DURANTE EL CAMINO DE REGRESO, SPENCER TOMÓ UN DESVÍO ANTES DE LLEGAR AL PUENTE GOLDEN GATE DE SAN FRANCISCO, Y SE APARTÓ DE LA CARRETERA. NECESITABA UN MOMENTO PARA PENSAR, RECUPERARSE Y RECORDAR. CRYSTAL LE OBSESIONÓ DURANTE UN AÑO, Y AHORA LA OBSESIÓN SE HABÍA INTENSIFICADO, SÓLO UNAS HORAS DESPUÉS DE LA SEPARACIÓN. EL VALLE SE LE ANTOJABA AHORA UN VAGO RECUERDO; SÓLO PODÍA PENSAR EN SU ROSTRO, SUS OJOS, SU FORMA DE MIRARLE Y SU VOZ ENTONANDO BALADAS. ERA UN PÁJARO EXÓTICO Y LE HABÍA PERDIDO PARA SIEMPRE EN EL BOSQUE. JAMÁS VOLVERÍA A VERLA. PENSARLO ERA UNA LOCURA. ERA UNA NIÑA DE DIECISÉIS AÑOS QUE VIVÍA EN UN REMOTO VALLE DE CALIFORNIA. NO SABÍA NADA DE LA VIDA QUE ÉL LLEVABA. Y, AUNQUE LO SUPIERA, NO LO ENTENDERÍA. ¿QUÉ SABÍA ELLA DE WALL STREET Y NUEVA YORK, Y DE LAS RESPONSABILIDADES QUE ÉL TENÍA? SU FAMILIA ESPERABA MUCHO DE ÉL Y EN SUS PLANES NO HABÍA ESPACIO PARA UNA NIÑA CAMPESINA DE LA QUE SE HABÍA ENAMORADO ACCIDENTALMENTE. SUS PADRES NO HUBIERAN COMPRENDIDO QUE SE ENAMORARA DE UNA MUCHACHA CASI DESCONOCIDA. COMO ELLA, SPENCER TAMBIÉN TENÍA SUS SUEÑOS, UNOS SUEÑOS QUE CAMBIARON CUANDO SU HERMANO MURIÓ EN LA ISLA DE GUAM. AHORA NO SÓLO TENÍA QUE VIVIR SU PROPIA VIDA SINO TAMBIÉN ESTAR A LA ALTURA DE LAS ASPIRACIONES DE SU HERMANO. ESO ERA LO QUE SU FAMILIA ESPERABA DE ÉL. ¿QUÉ SABÍA CRYSTAL DE TODO AQUELLO? ELLA SÓLO CONOCÍA EL VALLE DONDE HABÍA NACIDO. TENÍA QUE OLVIDARLA. CONTEMPLÓ LA BAHÍA Y EL PUENTE. SONRIÓ Y PENSÓ QUE ERA UN NECIO. SE HABÍA DESLUMBRADO ANTE UNA MUCHACHA HERMOSA, PERO AHORA TENÍA QUE SEGUIR ADELANTE CON SU PROPIA VIDA. PARA DIVERTIRSE NECESITABA ALGO MÁS QUE LOS ESTUDIOS DE DERECHO Y LAS HAMBURGUESAS EN PALO ALTO CON SUS ATRACTIVAS COMPAÑERAS. LE ESPERABA TODO UN MUNDO EN EL QUE NO HABÍA LUGAR PARA CRYSTAL WYATT, POR MUY GUAPA QUE FUERA O POR MUY ENAMORADO QUE ESTUVIERA DE ELLA EN AQUEL MOMENTO. REGRESÓ AL AUTOMÓVIL, PREGUNTÁNDOSE QUÉ DIRÍA SU PADRE SI LE CONFESARA QUE SE HABÍA ENAMORADO DE UNA NIÑA DE DIECISÉIS AÑOS EN EL VALLE ALEXANDER.
—ADIÓS, CHIQUILLA —MURMURÓ MIENTRAS ATRAVESABA EL PUENTE GOLDEN GATE POR ÚLTIMA VEZ.
AQUELLA NOCHE TENÍA QUE ASISTIR A UNA CENA. SE LO DEBÍA A SU PADRE. NO LE APETECÍA, PERO NECESITABA DISTRAERSE, AUNQUE SUPIERA QUE JAMÁS PODRÍA OLVIDARLA.
