA, NO ERAN AÑOS MALGASTADOS. SE SENTÍA SATISFECHA DE LO QUE HABÍA LOGRADO. EN CAMBIO, RARA VEZ RECIBÍA EL APLAUSO O LA REPROBACIÓN DE LOS DEMÁS. LA CONSIDERABAN TEMERARIA, INDEPENDIENTE Y, SOBRE TODO, MUY RARA; PERO TAMBIÉN SE HABÍA ACOSTUMBRADO A ELLO. LLEVABA LA CABEZA UN POCO MÁS ALTA QUE ANTES, Y SU LENGUA ERA MÁS AFILADA QUE EN CUALQUIER OTRO MOMENTO DE SU VIDA. ERA TAN RÁPIDA EN LAS RÉPLICAS COMO EN SACAR SU PISTOLA DE PLATA DEL CAJÓN DEL ESCRITORIO. EN EL FONDO, SABÍA QUE HABÍA OBRADO CORRECTAMENTE, Y SE SENTÍA COMPLACIDA DE CUANTO HABÍA HECHO. Y CREÍA EN SECRETO QUE SU PADRE HABRÍA PENSADO LO MISMO. QUIZÁ NO ERA AQUELLO LO QUE ÉSTE HUBIERA DESEADO PARA ELLA, PERO HABRÍA MIRADO CON RESPETO CUANTO HABÍA CONSEGUIDO SU HIJA EN AQUELLOS TRES LARGUÍSIMOS AÑOS. LA PROPIA SABRINA ESTABA SORPRENDIDA DE LOS LOGROS OBTENIDOS EN AQUEL CORTO PLAZO. PERO SU ÉXITO NO ERA DE EXTRAÑAR. HABÍA TRABAJADO TAN DURAMENTE… EN TODO ELLO PENSABA MIENTRAS BAJABA LA ESCALERA LLEVANDO UNA MALETA EN UNA MANO Y UNA CAPA SOBRE EL BRAZO OPUESTO.
—REGRESARÉ DENTRO DE TRES DÍAS.
BESÓ A HANNAH EN LA MEJILLA Y VOLVIÓ A DARLE LAS GRACIAS POR LA TARTA DE CUMPLEAÑOS. LA VIEJA MIRÓ A SABRINA CON LÁGRIMAS EN LOS OJOS MIENTRAS LA MUCHACHA PONÍA EN MARCHA EL AUTOMÓVIL. HANNAH PENSÓ QUE LA CHICA NUNCA SABRÍA LO QUE SE ESTABA PERDIENDO. POR GRANDES QUE FUERAN SU ENERGÍA Y SU INDEPENDENCIA, HABÍA UN VACÍO EN SU EXISTENCIA MUY DIFÍCIL DE LLENAR. AQUÉLLA NO ERA VIDA PARA ELLA, NI LO HABÍA SIDO DURANTE LOS TRES ÚLTIMOS AÑOS.
SABRINA CONDUJO ELLA MISMA EL COCHE HASTA NAPA Y LO DEJÓ EN LOS ESTABLOS CERCANOS AL MUELLE, COMO OTRAS VECES. HABÍA SIDO UNA DE LAS PRIMERAS PERSONAS DE NAPA EN TENER AUTOMÓVIL, LO QUE, COMO TODO LO DEMÁS QUE HACÍA, FUE OBJETO DE COMENTARIOS DURANTE VARIOS MESES. PERO A SABRINA LE DABA LO MISMO; AQUEL NUEVO MEDIO DE LOCOMOCIÓN SUPONÍA UNA GRAN COMODIDAD PARA ELLA. CASI TODOS LOS DÍAS, AÚN TOMABA SU VIEJO CABALLO PARA IR A LAS MINAS, PERO LE ENCANTABA USAR EL AUTOMÓVIL CUANDO IBA A PUNTOS MÁS LEJANOS; SOBRE TODO, CUANDO TENÍA QUE IR A NAPA PARA TOMAR EL VAPOR CON DESTINO A LA CIUDAD. LE AHORRABA MUCHO TIEMPO. Y ESTA VEZ, DESPUÉS DE SUBIR AL BARCO, PASÓ CUATRO HORAS EN SU CABINA LEYENDO LOS PAPELES QUE HABÍA LLEVADO CONSIGO. QUERÍA HABLAR CON SU BANQUERO SOBRE OTRAS TIERRAS QUE QUERÍA COMPRAR, Y SABÍA QUE ANTES DE CONSEGUIR SU PROPÓSITO TENDRÍA QUE ESCUCHAR EL HABITUAL CONSEJO DE QUE MEJOR SERÍA QUE VENDIESE LOS VIÑEDOS Y LAS MINAS O QUE PUSIERA A UN HOMBRE ADECUADO FRENTE A SUS NEGOCIOS. NO SE LES OCURRÍA A QUIENES ASÍ LA ACONSEJABAN QUE HABÍA MUY POCOS HOMBRES QUE HUBIERAN PODIDO CUMPLIR CORRECTAMENTE AQUEL COMETIDO. BUENO, AGUANTARÍA UN CONSEJO MÁS… SABRINA SOLÍA SONREÍRLE CORTÉSMENTE AL BANQUERO E INSISTÍA EN QUE SE LLEVARA A CABO LA OPERACIÓN QUE TENÍA PREVISTA Y, A DECIR VERDAD, EL HOMBRE SIEMPRE QUEDABA SORPRENDIDO POR LA ORIGINALIDAD Y SENSATEZ DE LAS IDEAS DE LA JOVEN. «¿QUIÉN LE ACONSEJÓ ESTO? —LE PREGUNTABA, Y SOLÍA AÑADIR—: SUPONGO QUE SERÁ IDEA DE SU ENCARGADO GENERAL». ERA INÚTIL EXPLICARLE QUE SE TRATABA DE UNA IDEA PROPIA, LO QUE ESTABA MÁS ALLÁ DE LA COMPRENSIÓN DEL BANQUERO. Y ELLA SABÍA QUE AQUELLA VEZ, CUANDO FUERA A VERLE AL DÍA SIGUIENTE, SUCEDERÍA LO MISMO DE SIEMPRE. PERO EL HOMBRE CUMPLÍA TODAS SUS INSTRUCCIONES, Y SABRINA CONSEGUÍA DE ÉL CUANTO DESEABA.
TANTO EL BANQUERO COMO LAS DEMÁS PERSONAS CON QUIENES TRATABA HABÍAN APRENDIDO A CONFIAR EN ELLA A LO LARGO DE TRES AÑOS, LO MISMO QUE SUS OBREROS, AUNQUE MUCHOS RARAMENTE COMPRENDIERAN LO QUE HACÍA O POR QUÉ LO LLEVABA A CABO. Y TODO, EXCLUSIVAMENTE, LO HABÍA APRENDIDO DE JEREMIAH.
CERRÓ LA MALETA AL NOTAR EL PEQUEÑO CHOQUE DEL BUQUE CONTRA EL MUELLE. ESTA VEZ NO HABÍA SALIDO DEL CAMAROTE EN TODO EL VIAJE. DESPUÉS DE LA PANTAGRUÉLICA COMIDA DE CUMPLEAÑOS QUE HANNAH LE HABÍA OFRECIDO, NO HABÍA SENTIDO NECESIDAD DE TOMAR NADA Y, ADEMÁS, EL TRABAJO EN QUE SE HABÍA ENFRASCADO DURANTE AQUELLAS CUATRO HORAS NO LE HABÍA PERMITIDO PENSAR EN NADA MÁS. PERO AHORA SENTÍA VERDADEROS DESEOS DE RELAJARSE CON UN BAÑO CALIENTE EN LA MANSIÓN THURSTON. EL AGUA DEL DEPÓSITO TARDARÍA ALGÚN TIEMPO EN CALENTARSE, PERO ELLO LE PERMITIRÍA ASEGURARSE DE QUE, EN LA CASA, TODO SEGUÍA EN BUENAS CONDICIONES. HACÍA VARIOS MESES QUE NO HABÍA IDO A LA CIUDAD, Y SIEMPRE ERA LA ÚNICA QUE ENTRABA EN LA CASA, AUNQUE SU BANCO ESTABA AUTORIZADO PARA VIGILARLA DE VEZ EN CUANDO, PARA LO CUAL HABÍA DADO UN JUEGO DE LLAVES AL DIRECTOR.
