DANIELLE STEEL, LA MANSIÓN, CAPITULO 13.

13

UNA GRUESA CAPA DE NIEVE CUBRÍA LA CIUDAD CUANDO JEREMIAH Y CAMILLE BAJARON DEL TREN EN NUEVA YORK; ÉL, EMBELESADO EN LA CONTEMPLACIÓN DE SU ESPOSA, Y ELLA, DANDO PALMADAS DE ENTUSIASMO. LOS OJOS DE ELLA BRILLABAN EN MEDIO DEL AIRE FRÍO, ASOMANDO ENTRE LAS PIELES DE MARTA CEBELLINA QUE JEREMIAH LE HABÍA REGALADO POR NAVIDAD Y QUE, HACIENDO JUEGO CON EL MANGUITO, LE CUBRÍAN EL CUELLO Y PARTE DEL ROSTRO. TANTO POR SU ATUENDO COMO POR LA GRACIA CON QUE SU PEQUEÑA Y ENGUANTADA MANO SE APOYABA EN EL BRAZO DE JEREMIAH, PARECÍA UNA PRINCESA RUSA. ADORABA TODOS SUS HERMOSOS REGALOS Y NO DEJABA DE PENSAR EN LA SUERTE QUE HABÍA TENIDO AL PODER DEJAR ATLANTA. JEREMIAH VALÍA A SUS OJOS CASI TANTO COMO UNO DE LOS DUQUES O PRÍNCIPES QUE SU PADRE LE HABÍA PROMETIDO DURANTE TANTO TIEMPO. EN AQUEL MOMENTO, ARDÍA EN DESEOS DE VER LA CASA DEL VALLE DE NAPA, QUE, SEGÚN SUPONÍA, AÚN ERA MAYOR QUE UNA PLANTACIÓN DEL SUR.

EL COCHE LLEGÓ AL HOTEL CAMBRIDGE, SITUADO EN LA CALLE TREINTA Y TRES. EN EL VESTÍBULO, WALMSBY, EL RECEPCIONISTA, SE APRESURÓ A ATENDERLES. A JEREMIAH LE GUSTABA EL CÓMODO AISLAMIENTO QUE SIEMPRE HABÍA ENCONTRADO ALLÍ, LA EXQUISITEZ DE LAS SUITES Y LAS DIVERTIDAS HISTORIAS QUE SOLÍA CONTARLE WALMSBY. PRECEDIENDO A JEREMIAH, CAMILLE ENTRÓ EN LA SUITE COMO SI HICIERA AÑOS QUE SE HOSPEDASE EN HOTELES, LO QUE HIZO REÍR A SU ESPOSO. SUS AIRES DE GRAN DAMA QUEDARON BRUSCAMENTE ANULADOS CUANDO ÉL LA TOMÓ EN BRAZOS Y LA ECHÓ SOBRE LA CAMA CON TODAS SUS GALAS Y SUS PIELES DE MARTA CEBELLINA.

—¡ERES UNA PICARONA, CAMILLE THURSTON! —EXCLAMÓ JEREMIAH. ELLA, AÚN SORPRENDIDA DE OÍRSE LLAMAR CON AQUEL APELLIDO, NO NEGÓ LA ACUSACIÓN DE SU MARIDO, QUIEN NO SE HABÍA ATREVIDO A HACERLE UN REPROCHE AÚN PEOR: LA FRIALDAD CON QUE HABÍA ACOGIDO AL RECEPCIONISTA, ANTIGUO AMIGO DE JEREMIAH. EL POBRE WALMSBY QUEDÓ ATURDIDO CUANDO LE ALARGÓ LA MANO Y ELLA HIZO CASO OMISO DE ÉL.

—¡QUÉ FALTA DE TACTO! —DIJO CAMILLE, UNOS PASOS MÁS ADELANTE—. ¿QUIÉN SE HA CREÍDO QUE ES?

—ES AMIGO MÍO —LE SUSURRÓ ÉL.