PASARÍA LOS ÚLTIMOS DÍAS EN UNA HABITACIÓN DEL HOTEL FAIRMONT CON UNA VISTA ESPLÉNDIDA. CASI LAMENTABA NO HABERSE BUSCADO UN TRABAJO EN SAN FRANCISCO, PERO ESO NO ENTRABA EN SUS PLANES. HABÍA PROMETIDO A SUS PADRES REGRESAR A CASA. SU PADRE HABÍA EJERCIDO DE ABOGADO HASTA QUE ESTALLÓ LA GUERRA, ENTONCES LE NOMBRARON JUEZ, PERO SUS ASPIRACIONES POLÍTICAS NO PASARÍAN DE ALLÍ. SIN EMBARGO, SIEMPRE TUVO PLANES MÁS ALTOS PARA SUS HIJOS Y ESPECIALMENTE PARA ROBERT, EL HERMANO MAYOR DE SPENCER. ROBERT MURIÓ EN ACCIÓN DE COMBATE EN GUAM, Y DEJÓ UNA JOVEN VIUDA Y DOS HIJOS. HABÍA ESTUDIADO CIENCIAS POLÍTICAS EN HARVARD PORQUE LA POLÍTICA ERA SU MÁXIMA AMBICIÓN. QUERÍA SER CONGRESISTA, MIENTRAS QUE SPENCER NO PODÍA PASARSE MUCHOS AÑOS MÁS ESTUDIANDO MEDICINA, POR LO QUE LA CARRERA DE DERECHO ERA ACERTADA. SPENCER SABÍA QUE SU PADRE ASPIRABA A CONVERTIRSE EN JUEZ DE SEGUNDA INSTANCIA. SEA COMO FUERE, ÉL TENÍA QUE SEGUIR AHORA LOS PASOS DE ROBERT. LA FAMILIA HILL ERA EXTREMADAMENTE SÓLIDA. LOS ANTEPASADOS DE SU MADRE HABÍAN LLEGADO A BOSTON CON LOS PRIMEROS COLONIZADORES. SU PADRE TENÍA ORÍGENES MÁS MODESTOS, PERO HABÍA TRABAJADO DURO HASTA CONSEGUIR MATRICULARSE EN LA FACULTAD DE DERECHO DE HARVARD. AMBOS ESPOSOS ESPERABAN QUE SPENCER HICIERA ALGO «IMPORTANTE» EN LA VIDA. Y EN ELLO NO ENTRABA UNA CHICA COMO CRYSTAL. ROBERT HIZO UNA BUENA BODA, TAL COMO ELLOS QUERÍAN, MIENTRAS QUE SPENCER SIEMPRE HABÍA HECHO SU VOLUNTAD. SIN EMBARGO, TRAS LA MUERTE DE SU HERMANO SE SENTÍA OBLIGADO A COMPENSARLES Y A SEGUIR UN CAMINO QUE ANTAÑO NO LE GUSTABA. LOS ESTUDIOS DE DERECHO FUERON PARTE DE ELLO. Y TAMBIÉN EL REGRESO A NUEVA YORK. Y EL TRABAJO EN WALL STREET. NO SE IMAGINABA ALLÍ, PESE A QUE HABÍA ESTUDIADO DOS CURSOS EN UN AÑO SÓLO PARA ESO. WALL STREET LE SONABA A ALGO MUY ABURRIDO. AUN ASÍ, ESPERABA APROVECHARLO PARA SUBIR. MIRÓ A TRAVÉS DE LA VENTANA Y RECORDÓ EL LUGAR DONDE HABÍA DEJADO A CRYSTAL. SUSPIRÓ Y SE APARTÓ. LAS MULLIDAS ALFOMBRAS, EL PRECIOSO MOBILIARIO Y LA ARAÑA DEL TECHO ERAN UNA MARAVILLA. PERO ÉL SÓLO PODÍA PENSAR EN EL RANCHO, LAS COLINAS Y LA CHICA DEL COLUMPIO. LE QUEDABAN DOS NOCHES ANTES DE INICIAR LA VIDA QUE HABÍA HEREDADO DE ROBERT. ¿POR QUÉ HABÍA MUERTO SU HERMANO? ¿POR QUÉ NO PUDO HACER LO QUE SUS PADRES ESPERABAN DE ÉL Y TRABAJAR EN LA MALDITA WALL STREET? SALIÓ DE LA HABITACIÓN Y CERRÓ LA PUERTA DE UN GOLPE. A LAS OCHO LE ESPERABAN EN LA RESIDENCIA DE HARRISON BARCLAY, UN JUEZ FEDERAL AMIGO DE SU PADRE, CON EXCELENTES RELACIONES POLÍTICAS Y MUCHAS POSIBILIDADES DE LLEGAR AL TRIBUNAL SUPREMO. SU PADRE INSISTIÓ EN QUE FUERA A VERLE. SPENCER LE HABÍA VISITADO UNA VEZ EL AÑO ANTERIOR Y LE HABÍA LLAMADO HACÍA UNAS SEMANAS PARA COMUNICARLE LA CONCLUSIÓN DE SUS ESTUDIOS EN STANFORD Y QUE ESTABA A PUNTO DE REGRESAR A NUEVA YORK, DONDE SE INCORPORARÍA A UN IMPORTANTE BUFETE. HARRISON BARCLAY SE ALEGRÓ MUCHO Y LE INVITÓ A CENAR EN SU CASA ANTES DE IRSE. SERÍA UNA FIESTA DE GALA, UNA DE LAS MUCHAS A LAS QUE SPENCER TENDRÍA QUE ASISTIR EN SU VIDA. REGRESÓ AL HOTEL CON EL TIEMPO JUSTO PARA DUCHARSE, AFEITARSE Y CAMBIARSE DE ROPA. BAJÓ CORRIENDO AL VESTÍBULO, PERO NO ESTABA DE HUMOR PARA VER A NADIE Y TANTO MENOS A HARRISON BARCLAY.