METIÓ LA SUYA EN LA CERRADURA TAN PRONTO COMO EL COCHE SE DETUVO. PRIMERO, TENÍA QUE ABRIR LA ENORME PUERTA DE LA VERJA, Y DESPUÉS, EL VEHÍCULO QUE LA LLEVABA RECORRÍA EL CAMINO DE ENTRADA Y LA DEJABA DELANTE DE LA CASA. LO MISMO HIZO AQUEL DÍA Y, CUANDO SE HALLÓ EN EL INTERIOR, TUVO QUE IR A TIENTAS ANTES DE PODER ENCENDER LA LUZ. CUANDO LO HUBO CONSEGUIDO, ENTRÓ LA MALETA Y CERRÓ LA PUERTA. SE SENTÍA CANSADA. SE DETUVO UN MOMENTO Y MIRÓ A SU ALREDEDOR. Y DE PRONTO SINTIÓ LÁGRIMAS EN LOS OJOS; ALGO QUE NO LE SUCEDÍA DESDE HACÍA MUCHO TIEMPO. TENÍA VEINTIÚN AÑOS Y NO COMPARTÍA LA VIDA CON NADIE… Y AQUÉLLA ERA LA CASA EN QUE SU PADRE HABÍA MUERTO… ESA NOCHE, SE SENTÍA MÁS TRISTE QUE OTRAS VECES, Y MÁS SOLA, Y MÁS AÑORABA A SU PADRE. LAMENTABA CASI HABER VENIDO. Y, MÁS TARDE, DURANTE EL TIEMPO QUE PERMANECIÓ EN LA BAÑERA DE SU SUITE, REMEMORÓ LOS TRES ÚLTIMOS AÑOS, PENSÓ EN LO DIFÍCILES QUE HABÍAN SIDO, EN LAS PERSONAS QUE LE HABÍAN DEMOSTRADO SU MALEVOLENCIA, QUE LE HABÍAN HECHO PASAR MALOS RATOS, INCLUIDA HANNAH, QUE A MENUDO SE HABÍA COMPORTADO COMO UNA VIEJA DESCORTÉS Y REGAÑONA. NADIE COMPRENDÍA EL SENTIDO DEL DEBER O EL AFÁN QUE LA IMPELÍA A SEGUIR LLEVANDO LAS MINAS POR SÍ MISMA. EN VEZ DE ELLO, TODOS QUERÍAN VERLA FRACASAR O QUITARLE EL FRUTO DE SU DURO TRABAJO. POR LO MENOS, JOHN HARTE HABÍA DEJADO DE INTENTAR COMPRARLE LAS MINAS, LO QUE NO DEJABA DE SER UN ALIVIO. SE PREGUNTÓ SI DAN RICHFIELD TRABAJARÍA AÚN PARA ÉL. SE IMAGINÓ QUE SÍ, PERO NO HABÍA VUELTO A LAS MINAS PARA MOLESTARLA A PESAR DE QUE YA HABÍA TRANSCURRIDO MUCHO TIEMPO DESDE LA NOCHE EN QUE SABRINA TUVO QUE DISPARARLE A TRAVÉS DEL CRISTAL DE LA PUERTA. AQUEL PENSAMIENTO LA HIZO MIRAR HACIA LA REPISA DE LA ROSADA BAÑERA DE MÁRMOL EN QUE HABÍA DEJADO SU PISTOLA DE PLATA. NUNCA LA TENÍA MUY LEJOS DE ELLA Y LA DEJABA SIEMPRE SOBRE LA MESILLA DE NOCHE MIENTRAS DORMÍA. HABRÍA DEBIDO PONERLA DEBAJO DE LA ALMOHADA, PERO EL GATILLO ERA DEMASIADO RÁPIDO, COMO DAN HABÍA TENIDO OCASIÓN DE COMPROBAR. EN REALIDAD, LLEVABA UNA VIDA DE CONSTANTE TENSIÓN, MAS HABÍA LLEGADO A ACOSTUMBRARSE A ELLA. Y, AUNQUE NO TOTALMENTE, CADA VEZ QUE IBA A SAN FRANCISCO, OLVIDABA TODAS LAS PRECAUCIONES. SAN FRANCISCO ERA TAN COSMOPOLITA, TAN URBANA… ALLÍ, CASI NADIE SABÍA QUIÉN ERA ELLA. NADIE CHISMEABA O SE DETENÍA PARA SEÑALARLA CON EL DEDO, COMO HACÍAN EN NAPA, EN CALISTOGA O EN SANTA ELENA… «¡MIRAD, ES LA MUJER QUE LLEVA SUS MINAS ELLA MISMA…! SÍ, LA HIJA DE THURSTON… ESTÁ COMO UNA CABRA… ES MÁS DURA QUE UNA ROCA…» PARA AQUELLA GENTE, HABÍA MIL MANERAS DISTINTAS DE DESCRIBIRLA, Y SABRINA LAS HABÍA OÍDO TODAS; PERO, ALLÍ, EN SAN FRANCISCO, NADIE SE PREOCUPABA DE NADIE. INCLUSO PODÍA HACERSE LA ILUSIÓN DE QUE NO ERA QUIEN ERA COMPRÁNDOSE UNA ROSA PARA PONÉRSELA EN LA SOLAPA O UN RAMILLETE DE VIOLETAS PARA ADORNARSE EL PELO. ALLÍ, NO TENÍA QUE TEMER LO QUE DIRÍAN SUS OBREROS SI LA VEÍAN MÁS FEMENINA QUE DE COSTUMBRE. PODÍA INCLUSO FINGIR QUE ERA UNA CHIQUILLA.
Y AQUELLO FUE LO QUE HIZO AL VOLVER DEL BANCO. REGRESÓ A CASA DANDO UN PASEO, SE COMPRÓ UN RAMO DE FRAGANTES FLORES PARA PONERLAS EN UN JARRO EN LA MANSIÓN THURSTON Y, CON UN GESTO IMPREMEDITADO, MIENTRAS SEGUÍA ANDANDO HACIA LA CASA, SE QUITÓ LAS HORQUILLAS DEL PELO Y DEJÓ QUE SU LARGA CABELLERA NEGRA FLOTASE EN EL AIRE DE LA BRISA ESTIVAL. UNA ESPONTÁNEA SONRISA ILUMINÓ LA SERIEDAD DE SU ROSTRO… VIVIR ALLÍ ERA MUCHO MÁS FÁCIL. Y AGRADABLE… A PESAR DE LA TRAGEDIA QUE HABÍA SUCEDIDO EN LA MANSIÓN THURSTON, SABRINA SEGUÍA TENIÉNDOLE CARIÑO. EN AQUEL MOMENTO, MIENTRAS SUBÍA LA SUAVE CUESTA DE NOB HILL, SE SINTIÓ EXTRAÑAMENTE FELIZ, MÁS DICHOSA QUE EN MUCHO TIEMPO… DE PRONTO, SUS PENSAMIENTOS FUERON INTERRUMPIDOS POR UN AUTOMÓVIL QUE SE DETUVO DELANTE DE ELLA. EL CONDUCTOR SE QUEDÓ MIRÁNDOLA CON PERPLEJIDAD Y LUEGO SE ECHÓ A REÍR.
—¡DIOS MÍO, PERO SI ES LA SEÑORITA THURSTON!
ERA JOHN HARTE AL VOLANTE DE UN COCHE. PARECÍA ESTAR DISFRUTANDO TAMBIÉN DE UNAS HORAS DE LIBERTAD.
—SÍ, SOY YO. ¿PUEDO SABER DÓNDE HA ROBADO ESE COCHE, SEÑOR HARTE?