SIN EMBARGO, CUANDO CAMILLE SE ENCONTRÓ SOLA CON JEREMIAH EN LA SUITE, LE BESÓ CON TANTA AVIDEZ QUE ÉL OLVIDÓ EN EL ACTO TODO LO QUE SE REFIRIERA A WALMSBY. MIENTRAS SE ESTABAN VISTIENDO PARA LA CENA, JEREMIAH SE SONRIÓ A SÍ MISMO AL PENSAR, UNA VEZ MÁS, EN LA CASA QUE HABÍA CONSTRUIDO PARA ELLA EN SAN FRANCISCO. A DURAS PENAS PODÍA ESPERAR EL MOMENTO DE MOSTRÁRSELA. CASI NO SE LA HABÍA MENCIONADO DESDE QUE HABÍAN LLEGADO A ATLANTA, Y SIEMPRE QUE ELLA LE HACÍA PREGUNTAS SOBRE SU NUEVO HOGAR, ÉL EVITABA EL TEMA DICIÉNDOLE QUE ERA UNA CASA ACEPTABLE, PERO QUE TAL VEZ ELLA QUERRÍA INTRODUCIR ALGUNOS CAMBIOS DESPUÉS.

PERO, DE MOMENTO, CAMILLE SENTÍA MAYOR INTERÉS POR LO QUE AMBOS IBAN A HACER EN NUEVA YORK. FUERON AL TEATRO VARIAS VECES, UNA A LA ÓPERA, CENARON EN DELMONICO’S LA PRIMERA NOCHE Y EN EL BRUNSWICK LA SEGUNDA, DONDE JEREMIAH PIDIÓ UNA SUCULENTA CENA BASADA EN AVES DE CAZA. ERA UN LUGAR MUY FRECUENTADO POR LA BUENA SOCIEDAD DE LA CAPITAL Y MUCHOS DE SUS CLIENTES ERAN BRITÁNICOS. Y LA TERCERA NOCHE FUERON A VER A AMELIA, CORRESPONDIENDO A LA INVITACIÓN QUE JEREMIAH HABÍA RECIBIDO DE ELLA. ESTABA ANSIOSO DE PRESENTARLE A CAMILLE Y, AL MISMO TIEMPO, LE ENCANTABA LA PERSPECTIVA DE VOLVER A VER A AMELIA. LA CORRESPONDENCIA QUE HABÍAN MANTENIDO HABÍA SERVIDO PARA CONVERTIR SU ENAMORAMIENTO EN AMISTAD. Y LA INVITACIÓN DE AMELIA HABÍA SIDO TAN SINCERA Y AFECTUOSA QUE JEREMIAH LA HABÍA ACEPTADO MUY GUSTOSAMENTE; PERO, CUANDO SE HALLABA CAMINO DE SU CASA CON SU ESPOSA, EMPEZÓ A DUDAR DE LA OPORTUNIDAD DE AQUEL ENCUENTRO. CAMILLE SE ESTABA COMPORTANDO COMO UNA NIÑA MIMADA Y DISPLICENTE. AL PENSAR EN LO DESPÓTICA QUE SE HABÍA MOSTRADO CON LA DONCELLA DEL HOTEL MIENTRAS LA AYUDABA A VESTIRLA, SE SINTIÓ PREOCUPADO.

AQUÉLLOS ERAN LOS PENSAMIENTOS DE JEREMIAH MIENTRAS SE DIRIGÍAN HACIA LA MANSIÓN DE AMELIA; CAMILLE IBA ATAVIADA CON UNA CAPA DE TERCIOPELO NEGRO Y PROFUSIÓN DE PIELES DE MARTA. EL ENORME DIAMANTE DEL ANILLO DE BODA CENTELLEABA EN SU MANO IZQUIERDA; Y EL ZAFIRO QUE ACABABA DE REGALARLE, EN LA DERECHA. Y, DEBAJO DE LA CAPA DE TERCIOPELO DE PARÍS, LLEVABA UN VESTIDO DE RASO BLANCO CON GRACIOSAS APLICACIONES DE ARMIÑO EN LOS HOMBROS Y ALREDEDOR DEL DOBLADILLO. ERA UNA EXQUISITA CREACIÓN QUE HABÍA COSTADO A SU PADRE, SEGÚN LE DIJO ÉL MISMO A JEREMIAH, MÁS QUE EL RESCATE DE UN REY.