LA RESIDENCIA DE LOS BARCLAY SE LEVANTABA EN LA CONFLUENCIA ENTRE DIVISADERO Y BROADWAY. ERA UNA SEÑORIAL MANSIÓN DE LADRILLO. UN MAYORDOMO LE ABRIÓ LA PUERTA Y, NADA MÁS ENTRAR, SPENCER OYÓ LOS RUMORES DE LA FIESTA, LO QUE LE DEPRIMIÓ MÁS DE LO QUE YA ESTABA. POR UN INSTANTE, TEMIÓ NO PODER HACER EL ESFUERZO. TENDRÍA QUE HABLAR Y MOSTRARSE ENCANTADOR E INTELIGENTE CON SUS AMIGOS, AUNQUE AQUELLA NOCHE NO LE APETECÍA EN ABSOLUTO. QUERÍA SENTARSE EN SILENCIO EN ALGUNA PARTE CON SUS PROPIOS PENSAMIENTOS Y SUS SUEÑOS ACERCA DE UNA NIÑA A LA QUE APENAS CONOCÍA, UNA NIÑA A PUNTO DE CUMPLIR DIECISÉIS AÑOS.
—¡SPENCER!
LA TRONANTE VOZ DEL JUEZ LE ACOGIÓ EN CUANTO ENTRÓ EN EL SALÓN. SPENCER SE SINTIÓ COMO UN COLEGIAL EN UNA ESTANCIA LLENA DE PROFESORES.
—BUENAS NOCHES, SEÑOR —DIJO SPENCER, SALUDANDO AL AMIGO DE SU PADRE Y A SU MUJER—. ME ALEGRO DE VERLE. BUENAS NOCHES, SEÑORA BARCLAY.
EL JUEZ BARCLAY LO TOMÓ DEL BRAZO Y LO PRESENTÓ A LOS INVITADOS, EXPLICÁNDOLES QUE ACABABA DE GRADUARSE EN DERECHO EN STANFORD E INFORMÁNDOLES DE QUIÉN ERA SU PADRE. SPENCER PUGNÓ VISIBLEMENTE POR NO HACER UNA MUECA. NO SE SENTÍA CON ÁNIMOS PARA ESTAR ALLÍ Y NO PODÍA DISIMULAR.
HABÍA DOCE INVITADOS A LA FIESTA, PERO UNO DE ELLOS HABÍA EXCUSADO SU PRESENCIA EN EL ÚLTIMO MINUTO. LA ESPOSA DE OTRO JUEZ SE HABÍA TORCIDO EL TOBILLO AL REGRESAR A CASA TRAS UNA PARTIDA DE GOLF, PERO EL MARIDO ACUDIRÍA A LA CENA DE TODOS MODOS. ERA UN VIEJO AMIGO DE LOS BARCLAY Y SABÍA QUE A ÉSTOS NO LES IMPORTARÍA, PERO PRISCILLA BARCLAY SE PUSO MUY NERVIOSA PORQUE LOS COMENSALES SERÍAN TRECE Y ELLA SABÍA LO SUPERSTICIOSOS QUE ERAN DOS DE SUS AMIGOS. ERA MUY TARDE Y NO SABÍA CÓMO ARREGLARLO. LA CENA SE SERVIRÍA EN CUESTIÓN DE MEDIA HORA Y LA ÚNICA SOLUCIÓN ERA PEDIRLE A SU HIJA QUE CENARA CON ELLOS. SUBIÓ RÁPIDAMENTE AL PISO DE ARRIBA Y LLAMÓ A LA PUERTA DE SU DORMITORIO. ELIZABETH SE ESTABA PREPARANDO PARA SALIR. TENÍA DIECIOCHO AÑOS Y ERA DISCRETAMENTE ATRACTIVA. LUCÍA UN VESTIDO NEGRO DE CÓCTEL Y UN COLLAR DE PERLAS. AQUEL INVIERNO SERÍA PRESENTADA EN SOCIEDAD EN EL COTILLION, PERO ANTES, EN OTOÑO, INICIARÍA SUS ESTUDIOS EN LA PRESTIGIOSA ESCUELA FEMENINA VASSAR.
—CARIÑO, NECESITO TU AYUDA —DIJO SU MADRE, MIRÁNDOSE AL ESPEJO MIENTRAS SE ARREGLABA EL COLLAR DE PERLAS Y SE PASABA UNA MANO POR EL PEINADO—. LA MUJER DEL JUEZ ARMISTEAD SE HA TORCIDO UN TOBILLO.
—OH, DIOS MÍO, ¿Y ESTÁ ABAJO? —PREGUNTÓ ELIZABETH BARCLAY, MÁS TRANQUILA QUE SU MADRE.
—NO, CLARO QUE NO. HA LLAMADO PARA DECIR QUE NO PUEDE VENIR. PERO SU MARIDO ESTÁ AQUÍ Y AHORA SEREMOS TRECE EN LA MESA.
—HAZ COMO SI NADA. A LO MEJOR NADIE SE DA CUENTA.
LA MUCHACHA SE PUSO UNOS ZAPATOS DE TACÓN QUE LA HICIERON PARECER MÁS ALTA QUE SU MADRE. TENÍA DOS HERMANOS MAYORES, UNO DE ELLOS FUNCIONARIO GUBERNAMENTAL EN WASHINGTON Y OTRO QUE EJERCÍA DE ABOGADO EN NUEVA YORK. ELLA ERA LA ÚNICA HIJA DE LOS BARCLAY.