—NO TEMA, TENGO MUCHA EXPERIENCIA. ¿PUEDO LLEVARLA A ALGÚN SITIO?
AMBOS SE HALLABAN EN TERRENO NEUTRAL. SABRINA LE MIRÓ SONRIENDO Y DECIDIÓ DEJARSE DE PREJUICIOS. SI HARTE VOLVÍA A INSISTIR EN COMPRARLE LAS MINAS, SIEMPRE LE QUEDABA EL RECURSO DE BAJAR DEL COCHE Y SEGUIR SU CAMINO ANDANDO. AL FIN Y AL CABO, NO IBA A RAPTARLA. Y, ADEMÁS, ¿QUIÉN HABRÍA PAGADO EL RESCATE?
—ESTÁ BIEN. —LA DIVERTÍA VER EL COCHE QUE JOHN HABÍA COMPRADO. ERA EL MISMO MODELO T QUE ELLA TENÍA DESDE HACÍA DOS AÑOS, CON LA SOLA DIFERENCIA DE QUE AQUÉL ERA MÁS NUEVO Y ALGO MEJORADO EN ALGUNOS ASPECTOS. AL PARECER, CADA AÑO LE AÑADÍAN UN MONTÓN DE NUEVAS CHUCHERÍAS—. ¿LE GUSTA SU NUEVO COCHE?
—CREO QUE ESTOY ENAMORADO DE ÉL. —HARTE SONRIÓ MIRANDO EL PARABRISAS Y EL CAPÓ ANTES DE VOLVERSE HACIA LA JOVEN—. ES BONITO, ¿VERDAD?
SABRINA RIÓ.
—ES CASI TAN BONITO COMO EL MÍO. —LA MUCHACHA SONRIÓ AL VER LA CARA DE SORPRESA DE HARTE, QUIEN ACABÓ POR SOLTAR UNA CARCAJADA.
—¿TIENE UNO COMO ÉSTE?
—SÍ. CASI NUNCA LO USO EN SANTA ELENA. PARA AQUEL LUGAR, MI RUANO PARECE MÁS APROPIADO. —FINALMENTE, HABÍA VENDIDO EL CABALLO PREFERIDO DE SU PADRE. NUNCA LO UTILIZABA Y HABÍA ENVEJECIDO—. PERO COJO EL AUTOMÓVIL CUANDO VOY MÁS LEJOS.
HARTE LA MIRÓ COMO SI ACABARA DE VERLA POR PRIMERA VEZ.
—ES USTED UNA MUCHACHA MUY PECULIAR. ES UNA LÁSTIMA QUE, EN CIERTO MODO, SEAMOS ENEMIGOS. DE LO CONTRARIO SERÍAMOS BUENOS AMIGOS.
—SI PERDIERA USTED LA MANÍA DE QUERER COMPRAR MIS MINAS CADA VEZ QUE NOS VIÉRAMOS, QUIZÁ PODRÍAMOS SERLO.
SABRINA SE PREGUNTÓ EN EL ACTO QUÉ PENSARÍA DE ELLO LA AMANTE INDIA DE HARTE, PERO CONSIDERÓ QUE HABRÍA SIDO UNA TREMENDA FALTA DE TACTO MENCIONAR EL TEMA EN AQUEL MOMENTO.
—ASÍ QUE SIGUE EMPEÑADA EN NO VENDER NADA, ¿VERDAD? —YA NO PARECIÓ TAN PREOCUPADO POR AQUELLA CUESTIÓN.
SABRINA MENEÓ LA CABEZA.
—YA SE LO DIJE. LAS MINAS THURSTON NO SE VENDERÁN HASTA DESPUÉS DE MI MUERTE.
—¿Y QUÉ ME DICE DE LOS VIÑEDOS?
HARTE HABLABA MÁS POR CURIOSIDAD QUE POR OTRA COSA. LE ENCANTABAN EL NUEVO BRILLO QUE HABÍA EN LOS OJOS DE SABRINA, LA CABELLERA SUELTA, LAS FRAGANTES FLORES EN EL PELO. ERA UNA MUCHACHA HERMOSA DE VERDAD. ÉL NUNCA SE HABÍA DADO CUENTA DE ELLO. PERO TAMBIÉN ERA UN HUESO DURO DE ROER PARA CUALQUIER HOMBRE. HARTE HABÍA TENIDO OCASIÓN DE COMPROBARLO. SERÍA UN SERIO INCONVENIENTE PARA ELLA DURANTE MUCHOS AÑOS. SE PREGUNTÓ QUÉ PODRÍA HACER AQUELLA MUCHACHA CUANDO NO ESTABA TRABAJANDO EN LAS MINAS. LA OBSERVÓ CON INTERÉS MIENTRAS ELLA LE RESPONDÍA:
—MIS VIÑEDOS TAMBIÉN SE IRÁN A LA TUMBA CONMIGO.
—AL PARECER, NO LE PREOCUPA NO TENER HEREDEROS PARA DEJÁRSELOS.
SABRINA SE ENCOGIÓ DE HOMBROS Y DIJO:
—NO SE PUEDE TENER TODO EN ESTE MUNDO, SEÑOR HARTE. DE MOMENTO TENGO LO QUE ME GUSTA… LAS MINAS, LAS UVAS, LA TIERRA… ES LO MISMO QUE AMABA MI PADRE. ME SENTIRÍA INDIGNA DE ÉL SI ABANDONARA ALGUNA DE ESAS COSAS. VENDER ALGUNA DE ELLAS SERÍA COMO VENDER UNA PARTE DE ÉL.
ASÍ PUES, AQUÉLLA ERA LA RAZÓN DE SUS NEGATIVAS… SI LO HUBIERA SABIDO ANTES, NO HABRÍA PERDIDO TANTO TIEMPO CON SUS PROPUESTAS DE COMPRA.
—DEBÍA DE TENERLE UNA GRAN DEVOCIÓN.
SABRINA LE SONRIÓ MIENTRAS LLEGABAN A LAS CERCANÍAS DE LA MANSIÓN THURSTON.
—SÍ, SIEMPRE SE LA TUVE. Y ÉL SIEMPRE FUE MUY BUENO CONMIGO. POR ELLO CONSIDERO MUY JUSTO QUE CONTINÚE LO QUE ÉL CREÓ.
LA MIRADA DE ÉL SE POSÓ EN LOS OJOS DE LA MUCHACHA.
—PERO QUÉ PENOSA CARGA DEBE DE SUPONER ESO PARA USTED, ALGUNAS VECES…
SABRINA ASINTIÓ, SINTIENDO UNA SÚBITA NECESIDAD DE SINCERARSE CON ÉL. TENÍA QUE DECÍRSELO A ALGUIEN.
—SÍ, A VECES LO ES. —SOLTÓ UN SUSPIRO Y MIRÓ EL AMPLIO ESPACIO QUE LA RODEABA—. PERO TAMBIÉN HAY LA COMPENSACIÓN DEL SENTIMIENTO DE VICTORIA QUE SE EXPERIMENTA AL SOBREVIVIR A TANTAS DIFICULTADES Y AL VER QUE SE HA HECHO UNA BUENA TAREA. A DECIR VERDAD, AQUEL PRIMER AÑO FUE TERRIBLE… CUANDO TODOS AQUELLOS HOMBRES SE MARCHARON Y TUVE QUE DESPEDIR A DAN RICHFIELD… —SE ENCOGIÓ DE HOMBROS MIRANDO A HARTE—. PERO ESO SUCEDIÓ HACE YA TRES AÑOS, Y AHORA TODO MARCHA BIEN. —SONRIÓ—. POR LO TANTO, NO SE HAGA ILUSIONES SOBRE LA POSIBILIDAD DE COMPRARME NADA.
—QUIZÁ VUELVA A INTENTARLO ALGUNA VEZ, SEÑORITA THURSTON. LO LLEVO EN LA SANGRE.
AMBOS RIERON, Y ELLA LE INDICÓ EL CAMINO DE LA MANSIÓN THURSTON.