—PARECES UNA REINA —LE HABÍA DICHO ÉL ANTES DE SALIR DEL HOTEL TOMÁNDOLE UNA MANO Y DISPONIÉNDOSE A DESCRIBIRLE A AMELIA—. ES UNA MUJER MUY ESPECIAL, INTELIGENTE, DIGNA, HERMOSA… —PENSÓ CON AGRADO EN SU INOFENSIVO FLIRTEO EN EL TREN QUE LOS HABÍA LLEVADO JUNTOS HASTA ATLANTA. ERA UNA MUJER ENCANTADORA, Y ESTABA CONVENCIDO DE QUE GUSTARÍA A CAMILLE CUANDO LA CONOCIERA.

PERO CAMILLE SE MOSTRÓ ARISCA DESDE EL MISMO INSTANTE EN QUE ENTRÓ EN LA CASA DE AMELIA. PARECÍA OFENDIDA POR LA BUENA EDUCACIÓN, EL DEPURADO GUSTO, EL EXQUISITO ATAVÍO Y LAS GENTILES MANERAS DE AQUELLA MUJER EXCEPCIONAL. SU REACCIÓN PUSO EN UN APRIETO A JEREMIAH.

AMELIA TENÍA UNA GRACIA TAN INUSUAL Y UN ENCANTO TAN SEDUCTOR QUE DABA GANAS DE ABRAZARLA A CUANTOS LA VEÍAN POR PRIMERA VEZ. Y JEREMIAH HABÍA OLVIDADO ENTRETANTO LO ATRACTIVA QUE PODÍA LLEGAR A SER, SU TRASLÚCIDA Y REFULGENTE CLARIDAD DE DIAMANTE, EL BRILLO DE SUS OJOS, LA DELICADEZA DE SUS FACCIONES, SU MODO DE MOVERSE, LA DISCRETA ELEGANCIA DE SUS FINAS JOYAS, LA DISTINCIÓN DE SUS VESTIDOS DE ALTA COSTURA DE PARÍS… NUNCA LA HABÍA VISTO, COMO AHORA, EN EL MÁXIMO ESPLENDOR DE SU AMBIENTE, FLOTANDO POR LOS SALONES DE LA ESPLÉNDIDA CASA QUE LE HABÍA DEJADO BERNARD GOODHEART, SINO SÓLO EN EL TREN DE ATLANTA; PERO SU AMISTAD HABÍA NACIDO ALLÍ, UNA AMISTAD QUE, ÉL LO SABÍA, NUNCA MORIRÍA. HABÍA CRIADOS CON LIBREA POR TODAS PARTES, Y LA LUZ DE LAS VELAS DANZABA EN LAS ESPLÉNDIDAS ARAÑAS, SOBRE LOS RICOS SUELOS DE MÁRMOL QUE EXTENDÍAN SUS DIBUJOS DE CAPRICHOSAS FLORES DE UN EXTREMO AL OTRO DE LAS HABITACIONES. EN TODAS ELLAS, LA DECORACIÓN ERA INDISCUTIBLEMENTE FRANCESA, EXCEPTO EN EL COMEDOR Y EN LA GRAN BIBLIOTECA, QUE ERAN DE IMPECABLE ESTILO INGLÉS. Y EN AQUELLA ATMÓSFERA DESTACABA, CON SU DISCRETO BRILLO, AQUELLA PERLA DE MUJER… UNA MUJER ANTE LA QUE CAMILLE SE SENTÍA VISIBLEMENTE DEVORADA POR LOS CELOS. DABA LA SENSACIÓN DE NO PODER SOPORTAR NADA DE LO QUE HACÍA O DECÍA AMELIA. EN REALIDAD, SE SENTÍA INSULTADA POR CADA UNO DE SUS MOVIMIENTOS, POR CADA UNA DE SUS SONRISAS O PALABRAS.