—NO PUEDO, YA SABES CÓMO SON PENNY Y JANE. UNA DE ELLAS SE MARCHARÁ Y ENTONCES ME FALTARÁN DOS MUJERES. CARIÑO, ¿NO PUEDES ECHARME UNA MANO?
—¿AHORA? —PREGUNTÓ LA JOVEN CON HASTÍO—. VOY AL TEATRO.
PENSABA SALIR CON UN GRUPO DE AMIGOS, AUNQUE LA VELADA NO LE INTERESABA DEMASIADO. ERA UNA DE LAS POCAS VECES EN QUE NO ESTABA CITADA CON NADIE Y, EN EL ÚLTIMO MOMENTO, DECIDIÓ SALIR EN GRUPO.
—¿TAN IMPORTANTE ES?
—DE VERAS TE NECESITO —CONTESTÓ SU MADRE, MIRÁNDOLA CON OJOS SUPLICANTES.
—VAYA POR DIOS. —LA MUCHACHA CONSULTÓ SU RELOJ Y ASINTIÓ CON LA CABEZA. DE TODOS MODOS, NO LE APETECÍA DEMASIADO SALIR. LA VÍSPERA HABÍA ESTADO HASTA LAS DOS DE LA MADRUGADA EN UNA DE LAS PRESENTACIONES EN SOCIEDAD A LAS QUE ASISTÍA CASI TODAS LAS NOCHES DESDE QUE TERMINARA SUS ESTUDIOS EN BURKE UN MES ANTES. SE LO PASABA MUY BIEN Y FALTABA SÓLO UNA SEMANA PARA QUE LA FAMILIA SE TRASLADARA A SU CASA DEL LAGO TAHOE—. DE ACUERDO, MAMÁ, LES LLAMARÉ —DIJO LA JOVEN, SONRIENDO MIENTRAS SE ARREGLABA EL COLLAR DE PERLAS DE DOS VUELTAS, IDÉNTICO AL DE SU MADRE. EN REALIDAD, ERA UNA JOVEN MUY BONITA, AUNQUE EXCESIVAMENTE RESERVADA PARA SUS DIECIOCHO AÑOS. PARECÍA CONSIDERABLEMENTE MAYOR DE LO QUE ERA PORQUE HABÍA PASADO MUCHOS AÑOS HABLANDO CON LOS MAYORES Y SUS PADRES LA HACÍAN PARTICIPAR EN LAS CONVERSACIONES CON SUS AMIGOS. SUS HERMANOS LE LLEVABAN DIEZ Y DOCE AÑOS RESPECTIVAMENTE Y TODO EL MUNDO LA TRATABA COMO UNA PERSONA ADULTA. POR SI FUERA POCO, HABÍA ADQUIRIDO LOS COMEDIDOS MODALES PROPIOS DE LOS BARCLAY. A SUS DIECIOCHO AÑOS, ERA TODA UNA SEÑORA—. BAJO ENSEGUIDA.
SU MADRE SONRIÓ AGRADECIDA. LA MUCHACHA LLEVABA EL CABELLO COBRIZO CORTADO EN MEDIA MELENA Y TENÍA GRANDES OJOS CASTAÑOS, DELICADA PIEL LECHOSA Y CINTURA DE AVISPA. JUGABA MUY BIEN AL TENIS. SU SERIEDAD Y SU CULTURA LE HABÍAN GRANJEADO NUMEROSOS ADMIRADORES ENTRE LOS AMIGOS DE SUS PADRES. INCLUSO EN SU PROPIO AMBIENTE ERA TEMIDA Y RESPETADA. ELIZABETH BARCLAY NO PERMITÍA QUE NADIE LE TOMARA EL PELO. TENÍA UNA MENTE INQUISITIVA Y OPINIONES MUY ARRAIGADAS. SUS PADRES HABÍAN DECIDIDO QUE, EN OTOÑO, SE MATRICULARA EN UNA PRESTIGIOSA ESCUELA, YA FUESE RADCLIFFE, WELLESLEY O VASSAR.
LA JOVEN BAJÓ A LOS DIEZ MINUTOS, TRAS HABER TELEFONEADO A SUS AMIGOS Y EXPLICARLES QUE UNA CIRCUNSTANCIA IMPREVISTA LE OBLIGABA A QUEDARSE EN CASA. EN LA VIDA DE ELIZABETH, LAS ÚNICAS PREOCUPACIONES ERAN LA FALTA DE UN INVITADO A UNA CENA O LA AUSENCIA DE UN DETERMINADO VESTIDO QUE LA MODISTA ESTABA ARREGLÁNDOLE. EN SU VIDA JAMÁS HUBO DESASTRES, DECEPCIONES NI PENALIDADES. NO HABÍA NADA QUE SUS PADRES NO HUBIERAN HECHO POR ELLA, NADA QUE SU PADRE NO LE HUBIERA COMPRADO. Y, SIN EMBARGO, NO ERA UNA NIÑA MIMADA. DABA SIMPLEMENTE POR SENTADO UN CIERTO ESTILO DE VIDA Y ESPERABA QUE CUANTOS LA RODEABAN SE COMPORTARAN CON CIERTO DECORO. ERA UNA MUCHACHA MUY SINGULAR PARA SU EDAD. SU INFANCIA DEBIÓ DE TERMINAR A LOS DIEZ U ONCE AÑOS COMO MUCHO. A PARTIR DE ENTONCES SE COMPORTÓ COMO UNA PERSONA MAYOR, CAPAZ DE SENTARSE EN UN PALCO DE LA ÓPERA O DE ASISTIR A UNA CENA IMPORTANTE. NO SE DIVERTÍA MUCHO, PERO LA DIVERSIÓN NO LE INTERESABA. A ELLA SÓLO LE INTERESABAN LOS OBJETIVOS Y LAS ACCIONES RELEVANTES.