—BUENO, A MÍ ME BASTARÁ CON RECHAZAR DE NUEVO SU OFRECIMIENTO.
—Y YO TENDRÉ QUE CONFORMARME, UNA VEZ MÁS, ANTE SU NEGATIVA. DE TODOS MODOS VOY ACOSTUMBRÁNDOME A ELLAS.
—ESTUPENDO. ES AHÍ.
SABRINA SEÑALÓ LA PUERTA DE LA VERJA QUE, NATURALMENTE, ESTABA CERRADA CON LLAVE, BAJÓ Y FUE A ABRIRLA. HABÍA SIDO UN ENCUENTRO INESPERADO, Y NO PRECISAMENTE DESAGRADABLE. ALLÍ, EL AMBIENTE ERA MENOS TENSO. EN AQUEL MOMENTO NO ERAN RIVALES. SÓLO ERAN DOS SERES NORMALES QUE NO TENÍAN POR QUÉ ODIARSE. ELLA LLEVABA FLORES EN EL PELO, Y ÉL SU COCHE RECIÉN COMPRADO. NO ERAN LAS PERSONAS QUE SOLÍAN SER. SABRINA LE DIRIGIÓ UNA RISUEÑA MIRADA Y LE DIJO:
—A PARTIR DE AQUÍ PUEDO CONTINUAR SOLA, ANDANDO.
—¿DE VERAS? ¿NO PREFIERE QUE LA DEJE EN LA PUERTA DE LA CASA, SEÑORITA THURSTON?
HARTE ESTABA DANDO MUESTRAS DE UNA GRAN CORTESÍA, ELEMENTO QUE NUNCA HABÍA FORMADO PARTE DE SUS RELACIONES. DURANTE LOS ÚLTIMOS TRES AÑOS, HABÍAN SIDO ARCHIENEMIGOS, Y AHORA LA CASUALIDAD LOS HABÍA REUNIDO EN UN MOMENTO Y EN UN LUGAR POCO ADECUADO PARA PENSAR SIQUIERA EN LAS VIEJAS RENCILLAS O EN LOS PROBLEMAS CAUSADOS POR LAS MINAS. EN ESTE INSTANTE, NAPA QUEDABA MUY LEJOS, HARTE SE HABÍA VUELTO INESPERADAMENTE INOFENSIVO, Y SABRINA, CON SUS LOZANOS VEINTIÚN AÑOS, SENTÍA UNA RENOVADA ILUSIÓN POR LA VIDA.
—MUY BIEN. SI INSISTE, SEÑOR HARTE… —LE PERMITIÓ QUE LA DEJARA DELANTE DE LA PUERTA PRINCIPAL. ENTONCES, SABRINA, TRAS UN MOMENTO DE VACILACIÓN, SE VOLVIÓ HACIA ÉL CON UNA SONRISITA Y LE DIJO—: SI ME PROMETE QUE NO VOLVERÁ A MENCIONAR MIS MINAS, ME ENCANTARÁ INVITARLE A TOMAR UNA TAZA DE TÉ O UNA COPA DE OPORTO. ¡PERO ANTES TIENE QUE JURARME LO QUE HE DICHO!
EL HOMBRE JURÓ CON CÓMICA SOLEMNIDAD LO QUE SE LE PEDÍA, LO QUE PROVOCÓ LA RISA DE AMBOS. SABRINA ENTRÓ EN LA CASA SEGUIDA DE HARTE, QUIEN NO ESTABA PREPARADO PARA VER LO QUE APARECIÓ ANTE SUS OJOS. ERA LA MANSIÓN MÁS ESPLÉNDIDA QUE HUBIERA VISTO EN SU VIDA, Y NO PORQUE A SUS CUARENTA Y NUEVE AÑOS NO HUBIERA VISTO UNAS CUANTAS; PERO LA MANSIÓN THURSTON ERA ESPECTACULAR. COMO TODOS LOS QUE LA VEÍAN POR PRIMERA VEZ, JOHN HARTE SE QUEDÓ EXTASIADO DEBAJO DE LA CÚPULA MULTICOLOR. HACÍA TRES AÑOS QUE SABRINA HABÍA HECHO CAMBIAR TODOS LOS CRISTALES. AHORA, NI ALLÍ NI EN EL RESTO DE LA MANSIÓN QUEDABA POR REPARAR NINGUNO DE LOS DAÑOS CAUSADOS POR EL TERREMOTO. INCLUSO HABÍA HECHO CAMBIAR LA PUERTA DE LA ENTRADA PRINCIPAL, QUE HABÍA SIDO CHAMUSCADA POR EL FUEGO ANTES DE QUE, MILAGROSAMENTE, EL VIENTO CAMBIARA DE DIRECCIÓN Y LO ALEJARA DE AQUEL LUGAR.
—DIOS MÍO… ¿CÓMO PUEDE USTED VIVIR EN OTRA PARTE? —PREGUNTÓ HARTE, ADMIRADO.
SABRINA SONRIÓ. HABÍAN ACORDADO NO HABLAR DE LAS MINAS, Y NO QUERÍA SER ELLA QUIEN ROMPIERA EL PACTO.
—TENGO OTRO PESCADO QUE FREÍR.
LA RESPUESTA DE LA MUCHACHA HIZO REÍR AL INVITADO.
—SÍ, POR SUPUESTO. PERO SI YO FUERA DUEÑO DE ESTA CASA, LO ABANDONARÍA TODO SÓLO PARA PODER VIVIR AQUÍ.
SABRINA LE MIRÓ CON CÓMICO DESALIENTO. SE ENCONTRABA DE UN BUEN HUMOR POCO COMÚN EN ELLA.
—¿ACASO PIENSA ROMPER SU PROMESA PARA PEDIRME SI QUIERO VENDÉRSELA, SEÑOR HARTE?
—NO. PERO HE DE DECIRLE QUE NUNCA HABÍA VISTO NADA TAN MARAVILLOSO COMO ESTA CASA. ¿CUÁNDO FUE CONSTRUIDA?
HARTE RECORDABA VAGAMENTE HABER OÍDO HABLAR DE ELLA, Y NUNCA LA HABÍA VISTO, POR LO QUE SABRINA LE EXPLICÓ SU HISTORIA A GRANDES RASGOS.
—MI PADRE LA HIZO CONSTRUIR EN 1886. DOS AÑOS ANTES DE QUE YO NACIERA… —DE PRONTO, JOHN HARTE LA MIRÓ CON EXPRESIÓN DE SORPRESA—. ¿HE DICHO ALGO INCORRECTO?
ÉL MENEÓ LA CABEZA.
—NO… SÓLO ME HA SORPRENDIDO OÍRLE DECIR ESO… ME HA HECHO DAR CUENTA DE QUE MI MAYOR COMPETIDOR NO TIENE MÁS QUE VEINTIÚN AÑOS. PORQUE TIENE VEINTIUNO, ¿VERDAD?
DIRIGIÉNDOLE UNA SONRISA QUE ILUMINÓ SU BELLEZA, SABRINA, RESPONDIÓ:
—DESDE AYER.
—FELIZ CUMPLEAÑOS, PUES —LE DIJO HARTE CON VOZ TAN SUAVE QUE PARECÍA PRESAGIAR EL FIN DE LAS HOSTILIDADES ENTRE LOS DOS.
—GRACIAS.
SABRINA LO CONDUJO A UN SALONCITO, DONDE SE SENTARON PARA TOMAR UNA COPA DE OPORTO. LA MUCHACHA NO TENÍA NADA MÁS FUERTE QUE OFRECERLE, PERO HARTE QUEDÓ SATISFECHO CON EL VINO. EN REALIDAD, PARECÍA COMPLETAMENTE FELIZ. COMO NO LO HABÍA SIDO DURANTE MUCHOS AÑOS, LO MISMO QUE ELLA.