—¡CAMILLE, COMPÓRTATE COMO ES DEBIDO! —LE DIJO JEREMIAH AL OÍDO EN UN MOMENTO EN QUE AMELIA, DESPUÉS DE LA CENA, SALIÓ DE LA ESTANCIA PARA ELEGIR UNA BOTELLA DE CHAMPÁN PARA ELLOS—. ¿QUÉ TE PASA ESTA NOCHE? ¿NO TE ENCUENTRAS BIEN?

—¡ES UNA ZORRA! —LE SUSURRÓ CAMILLE A JEREMIAH CON EXPRESIÓN TEATRAL—. ¡ESTÁ INTENTANDO SEDUCIRTE POR TODOS LOS MEDIOS! ¡ESTÁS CIEGO SI NO LO VES!

EL ACENTO SUREÑO DE CAMILLE SONÓ CON UNA INSÓLITA ASPEREZA, LO QUE, JUNTO CON SU ATAQUE DE POSESIVA DEVOCIÓN HACIA ÉL, HABRÍA CONMOVIDO A JEREMIAH SI ELLA NO HUBIERA SIDO TAN RUDA CON SU AMIGA, ACTITUD QUE LLEGÓ A HACER CASI INSOPORTABLE A CAMILLE, QUIEN NO CESABA DE HACER MORDACES OBSERVACIONES COMO RESPUESTA A TODO CUANTO DECÍA AMELIA. Y, AUN ASÍ, AMELIA LA TRATÓ EN TODO MOMENTO CON LA DECIDIDA CALMA DE UNA MADRE EXTREMADAMENTE HÁBIL, DE UNA MUJER ACOSTUMBRADA A MANEJAR CRIATURAS DIFÍCILES. PERO CAMILLE YA NO ERA UNA NIÑA, Y JEREMIAH NO PUDO POR MENOS DE DECIRLE, VISIBLEMENTE ENOJADO, MIENTRAS VOLVÍAN AL CAMBRIDGE EN UN COCHE:

—¿CÓMO HAS PODIDO CONDUCIRTE DE ESA MANERA? HA SIDO UNA VERGÜENZA. ¡Y UNA MORTIFICACIÓN PARA MÍ!

JEREMIAH LA RIÑÓ COMO HABRÍA PODIDO HACERLO CON UNA CRIATURA QUE SE HUBIERA PORTADO MAL, Y SINTIÓ VERDADEROS DESEOS DE DARLE UNOS AZOTES AL VERLA SALTAR DEL COCHE HECHA UNA FURIA PARA CERRAR POCO DESPUÉS LA SUITE CON UN PORTAZO CAPAZ DE DESPERTAR A CUANTOS SE HOSPEDABAN EN EL HOTEL.

—¿QUÉ TE PASA, CAMILLE?

AQUELLA NOCHE SE HABÍA COMPORTADO COMO UNA INSENSATA, Y HABÍAN SIDO VARIOS LOS DESAIRES QUE HABÍA HECHO A DISTINTAS PERSONAS DURANTE LOS DÍAS ANTERIORES. JEREMIAH NUNCA LA HABÍA VISTO COMPORTARSE DE AQUELLA MANERA, PERO TAMBIÉN ERA CIERTO QUE CONOCÍA MUY POCO DE ELLA. SE PREGUNTÓ SI ERA ALGÚN ASPECTO DEL MODO DE SER DE CAMILLE QUE A ÉL LE HUBIERA PASADO POR ALTO; PERO, FUERA COMO FUESE, ESTABA DECIDIDO A CORREGIRLO.

—¡ME COMPORTARÉ COMO ME DÉ LA GANA, JEREMIAH! —LE GRITÓ.

—NO, NO LO HARÁS —REPUSO ÉL, SORPRENDIDO DE SU ACTITUD—. Y ENVIARÁS TUS DISCULPAS A MI AMIGA LA SEÑORA GOODHEART. LE ESCRIBIRÁS UNA CARTA ESTA MISMA NOCHE Y YO HARÉ QUE SE LA ENTREGUEN MAÑANA. ¿ESTÁ CLARO?