LOS INVITADOS ESTABAN TERMINANDO LAS COPAS. ELIZABETH MIRÓ A SU ALREDEDOR Y VIO A UNA PAREJA QUE SU MADRE LE PRESENTÓ COMO VIEJOS AMIGOS DE SU PADRE EN CHICAGO. DESPUÉS VIO A OTRO DESCONOCIDO, UN APUESTO JOVEN QUE CONVERSABA CON SU PADRE Y EL JUEZ ARMISTEAD. LE MIRÓ BREVEMENTE MIENTRAS TOMABA UNA COPA DE CHAMPÁN DE LA BANDEJA DE PLATA DEL MAYORDOMO, Y CRUZÓ LA ESTANCIA PARA REUNIRSE CON SU PADRE.
—VAYA, VAYA, ESTA NOCHE ESTAMOS DE SUERTE, ELIZABETH —LE DIJO SU PADRE EN TONO BURLÓN—. ¿NOS HAS HECHO UN HUECO EN TU APRETADO PROGRAMA? ¡ME ASOMBRAS! —AÑADIÓ, RODEÁNDOLE CARIÑOSAMENTE LOS HOMBROS CON SU BRAZO MIENTRAS ELLA SONREÍA, MIRÁNDOLE CON ADORACIÓN.
—MAMÁ HA TENIDO LA AMABILIDAD DE PEDIRME QUE ME REÚNA CON VOSOTROS.
—ME PARECE MUY BIEN. YA CONOCES AL JUEZ ARMISTEAD, ELIZABETH. TE PRESENTO A SPENCER HILL, DE NUEVA YORK. ACABA DE GRADUARSE EN DERECHO EN STANFORD.
—FELICIDADES —DIJO FRÍAMENTE LA MUCHACHA MIENTRAS ÉL LA MIRABA, COMPLACIDO. CALCULÓ QUE DEBÍA DE TENER UNOS VEINTE O VEINTIÚN AÑOS. SU SOFISTICACIÓN, ACRECENTADA POR EL COSTOSO VESTIDO NEGRO, EL COLLAR DE PERLAS Y SU MANERA DE MIRARLE A LOS OJOS CUANDO LE ESTRECHÓ LA MANO, LE HACÍA APARENTAR MÁS EDAD—. HA DE ESTAR MUY CONTENTO —AÑADIÓ CON UNA CORTÉS SONRISA.
—PUES, SÍ. MUCHAS GRACIAS.
SPENCER SE PREGUNTÓ EN QUÉ OCUPARÍA ELLA SU OCIO; PROBABLEMENTE EN JUGAR AL TENIS E IR DE COMPRAS CON SU MADRE Y SUS AMIGAS. SE SORPRENDIÓ AL OÍR QUE SU PADRE COMENTABA:
—ELIZABETH SE MATRICULARÁ EN VASSAR ESTE OTOÑO. INTENTAMOS CONVENCERLA DE QUE SE MATRICULARA EN STANFORD, PERO NO HUBO MANERA. ESTÁ DECIDIDA A IR AL ESTE Y DEJARNOS AQUÍ, SUFRIENDO POR ELLA. CONFÍO EN QUE LOS FRÍOS INVIERNOS DEL ESTE LA CONVENZAN DE QUE AQUÍ SE ESTÁ MEJOR. SU MADRE Y YO LA ECHAREMOS MUCHO DE MENOS.
ELIZABETH SONRIÓ AL OÍR ESAS PALABRAS Y SPENCER SE SORPRENDIÓ DE QUE FUERA TAN JOVEN. LAS CHICAS DE DIECIOCHO AÑOS HABÍAN CAMBIADO MUCHO EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS. MIENTRAS LA MIRABA, COMPRENDIÓ QUE ERA EXACTAMENTE EL REVERSO DE CRYSTAL.
—ES UNA ESCUELA MARAVILLOSA, SEÑORITA BARCLAY —DIJO SPENCER CON ESTUDIADA FRIALDAD—. MI CUÑADA TAMBIÉN ESTUDIÓ ALLÍ. ESTOY SEGURO DE QUE LE GUSTARÁ.
POR ALGUNA EXTRAÑA RAZÓN, LA MUCHACHA DEDUJO DE SUS PALABRAS QUE ESTABA CASADO. NO SE LE OCURRIÓ PENSAR QUE, A LO MEJOR, SE REFERÍA A LA MUJER DE SU HERMANO. POR UN INSTANTE SE DECEPCIONÓ. ERA UN HOMBRE MUY APUESTO Y SU MAGNETISMO LA INTRIGABA.