—¿CÓMO CELEBRÓ USTED SU CUMPLEAÑOS? —EL HOMBRE LA MIRABA CON CRECIENTE INTERÉS. HABÍA MÁS DE LO QUE CREÍA EN AQUELLA MUCHACHA… TANTA ENERGÍA, TANTAS CUALIDADES LATENTES… Y AQUELLA PROFUNDIDAD INTERIOR QUE ÉL NUNCA HABÍA ADVERTIDO Y QUE AHORA CAPTABA TAN CLARAMENTE…
—DE UN MODO MUY SENCILLO. HE VENIDO A LA CIUDAD. —SE ENCOGIÓ DE HOMBROS—. SUPONGO QUE NO IRÍA USTED A CREER QUE LOS MINEROS ME HICIERON UNA TARTA DE CUMPLEAÑOS… —SABRINA RIÓ, PERO HARTE SINTIÓ LÁSTIMA POR ELLA. DE HECHO, AQUELLA MUCHACHA NO TENÍA A NADIE, EXCEPTO LOS HOMBRES QUE TRABAJABAN A SUS ÓRDENES, Y ÉL SABÍA EL RESENTIMIENTO QUE AÚN LE TENÍAN, Y QUE SIEMPRE LE TENDRÍAN. HABRÍA TENIDO QUE MORIR HEROICAMENTE EN UN INCENDIO DE LA MINA PARA QUE LE COBRARAN AFECTO.
DESPUÉS DE OBSERVARLA EN SILENCIO, JOHN HARTE DIJO:
—ES USTED MUY JOVEN PARA LLEVAR TANTO PESO SOBRE LAS ESPALDAS, SEÑORITA THURSTON. ¿NO SIENTE A VECES GANAS DE ABANDONARLO TODO Y ESCAPAR CORRIENDO?
SABRINA LE MIRÓ CON OJOS SINCEROS Y RECONOCIÓ:
—SÍ. ESO ME SUCEDE CUANDO VENGO AQUÍ. ME IMAGINO QUE ALGO PARECIDO DEBE DE PASARLE A USTED.
HARTE ASINTIÓ CON LA CABEZA. SU VIDA HABÍA SIDO TAN INTENSA Y ESCLAVIZADA COMO LA DE ELLA. PARECÍA INJUSTO QUE SABRINA SE HUBIERA VISTO ATRAPADA EN SUS MINAS, SOBRE TODO, CONSIDERANDO LA INGRATITUD DE SUS HOMBRES. HARTE SEGUÍA SABIÉNDOLO TODO POR LOS COMENTARIOS DE SUS PROPIOS TRABAJADORES Y POR LOS QUE ELLA DESPEDÍA O QUE SE HABÍA NEGADO A ADMITIR Y QUE, LUEGO, IBAN A PEDIRLE TRABAJO A ÉL. PERO SIEMPRE IBAN PRIMERO A LAS MINAS THURSTON PORQUE ELLA PAGABA MEJOR. CON LO QUE LES DESAGRADABA TRABAJAR PARA SABRINA, NO TENÍA OTRO REMEDIO QUE PAGARLOS BIEN. NO SE TRATABA DE NADA PERSONAL; SÓLO SE SENTÍAN HERIDOS EN SU DIGNIDAD POR EL HECHO DE TRABAJAR PARA UNA MUJER, Y PARA UNA MUJER JOVEN POR SI FUERA POCO. HARTE VOLVIÓ A SENTIR DESEOS DE PROTEGERLA. ALLÍ ESTABA SABRINA, EN SU ENORME Y BELLA MANSIÓN. POSEÍA, ADEMÁS, LAS MINAS, LOS VIÑEDOS… LO TENÍA TODO Y, A LA VEZ, NADA. SU PEQUEÑA INDIA, LUNA DE PRIMAVERA, TENÍA MUCHO MÁS: PAZ, RESPETO, SEGURIDAD Y, CUANDO MENOS, A ÉL.
—QUIÉN DIRÍA AHORA QUE SOMOS COMPETIDORES, ¿VERDAD?
SABRINA SE ENCOGIÓ DE HOMBROS Y DIJO:
—SUPONGO QUE EN LA VIDA TODO DEBE DE SER ASÍ. RESULTA TODO TAN CASUAL, TAN INESPERADO Y EXTRAÑO. COMO NUESTRO ENCUENTRO DE HOY…
—PUES YO, DE MOMENTO, NO LA RECONOCÍ. CON EL PELO DE ESA MANERA…
LA JOVEN SE ECHÓ A REÍR.
—TAMBIÉN PODRÍA LLEVARLO ASÍ EN LAS MINAS, PERO ¿SE IMAGINA LO QUE DIRÍAN MIS MINEROS?
HARTE UNIÓ SU RISA A LA DE SABRINA. EN ESE MOMENTO ÉSTA TENÍA MÁS DE NIÑA QUE DE MUJER. TODOS SUS PROBLEMAS PARECÍAN HABER DESAPARECIDO. A VECES, SE SENTÍA ASÍ: MARAVILLOSAMENTE DESPREOCUPADA, SIN COMPLICACIONES, CON LOS PENSAMIENTOS CASI A RAS DEL SUELO. HARTE CAPTÓ AQUEL INSTANTE DE ESPONTANEIDAD Y QUEDÓ AGRADABLEMENTE SORPRENDIDO. LA PERSONALIDAD DE LA JOVEN PARECÍA PARTICIPAR DE LA DE DOCE PERSONAS A UN TIEMPO Y, DE PRONTO, APARECÍA TAN FRANCA Y SIMPLE… SU INVITADO PARECÍA CONFUSO Y ENCANTADO A LA VEZ.
—¿SABE UNA COSA? ME GUSTA USTED DE ESA MANERA —LE DIJO HARTE SONRIENDO. Y, SIN PREMEDITACIÓN ALGUNA, ALARGÓ LA MANO Y LE TOCÓ EL PELO. EN NAPA, NUNCA SE HABRÍA PERMITIDO TAN ATREVIDOS MODALES, PERO, ALLÍ, SABRINA ERA UNA MUCHACHA DIFERENTE. Y, ADEMÁS, NO HABÍA NINGÚN MAL EN ELLO. ¿O SÍ? POR UN INSTANTE SE HABÍA OLVIDADO POR COMPLETO DE LUNA DE PRIMAVERA.
—GRACIAS —DIJO ELLA SONROJÁNDOSE.
LA MANO DE HARTE, DESPUÉS DE DESLIZARSE SOBRE EL PELO DE SABRINA, LO HIZO SOBRE LA MEJILLA, MOMENTO EN QUE LA JOVEN SE ECHÓ HACIA ATRÁS. NO ESTABA ACOSTUMBRADA A QUE NADIE SE LE ACERCARA TANTO; AL MENOS, DESDE QUE SU PADRE HABÍA MUERTO, Y AQUELLA PROXIMIDAD LA TOMÓ DESPREVENIDA. SE LEVANTÓ PARA VOLVER A LLENAR LA COPA DE SU INVITADO SEGUIDA CONSTANTEMENTE POR LA MIRADA DE ÉSTE. CUANDO VOLVIÓ A SENTARSE, HARTE LE DIJO CON INFINITA SUAVIDAD:
—NO QUISE ASUSTARLA… CRÉAME.
—NO, NO PASA NADA… ES QUE YO… BUENO, NO IMPORTA… —SABRINA, RECUPERANDO DE PRONTO SU TONO DE MUCHACHA FORMAL, AÑADIÓ—: BUENO… A VECES ES DIFÍCIL SER DOS PERSONAS A UN TIEMPO. TUVE QUE ENDURECERME PARA PODER LLEVAR DEBIDAMENTE LAS MINAS… Y CREO QUE CON ELLO ME OLVIDÉ DE QUIÉN ERA… UNA CHIQUILLA, SOBRE TODO AL PRINCIPIO.
NO ERA MUCHO MÁS EN AQUEL MOMENTO, Y HARTE SE HABÍA DADO CUENTA DE ELLO; PERO, POR OTRA PARTE, HABÍA ADVERTIDO OTRA COSA: QUE ÉL SE SENTÍA TAN CONFIADO Y DESPREOCUPADO COMO ELLA. SIN EMBARGO, AUN CUANDO NO HABÍA EL MENOR INDICIO DE SERVIDUMBRE EN LA CASA, HARTE SE ESTABA COMPORTANDO CON EXQUISITA CORRECCIÓN, Y SABRINA CONFIABA PLENAMENTE EN ÉL, COSA QUE NO HUBIERA HECHO EN CUALQUIER OTRA OCASIÓN. HARTE FRUNCIÓ EL ENTRECEJO Y, SINTIÉNDOSE DE PRONTO PATERNAL, LE PREGUNTÓ:
—¿PASA ESTOS DÍAS SOLA EN ESTA CASA, SEÑORITA THURSTON?
—SÍ, PERMANEZCO SOLA CADA VEZ QUE VENGO AQUÍ. DESDE QUE MI PADRE MURIÓ. NO TENGO EL MENOR MIEDO. ME GUSTA VENIR A ESTE LUGAR Y QUEDARME SOLA.
HARTE PENSÓ QUE ERA UNA MUCHACHA ACOSTUMBRADA A LA SOLEDAD, PERO NO PUDO POR MENOS DE HACERLE NOTAR SU FALTA DE PREVENCIÓN:
—AQUÍ NO ESTÁ USTED EN EL CAMPO. CREO QUE LO QUE HACE ES MUY PELIGROSO.
—SÉ DEFENDERME. —HARTE SONRIÓ, AUNQUE NO QUEDÓ CONVENCIDO.
—YO NO ME ARRIESGARÍA TANTO. ¿QUÉ LE SUCEDERÍA SI NO ENCONTRARA SU PISTOLA CUANDO MÁS LA NECESITASE? —RECORDÓ LO QUE LE HABÍAN DICHO SOBRE EL DISPARO CON QUE SE HABÍA DEFENDIDO DE DAN.
—SIEMPRE LA TENGO A MANO, SEÑOR HARTE.
—ALGO QUE, AL MENOS, NO DEJA DE TRANQUILIZAR UN POCO —DIJO ÉL SONRIENDO.
SABRINA RIÓ Y LUEGO SE PUSO REPENTINAMENTE SERIA.
—PERDONE… NO QUISE DECIR…
—¿POR QUÉ NO? —TAMBIÉN HARTE HABÍA RECUPERADO LA SERIEDAD—. NI EN MÍ HABRÍA USTED DEBIDO CONFIAR.
IMPERTURBABLE, SABRINA LE CONTESTÓ:
—HE ESTADO MUCHAS VECES ENOJADA CON USTED, PERO PUEDO DECIR QUE NUNCA SE HA PORTADO USTED INCORRECTAMENTE CONMIGO, SEÑOR HARTE. —AÚN RECORDABA LA VISITA DE PÉSAME QUE ÉL LE HABÍA HECHO CON MOTIVO DE LA MUERTE DE SU PADRE Y LA EXQUISITA DELICADEZA QUE MOSTRÓ ENTONCES—. CREO QUE, DE MOMENTO, AÚN SÉ VALORAR A LAS PERSONAS CON QUIENES TRATO.
—NO SE LO NIEGO. PERO CREO QUE, CUANDO VIENE A SAN FRANCISCO, DEBERÍA HACERLO EN COMPAÑÍA DE SU AMA DE LLAVES.
—UY…, SE MAREA EN EL BARCO… Y LO CIERTO ES QUE AQUÍ NO TEMO NADA. SI ESTOY SEGURA EN LAS MINAS TRABAJANDO TODAS LAS NOCHES SOLA HASTA CASI MEDIANOCHE, ¿QUÉ PUEDE PASARME AQUÍ?
HARTE PARECIÓ AHORA PREOCUPADO DE VERDAD.
—¿SABEN SUS HOMBRES QUE SE QUEDA CADA NOCHE EN EL DESPACHO HASTA TAN TARDE?
SABRINA SE ENCOGIÓ DE HOMBROS.
—ALGUNOS SÍ. PERO NO TENGO MÁS REMEDIO QUE SEGUIR LA COSTUMBRE DE MI PADRE. SON MUCHAS LAS COSAS QUE HE DE ATENDER CADA DÍA, Y NO QUIERO QUE EL TRABAJO SE ME ACUMULE.
HARTE HACÍA LO MISMO EN SU MINA, PERO PARA SABRINA ERA MÁS PELIGROSO. NO ERA DE EXTRAÑAR QUE DAN HUBIERA IDO A MOLESTARLA. AFORTUNADAMENTE, NO HABÍA REPETIDO SU GRANUJADA, O, AL MENOS, ASÍ LO CREÍA HARTE; PERO NO CONSIDERÓ OPORTUNO PREGUNTÁRSELO AHORA A LA MUCHACHA.
—SÓLO CREO QUE TENDRÍA QUE ANDAR CON MÁS CUIDADO. ¿POR QUÉ NO SE LLEVA A CASA ESE TRABAJO DE LAS NOCHES?
LA JOVEN SONRIÓ, CONMOVIDA POR LA PREOCUPACIÓN DE HARTE POR SU SEGURIDAD. APARTE DE HANNAH, QUE NO CESABA DE REGAÑARLA POR LO MISMO, NADIE SE HABÍA INQUIETADO POR ELLA, Y SE LO DIJO.
—AUNQUE ME SIENTO SEGURA CON MI MANERA DE PROCEDER, LE AGRADEZCO EL INTERÉS QUE DEMUESTRA POR MÍ.
—TODO SERÍA MÁS FÁCIL PARA USTED SI ALGÚN DÍA ACCEDIERA A VENDERME SUS MINAS. —CON UNA CHISPA DE ENFADO EN LOS OJOS, SABRINA LEVANTÓ LA MANO—. NO, NO HA SIDO UN OFRECIMIENTO. —SE DISCULPÓ HARTE—. SÓLO UN COMENTARIO. ME HE LIMITADO A DECIR QUE TODO SERÍA MÁS FÁCIL, Y TAMBIÉN USTED SABE QUE LO SERÍA. PERO, AL PARECER, NO ES LA FACILIDAD LO QUE LA ATRAE. —SE LEVANTÓ ENTONCES Y, HACIENDO UNA PROFUNDA REVERENCIA A LA MUCHACHA, INTENTÓ CALMAR EL ENOJO DE ÉSTA CON ESTAS PALABRAS—: ME DOBLEGO A SUS DESEOS.
SABRINA RIÓ; PERO, NO SIN MALICIA, LE DIJO:
—LÁSTIMA QUE NO LO HUBIERA USTED HECHO ANTES, SEÑOR HARTE.
—VAMOS, VAMOS, SEÑORITA THURSTON. SÓLO HA SIDO UNA INTENCIÓN INOFENSIVA. Y AHORA ME RETIRO, PALABRA. —PERO ÉL NO ESTABA SEGURO DE QUE LA JOVEN LE CREYERA—. SE LO PROMETO. ASÍ PODREMOS SER AMIGOS.
—ME ENCANTARÍA —DIJO ELLA.
SABRINA SONRIÓ A HARTE, Y ÉSTE LA MIRÓ CON AFECTUOSA SERIEDAD. LA MUCHACHA, SIN SABER POR QUÉ, RECORDÓ QUE EL HIJO DE AQUEL HOMBRE HABÍA MUERTO EN LOS BRAZOS DE SU PADRE. NO ERA UN MINERO CODICIOSO QUE INTENTARA APODERARSE DE SUS MINAS APROVECHÁNDOSE DE SU DEBILIDAD. SU PADRE SIEMPRE LE HABÍA TENIDO EN BUEN CONCEPTO, Y ERA MUY POSIBLE QUE HARTE LO MERECIERA. SABRINA NO ESTABA SEGURA DE QUÉ CLASE DE SENTIMIENTOS DESPERTABA EN ELLA. DE MOMENTO, SÓLO LE TENÍA UN GRAN RESPETO. ERA INTELIGENTE Y LLEVABA SUS NEGOCIOS CON ACIERTO Y DECENCIA.