EL MAYORDOMO ANUNCIÓ LA CENA Y PRISCILLA BARCLAY ACOMPAÑÓ A SUS INVITADOS AL COMEDOR DE PAVIMENTOS DE MÁRMOL, PAREDES CON ENTREPAÑOS DE MADERA Y UNA ARAÑA DE CRISTAL SUSPENDIDA SOBRE LA MACIZA MESA INGLESA. HABÍA VELAS ENCENDIDAS EN HERMOSOS CANDELABROS DE PLATA Y LA MESA RESPLANDECÍA CON LA VAJILLA DE LIMOGES EN BLANCO Y ORO Y CON LAS COPAS DE CRISTAL QUE RECIBÍAN LA LUZ DE LAS VELAS Y LA REFLEJABAN EN LA PLATA. LAS GRANDES SERVILLETAS TENÍAN BORDADO EL MONOGRAMA DE LA MADRE DE PRISCILLA BARCLAY, LA CUAL INDICÓ AMABLEMENTE A SUS INVITADOS SUS LUGARES EN LA MESA. UNAS BANDEJITAS DE PLATA CONTENÍAN LAS TARJETAS CON LOS NOMBRES DE CADA UNO. ELIZABETH SE ALEGRÓ DE QUE LA SENTARAN AL LADO DE SPENCER. COMPRENDIÓ INMEDIATAMENTE QUE SU MADRE HABÍA EFECTUADO CAMBIOS EN EL ÚLTIMO MINUTO.
EL PRIMER PLATO FUE SALMÓN AHUMADO CON DIMINUTAS OSTRAS OLYMPIA. CUANDO SIRVIERON EL PLATO PRINCIPAL, ELIZABETH Y SPENCER YA ESTABAN CONVERSANDO ANIMADAMENTE. SPENCER SE MARAVILLÓ DE LA INTELIGENCIA DE LA JOVEN Y DE LO BIEN INFORMADA QUE ESTABA SOBRE LOS PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS NACIONALES Y MUNDIALES Y DE SUS PROFUNDOS CONOCIMIENTOS HISTÓRICOS Y ARTÍSTICOS. ERA UNA MUCHACHA EXTRAORDINARIA Y ÉL ESTABA SEGURO DE QUE EN VASSAR CONSEGUIRÍA MUY BUENAS NOTAS. LE RECORDABA MUCHO A LA MUJER DE SU HERMANO. NO OBSERVABA EN ELLA EL MENOR ALARDE DE OSTENTACIÓN. ERA UNA MEZCLA DE INTELIGENCIA Y EDUCACIÓN A PARTES IGUALES. TUVO INCLUSO LA DELICADEZA DE HABLAR CON EL OTRO INVITADO SENTADO A SU DERECHA, UN AMIGO DE SU PADRE.
—BIEN, SEÑOR HILL, AHORA QUE SE HA GRADUADO EN STANFORD, ¿QUÉ PIENSA HACER? —PREGUNTÓ, MIRANDO CON INTERÉS A SPENCER.
—TRABAJAR EN NUEVA YORK.
—¿YA TIENE UN EMPLEO?
LA MUCHACHA SENTÍA CURIOSIDAD Y QUERÍA IR AL GRANO. ESO A SPENCER LE GUSTÓ. NO LE APETECÍA JUGAR Y, SI ELLA LE HACÍA PREGUNTAS, ÉL TAMBIÉN PODÍA HACÉRSELAS A ELLA. EN REALIDAD, ERA ALGO MUCHO MÁS FÁCIL QUE COQUETEAR.
—SÍ. CON ANDERSON, VINCENT Y SAWBROOK.
—¿DE VERAS? —DIJO LA JOVEN, TOMANDO UN SORBO DE VINO.
—¿LES CONOCE?
—HE OÍDO A MI PADRE MENCIONARLES ALGUNAS VECES. TIENEN EL BUFETE MÁS PRESTIGIOSO DE WALL STREET.
—ME DEJA USTED DE PIEDRA —DIJO SPENCER EN TONO BURLÓN, AUNQUE HABLABA COMPLETAMENTE EN SERIO—. PARA TENER DIECIOCHO AÑOS, SABE USTED MUCHAS COSAS. NO ME EXTRAÑA QUE HAYA ELEGIDO EL VASSAR.
—GRACIAS. LLEVO AÑOS ASISTIENDO A CENAS CON PERSONAS MAYORES. SIEMPRE SE APRENDE ALGO.
PERO HABÍA ALGO MÁS. LA MUCHACHA ERA INTELIGENTE Y, DE HABER ESTADO DE MEJOR HUMOR, SPENCER SE HUBIERA SENTIDO ATRAÍDO POR ELLA. CARECÍA DE POESÍA Y DE MAGIA, POR SUPUESTO, PERO TENÍA UNA INTELIGENCIA QUE LO INTRIGABA. A MEDIDA QUE TRANSCURRÍA LA VELADA, SPENCER SE FUE INTERESANDO CADA VEZ MÁS. ERA UNA EXTRAÑA MANERA DE TERMINAR UN DÍA QUE HABÍA COMENZADO CON UN BAUTIZO EN EL VALLE ALEXANDER. NO ACERTABA A IMAGINARSE A CRYSTAL ALLÍ. APARTE LOS SENTIMIENTOS QUE LE INSPIRABA, CRYSTAL NO HUBIERA ENCAJADO EN AQUEL AMBIENTE EN DONDE AQUELLA MUCHACHA DE OJOS CASTAÑOS Y ARISTOCRÁTICAS MANERAS SE ENCONTRABA COMO PEZ EN EL AGUA. PESE A TODO, MIENTRAS LA ESCUCHABA, NO PUDO DEJAR DE PENSAR EN CRYSTAL.