—ME GUSTARÍA SER AMIGO SUYO, SEÑORITA THURSTON.
SABRINA ASINTIÓ CON LA CABEZA DIRIGIÉNDOLE UNA TRISTE MIRADA. NUNCA HABÍA TENIDO AMIGOS O AMIGAS, APARTE DE LAS MUCHACHAS CON QUIENES HABÍA IDO A LA ESCUELA EN SANTA ELENA. PERO YA TODAS ESTABAN CASADAS Y TENÍAN HIJOS Y, ADEMÁS, NO OSABAN DIRIGIRLE LA PALABRA. NO PODÍAN TRATARSE CON UNA CHICA QUE DIRIGÍA LAS MINAS DE SU PADRE COMO SI FUERA UN HOMBRE. NECESITABA HACER AMISTAD CON ALGUIEN, UNA PERSONA CON LA QUE CONVERSAR Y CAMBIAR IMPRESIONES. SE PREGUNTÓ QUÉ PENSARÍA LA MUCHACHA INDIA SI LA VEÍA LLEGAR DE VEZ EN CUANDO A LAS MINAS DE HARTE PARA HABLAR UN RATO CON ÉL. LA INDIA PESABA SOBRE LA MENTE DEL HOMBRE MIENTRAS ÉSTE OBSERVABA EL ROSTRO DE SABRINA.
—A MÍ TAMBIÉN ME GUSTARÍA, SEÑOR HARTE —DIJO LA MUCHACHA DIRIGIÉNDOLE UNA CAUTELOSA MIRADA—. PERO ME PREGUNTO SI ESO SERÁ POSIBLE CUANDO NOS HALLEMOS DE NUEVO EN NUESTRAS RESPECTIVAS MINAS.
—PODRÍAMOS INTENTARLO ALGUNA VEZ. YO IRÍA A VISITARLA A USTED. ¿LE PARECE BIEN?
SABRINA NO PODÍA CONSULTAR AQUELLA PROPOSICIÓN CON NADIE. NI A UN PADRE, NI A UNA MADRE, NI A UNA TÍA. EN REALIDAD, HARTE ACABABA DE PEDIRLE ALGO QUE ELLA NO COMPRENDÍA DEL TODO. TAMPOCO ÉL ESTABA SEGURO DE COMPRENDERSE A SÍ MISMO. AL VERLA TAN INESPERADAMENTE EN AQUELLA CALLE DE SAN FRANCISCO, HABÍA QUEDADO SORPRENDIDO, Y MUY AGRADABLEMENTE POR CIERTO. AQUÉLLA NO ERA LA SABRINA QUE ÉL CONOCÍA. Y, EN ESE MOMENTO, LLEVABAN DOS HORAS HABLANDO COMO DOS PERSONAS QUE ACABARAN DE VERSE POR PRIMERA VEZ. LA MUCHACHA HABÍA IMPRESIONADO DE TAL MODO A HARTE QUE ÉSTE SE HABÍA PROPUESTO NO PERDERLA, FUERA CUAL FUERA LA PERSONALIDAD QUE ADQUIRIERA AL VOLVER A LAS MINAS. SABÍA QUE LA MUCHACHA QUE TENÍA ANTE ÉL EN AQUEL MOMENTO PERMANECERÍA ESCONDIDA EN ELLA A PESAR DE TODAS LAS MÁSCARAS QUE TUVIERA QUE PONERSE EN EL AMBIENTE DE SU TRABAJO HABITUAL. NO QUERÍA OLVIDAR LA VISIÓN QUE, AQUELLA NOCHE, HABÍA TENIDO DE ELLA. EN REALIDAD, LA MUCHACHA NO LE HABÍA DICHO NADA DE PARTICULAR DURANTE SU CONVERSACIÓN, PERO EL MODO DE MIRAR DE SABRINA LE HABÍA LLEGADO AL FONDO DEL CORAZÓN. HABÍA VISTO EN ELLA ALGO DE MATILDA, PERO ÉSTA NO ERA, CON MUCHO, TAN HERMOSA NI INTELIGENTE COMO SABRINA. Y NO FUE HASTA ENTONCES, AL VERLA BAJO AQUEL INESPERADO ASPECTO, CUANDO SE SORPRENDIÓ DE QUE AQUELLA MUCHACHA TAN HERMOSA Y FEMENINA DIRIGIERA PERSONALMENTE UNA DE LAS MAYORES MINAS DEL PAÍS. ERA SINGULAR POR MUCHOS CONCEPTOS, A CUÁL MÁS APRECIABLE A LOS OJOS DE HARTE. EL TIEMPO HABÍA VOLADO EN COMPAÑÍA DE SABRINA Y EL HOMBRE HABRÍA DESEADO QUE NO LLEGARA NUNCA EL MOMENTO DE SEPARARSE DE ELLA. SIN EMBARGO, MUY A PESAR SUYO, TUVO QUE MARCHARSE, Y NO FUE ÉL EL ÚNICO QUE LO SINTIÓ. CUANDO HUBO CERRADO LA PUERTA TRAS ÉL Y OYÓ ARRANCAR SU COCHE, SABRINA SINTIÓ EN SU ALMA UNA AGITACIÓN JAMÁS EXPERIMENTADA HASTA ENTONCES. AL OTRO DÍA, MIENTRAS DESCANSABA EN EL JARDÍN, AÚN VEÍA LAS MIRADAS DE HARTE Y ESCUCHABA SUS PALABRAS EN UN ESTADO DE VERDADERO ÉXTASIS. LUEGO, REACCIONÓ Y ENCONTRÓ RIDÍCULO AQUEL ATONTAMIENTO POR HARTE. AQUELLA NOCHE, LA NECESIDAD DE TOMAR EL VAPOR PARA REGRESAR A NAPA ACABARÍA DE VOLVERLA A LA REALIDAD. HABÍA VISTO DOCENAS DE VECES A AQUEL HOMBRE, INCLUSO DE NIÑA, Y DURANTE TRES AÑOS LE HABÍA DETESTADO, Y EN CAMBIO, AHORA… NO PODÍA SACÁRSELO DE LA MENTE. HABÍA EN ÉL UNA SUTIL ENERGÍA, UNA FUERZA ALENTADORA, QUE LE INFUNDÍA SEGURIDAD CON SÓLO SU PRESENCIA. Y AHORA SE DABA CUENTA DE QUE NO ERA LA PRIMERA VEZ QUE EXPERIMENTABA AQUELLA SENSACIÓN, PERO HABÍA ESTADO EXCESIVAMENTE OCUPADA Y DEMASIADO ENOJADA CON ÉL PARA PRESTARLE ATENCIÓN. MAS AQUEL CONSTANTE PENSAR EN HARTE NO PODÍA SER MÁS RIDÍCULO. ÉSTE TUVO OCUPADA SU MENTE TODA LA TARDE, DURANTE SU VIAJE EN EL VAPOR HACIA EL NORTE, MIENTRAS SE DIRIGÍA A SU CASA EN SU COCHE Y MIENTRAS LO CONDUCÍA, AL DÍA SIGUIENTE, CAMINO DE LAS MINAS. DE IGUAL MODO, HARTE NO HABÍA CESADO DE PENSAR EN SABRINA. PERO, CUANDO LLEGÓ A LA MINA, DAN LE DIO UNA DESAGRADABLE NOTICIA, LA MISMA QUE ELLA DESCUBRIÓ AL ENTRAR EN SU DESPACHO Y MIRAR LA PIZARRA QUE TENÍA COLGADA EN LA PARED DE LA MISMA. SE HABÍA PRODUCIDO UNA EXPLOSIÓN EN LO MÁS HONDO DE LA MINA. LAS INSTALACIONES NO HABÍAN SUFRIDO GRANDES DAÑOS, PERO HABÍAN MUERTO MÁS DE TREINTA HOMBRES. TREINTA Y UNO, EXACTAMENTE, COMO LE CONCRETÓ ELLA A HARTE AL OTRO DÍA, CUANDO ÉSTE FUE A VISITARLA.
—HABRÍAN DEBIDO ENVIARME UN TELEGRAMA. —SE LAMENTÓ SABRINA—. NO ME DIJERON NADA EN ABSOLUTO, Y YO, ENTRETANTO, TONTEANDO EN LA CIUDAD CON FLORES EN EL PELO…
TENÍA LOS OJOS ENROJECIDOS. ESTABA FURIOSA CONTRA SÍ MISMA. ASÍ QUE HARTE, CONSCIENTE DE SU ESTADO DE ÁNIMO, LE DIJO:
—TIENE USTED DERECHO A ALGO MÁS QUE ESTO EN LA VIDA. ELLOS SE VAN A CASA EN CUANTO TERMINAN SU JORNADA DE TRABAJO. TIENEN HIJOS Y ESPOSA, Y SE EMBORRACHAN CUANDO LES VIENE EN GANA. ¿Y QUÉ DIANTRE HACE USTED ENTRETANTO?
—¡SOY RESPONSABLE DE TODOS MIS HOMBRES! —LE GRITÓ LA JOVEN A HARTE.
ÉSTE LE TOMÓ EL BRAZO Y LE DIJO:
—TAMBIÉN ES RESPONSABLE DE USTED, SABRINA. —ERA LA PRIMERA VEZ QUE LA LLAMABA POR SU NOMBRE DE PILA, Y A LA MUCHACHA NO LE DESAGRADÓ OÍRLO SONAR EN LOS LABIOS DE HARTE—. TIENE QUE SER USTED MÁS DUEÑA DE SÍ MISMA QUE DE ESE MONTÓN DE BASURA. ¿NO LO COMPRENDE, MALDITA TESTARUDA?
SABRINA, EN VEZ DE ENOJARSE, LE RESPONDIÓ CON UNA SONRISA. ALGO EXTRAÑO LES HABÍA SUCEDIDO DURANTE LAS POCAS HORAS PASADAS EN LA MANSIÓN THURSTON. A PARTIR DE ENTONCES, SE HABÍAN CONVERTIDO EN DOS BUENOS AMIGOS.
LOS OJOS DE ELLA VOLVIERON A ENTRISTECERSE.
—ME HAN DICHO QUE MURIERON TREINTA Y UNO DE MIS HOMBRES. Y YO NO ESTABA AQUÍ.
—¿ACASO HABRÍA CAMBIADO ALGO SU PRESENCIA?
—HABRÍA PODIDO CAMBIAR LA ACTITUD DE LOS DEMÁS HACIA MÍ. —PERO LA MUCHACHA SABÍA QUE NO ERA VERDAD. NADA CAMBIARÍA NUNCA EL CONCEPTO EN QUE LA TENÍAN. HARTE TAMBIÉN ERA CONSCIENTE DE ELLO, PERO, EN VEZ DE DECÍRSELO, MENEÓ PESAROSAMENTE LA CABEZA.
—LES HA DADO USTED MÁS DE LO QUE MERECEN. LES HA DADO TRES PRECIOSOS AÑOS DE SU VIDA, MUCHO MÁS DE LO QUE SE LE PUEDE PEDIR A UNA PERSONA QUE ESTÁ EN SU SITUACIÓN. YO HE ESTADO HACIENDO LO MISMO EN MI MINA, Y SÉ QUE NUNCA ME DARÁN LAS GRACIAS. Y CUANDO MUERA USTED, LES IMPORTARÁ UN COMINO. —PERO SABRINA ESTABA CONVENCIDA DE QUE HABÍA MUCHO PESIMISMO EN LAS PALABRAS DE SU AMIGO. NO HABÍA OLVIDADO LA RESPETUOSA PRESENCIA DE TODOS LOS HOMBRES DE LAS MINAS CUANDO ELLA LLEGÓ A CASA CON EL CADÁVER DE SU PADRE.
LA MUCHACHA HABLÓ CON VOZ TRISTE Y SUAVE:
—SÍ LES IMPORTARÁ.
—NO ESTOY SEGURO DE ELLO. Y CREO QUE DEBIERA DESPREOCUPARSE USTED UN POCO MÁS DE ELLOS. ESOS HOMBRES NO ERAN LA PRINCIPAL PREOCUPACIÓN DE SU PADRE, SABRINA. NO SIGNIFICABAN MUCHO PARA ÉL. ¿SABE QUÉ LE IMPORTABA MÁS EN EL MUNDO? USTED. DEBERÍA USTED REFLEXIONAR SOBRE ELLO… DEL MISMO MODO QUE MIS HIJOS LO SIGNIFICABAN TODO PARA MÍ —AÑADIÓ VACILANDO.
SABRINA NOTÓ EL DOLOR DE SU AMIGO, Y LE PREGUNTÓ:
—¿FUE POR ESO QUE NO VOLVIÓ A CASARSE? ¿POR ELLOS?
HARTE NO LO NEGÓ. QUERÍA SER HONESTO CON ELLA. LA APRECIABA DEMASIADO PARA NO SERLO.
—SÍ, POR ESO. —ÉL SABÍA QUE LO DE LUNA DE PRIMAVERA HABRÍA LLEGADO AL CONOCIMIENTO DE SABRINA, PERO NO QUISO MENCIONARLE UN TEMA QUE HABRÍA SIDO DIFÍCIL DE EXPLICAR EN POCAS PALABRAS—. HICE LO POSIBLE POR NO PREOCUPARME POR MI VIUDEZ. SÓLO BUSQUÉ LA COMODIDAD. NO HABRÍA PODIDO PASAR POR LA MISMA TRAGEDIA, LA DE PERDER A LAS PERSONAS MÁS AMADAS. —SE LE HUMEDECIERON LOS OJOS AL RECORDAR EL TRISTE ACONTECIMIENTO. HACÍA VEINTITRÉS AÑOS QUE MATILDA, JANE Y BARNABY HABÍAN MUERTO.
—CREO QUE LO MISMO LE SUCEDIÓ A MI PADRE DESPUÉS DE LA MUERTE DE SU NOVIA. LO SUPE POR HANNAH. TARDÓ DIECIOCHO AÑOS EN CASARSE.
—Y ME PARECE QUE YO NI SIQUIERA LLEGUE A HACERLO. PERO, AL CABO, TUVE EL PLACER DE CREAR UNA FAMILIA. USTED NO LO TUVO, Y NUNCA LO TENDRÁ, SI SIGUE ENCERRADA AQUÍ.
ELLA VOLVIÓ A MIRARLE CON EVIDENTE ENOJO.
—INTENTA HABLARME DE NUEVO DE MIS MINAS, ¿NO?
—NO, EN ABSOLUTO. INTENTO DECIRLE ALGO MUY IMPORTANTE PARA USTED. NO DÉ A ESA GENTE TODO CUANTO TIENE, SABRINA. NUNCA SE LO DEVOLVERÁN. DÉSELO A ALGUIEN QUE LO MEREZCA. —SU VOZ VOLVIÓ A VACILAR SIN QUE SUPIERA POR QUÉ—. DÉSELO A ALGUIEN A QUIEN AME… ENCUENTRE ALGUIEN A QUIEN AMAR. VAYA A DISFRUTAR DE SU HERMOSA MANSIÓN DE SAN FRANCISCO, VIVA SU VIDA. NO ES ESTO LO QUE SU PADRE HABRÍA QUERIDO PARA USTED, JOVENCITA. NO ES JUSTO.
SABRINA SE SINTIÓ CONMOVIDA, TANTO POR LA SINCERA MIRADA DE AQUEL HOMBRE COMO POR LO QUE ACABABA DE DECIRLE. ASINTIÓ CON UN LENTO MOVIMIENTO DE CABEZA. Y, LUEGO, SE FUE A VER A SUS HOMBRES CON EL ECO DE LAS PALABRAS DE HARTE RESONÁNDOLE EN LOS OÍDOS.