—¿CUÁNDO SE VA DE SAN FRANCISCO?
—DENTRO DE DOS DÍAS —CONTESTÓ SPENCER, LAMENTÁNDOLO POR RAZONES QUE NINGUNO DE LOS DOS COMPRENDÍA PLENAMENTE.
ÉL NO PODÍA COMPRENDER EL SORDO DOLOR QUE SUFRÍA DESDE SU REGRESO DEL VALLE ALEXANDER. Y ELLA PENSABA QUE NO PODÍA HABER NADA MÁS EMOCIONANTE QUE VIVIR EN NUEVA YORK. ESTABA DESEANDO QUE LLEGARA SEPTIEMBRE.
—LÁSTIMA. ESPERABA QUE PUDIERA VENIR A VISITARNOS EN EL LAGO TAHOE.
—ME HUBIERA ENCANTADO. PERO TENGO UN MONTÓN DE COSAS QUE HACER. EMPIEZO A TRABAJAR DENTRO DE DOS SEMANAS Y NO TENDRÉ MUCHO TIEMPO PARA AMBIENTARME ANTES DE QUE ME SEPULTEN BAJO UN MONTÓN DE DOCUMENTOS EN WALL STREET.
—¿ESTÁ EMOCIONADO? —PREGUNTÓ LA JOVEN, MIRÁNDOLE A LOS OJOS.
SPENCER DECIDIÓ SINCERARSE.
—NO ESTOY MUY SEGURO, A DECIR VERDAD. AÚN NO SÉ MUY BIEN POR QUÉ ESTUDIÉ DERECHO.
—¿QUÉ HUBIERA ESTUDIADO EN SU LUGAR?
—MEDICINA, SI NO HUBIERA SERVIDO EN EL EJÉRCITO. LA GUERRA CAMBIÓ LOS PLANES DE MUCHA GENTE. A ALGUNAS PERSONAS LES HAN IDO LAS COSAS MUCHO PEOR QUE A MÍ —CONTESTÓ SPENCER, PENSANDO EN SU HERMANO—. HE SIDO MUY AFORTUNADO.
—PUES, YO CREO QUE TIENE SUERTE DE SER ABOGADO.
—AH, ¿SÍ? —A SPENCER LE HACÍA GRACIA AQUELLA MUCHACHA TAN INTRIGANTE EN LA QUE SEGURAMENTE NO HABRÍA NI UN SOLO GRAMO DE DEBILIDAD O INDECISIÓN—. ¿POR QUÉ?
—A MÍ TAMBIÉN ME GUSTARÍA ESTUDIAR DERECHO. DESPUÉS DEL VASSAR.
—SIENDO ASÍ, DEBERÍA HACERLO —DIJO SPENCER SIN SORPRENDERSE DEMASIADO—. ¿NO PREFERIRÍA CASARSE Y TENER HIJOS?
LE PARECÍA UNA OPCIÓN MUCHO MÁS NATURAL; NO ERA PROBABLE QUE UN HOMBRE LE PERMITIERA HACER AMBAS COSAS A LA VEZ. EN 1947, SE TENÍA QUE ELEGIR ENTRE UNA U OTRA COSA, Y EL PRECIO LE PARECÍA EXCESIVAMENTE ELEVADO. ÉL, EN SU LUGAR, HUBIERA PREFERIDO TENER UN MARIDO Y UNOS HIJOS, PERO ELIZABETH NO ESTABA MUY CONVENCIDA.
—TAL VEZ. —POR UN INSTANTE LA JOVEN PARECIÓ DUDAR. LUEGO SE ENCOGIÓ DE HOMBROS Y LE HIZO OTRA PREGUNTA MIENTRAS SERVÍAN EL POSTRE—. ¿CÓMO ES SU ESPOSA, SEÑOR HILL?
—¿MI…? YO… DISCULPE, ¿QUÉ LE HA INDUCIDO A PENSAR QUE ESTOY CASADO?
SPENCER LA MIRÓ CONSTERNADO Y DESPUÉS SE ECHÓ A REÍR. ¿TAN VIEJO LE PARECÍA COMO PARA RESULTARLE INCONCEBIBLE QUE AÚN PUDIERA ESTAR SOLTERO? EN TAL CASO, A CRYSTAL DEBIÓ DE PARECERLE UN MATUSALÉN. NO SE LA PODÍA QUITAR DE LA CABEZA, POR MUCHO QUE TRATARA DE DISTRAERSE CON ELIZABETH BARCLAY. TENÍA LOS PENSAMIENTOS EN OTRA PARTE Y ALGO LE HABÍA DELATADO.
POR PRIMERA VEZ, ELIZABETH SE DESCONCERTÓ Y SE RUBORIZÓ LEVEMENTE.
—PENSÉ QUE HABÍA DICHO…, ANTES SE REFIRIÓ A SU CUÑADA…, DEDUJE QUE…
SPENCER SE RIÓ MIENTRAS LA JOVEN FARFULLABA UNA EXPLICACIÓN, Y SACUDIÓ LA CABEZA, MIRÁNDOLA CON SUS OJOS AZULES ILUMINADOS POR LA LUZ DE LAS VELAS.
—ME TEMO QUE NO. ME REFERÍA A LA VIUDA DE MI HERMANO.
—¿MURIÓ EN LA GUERRA?
—SÍ.
—LO SIENTO.
SIRVIERON EL CAFÉ Y LAS DAMAS SE RETIRARON, SIGUIENDO LAS INDICACIONES DE PRISCILLA BARCLAY, QUE DIO LAS GRACIAS A SU HIJA EN VOZ BAJA MIENTRAS ABANDONABAN LA ESTANCIA.
—GRACIAS, ELIZABETH. NOS HUBIÉRAMOS VISTO EN UN APURO TREMENDO SIN TI.
LA JOVEN SONRIÓ Y LE RODEÓ LOS HOMBROS CON SU BRAZO. AUNQUE TENÍA SESENTA Y TANTOS AÑOS, PRISCILLA BARCLAY ERA TODAVÍA MUY HERMOSA.
—ME LO HE PASADO BIEN. ME GUSTA SPENCER HILL. Y AHORA QUE ME HA DICHO QUE NO ESTÁ CASADO, TODAVÍA MÁS.
—¡ELIZABETH! —EXCLAMÓ PRISCILLA, FINGIENDO ESCANDALIZARSE—. ES MUY MAYOR PARA TI. DEBE DE RONDAR LOS TREINTA.
—¿Y ESO QUÉ IMPORTA?; SERÍA DIVERTIDO VERLE EN NUEVA YORK. TRABAJARÁ EN ANDERSON, VINCENT Y SAWBROOK.
PRISCILLA ASINTIÓ Y SE FUE A CONVERSAR CON LAS DAMAS. AL CABO DE UN RATO, LOS CABALLEROS SE LES UNIERON. AL TERMINAR LA FIESTA, SPENCER AGRADECIÓ A LOS BARCLAY SU INVITACIÓN Y SE DESPIDIÓ DE SU HIJA.
—BUENA SUERTE EN LA ESCUELA.
—GRACIAS —CONTESTÓ LA JOVEN, MIRÁNDOLE CON SIMPATÍA. EN AQUEL MOMENTO, SPENCER CONCLUYÓ QUE LA MUCHACHA LE GUSTABA. ERA MÁS BONITA QUE LA MUJER DE ROBERT, Y CONSIDERABLEMENTE MÁS INTELIGENTE—. BUENA SUERTE EN SU TRABAJO. ESTOY SEGURA DE QUE LO HARÁ MUY BIEN.
—INTENTARÉ RECORDARLO DENTRO DE UNO O DOS MESES, CUANDO ECHE DE MENOS LA BUENA VIDA DE STANFORD. PUEDE QUE ALGUNA VEZ NOS VEAMOS EN NUEVA YORK.
LA JOVEN ESBOZÓ UNA ALENTADORA SONRISA MIENTRAS SU MADRE SE ACERCABA.
—TENDRÁ QUE VIGILARNOS A ELIZABETH CUANDO ESTÉ EN NUEVA YORK.
SPENCER SONRIÓ, PENSANDO QUE NO ERA PROBABLE QUE SE VIERAN. LAS ALUMNAS DE PREUNIVERSITARIO ERAN DEMASIADO JÓVENES PARA ÉL… Y, ADEMÁS, ESTABA CRYSTAL…
—LLÁMEME CUANDO LLEGUE A LA CIUDAD.
—ASÍ LO HARÉ —DIJO LA MUCHACHA, SONRIENDO.
SPENCER REGRESÓ AL HOTEL PENSANDO EN ELLA Y EN SU INTERESANTE CONVERSACIÓN. QUIZÁ TENÍA RAZÓN. QUIZÁ LE CONVENDRÍA ESTUDIAR DERECHO. SERÍA UNA LÁSTIMA QUE SE CONVIRTIERA EN LA ESPOSA DE ALGUIEN Y SE PASARA LA VIDA JUGANDO AL BRIDGE Y CHISMORREANDO CON OTRAS MUJERES. PERO NO FUE CON ELIZABETH CON QUIEN SOÑÓ AQUELLA NOCHE CUANDO FINALMENTE SE DURMIÓ A ALTAS HORAS DE LA MADRUGADA, SINO CON LA MUCHACHA DE CABELLO RUBIO PLATINO Y OJOS COLOR CIELO ESTIVAL, LA QUE CANTABA CON TANTO SENTIMIENTO… EN SU SUEÑO LA VIO SENTADA EN EL COLUMPIO, QUERÍA ALCANZARLA PERO NO PODÍA. SE LEVANTÓ AL AMANECER Y CONTEMPLÓ LA LENTA SALIDA DEL SOL EN LA BAHÍA. A CIENTO CINCUENTA KILÓMETROS DE DISTANCIA, CRYSTAL PASEÓ POR LOS CAMPOS DESCALZA, Y SE DIRIGIÓ AL RÍO CANTANDO EN VOZ BAJA.