—¡LO QUE ESTÁ CLARO ES QUE TE HAS VUELTO LOCO, JEREMIAH THURSTON! NUNCA HARÉ TAL COSA.

ÉL LA AGARRÓ POR UN BRAZO Y, CON UN BRUSCO GESTO, LA OBLIGÓ A SENTARSE EN UN SILLÓN.

—CREO QUE NO ME HAS COMPRENDIDO, CAMILLE. ESPERO QUE ESCRIBAS UNA CARTA DE DISCULPA A AMELIA.

—¿POR QUÉ? ¿ES TU FULANA?

—¿QUÉ? —LA MIRÓ COMO SI HUBIERA PERDIDO LA RAZÓN. AMELIA ERA DEMASIADO RESPETABLE PARA SER LA «FULANA» DE ALGUIEN. Y ÉL HABÍA ESTADO DECIDIDO A CASARSE CON ELLA. SIN EMBARGO, PARA NO EMPEORAR LA SITUACIÓN, NO LE DIJO TANTO A CAMILLE—. HAS ESTADO MUY GROSERA, ¿SABES? DEBES TENER EN CUENTA QUE AHORA ERES MI ESPOSA. HAS DEJADO DE SER LA NIÑA MIMADA QUE HACE CUANTO SE LE ANTOJA. ¿ESTÁ CLARO?

ELLA SE LEVANTÓ E, IRGUIÉNDOSE TODO CUANTO LE PERMITÍA SU ESTATURA, LE ESPETÓ AL QUE AHORA ERA SU MARIDO:

—SOY LA SEÑORA THURSTON, DE SAN FRANCISCO, Y MI ESPOSO ES UNO DE LOS HOMBRES MÁS RICOS DEL ESTADO DE CALIFORNIA…, DEL PAÍS, ¡QUÉ DIANTRE! —CAMILLE MIRÓ A JEREMIAH CON UNA EXPRESIÓN QUE LE HORRORIZÓ—. Y PUEDO HACER TODO LO QUE ME PLAZCA. ¿ESTÁ CLARO?

JEREMIAH DECIDIÓ DETENER LA INCREÍBLE TRANSFORMACIÓN DE QUE ELLA DABA MUESTRAS ANTE SUS OJOS.

—ESE MODO DE COMPORTARTE, CAMILLE, SÓLO ATRAERÁ SOBRE TI EL DESPRECIO Y EL ODIO DONDEQUIERA QUE VAYAS. Y TE ACONSEJO QUE PROCURES ACERCARTE CUANTO PUEDAS A LA HUMILDAD ANTES DE LLEGAR A CALIFORNIA. VIVO EN UNA SENCILLA CASA EN EL VALLE DE NAPA, CUIDO DE MIS VIÑEDOS Y SOY UN MINERO. ESO ES TODO LO QUE SOY. Y TÚ ERES MI ESPOSA. Y SI CREES QUE ESTO TE DA DERECHO A SER RUDA CON TUS AMIGOS Y VECINOS, O CON LA GENTE QUE TRABAJA PARA NOSOTROS, ESTÁS COMPLETAMENTE EQUIVOCADA.

CAMILLE REACCIONÓ RIENDO Y TOMANDO AMOROSAMENTE ENTRE SUS MANOS LAS PIELES DE MARTA CEBELLINA QUE JEREMIAH LE HABÍA REGALADO. AHORA TENÍA CUANTO QUERÍA. AMABA A SU ESPOSO, PERO TAMBIÉN LO QUE ÉL TENÍA Y REPRESENTABA Y ELLA HABÍA ADQUIRIDO LA MISMA CATEGORÍA QUE ÉL. A PARTIR DE AQUEL MOMENTO, YA NADIE LA JUZGARÍA POR LA ASCENDENCIA DE SU PADRE. SI SU ARISTOCRÁTICA MADRE NO HABÍA BASTADO PARA BORRAR LOS HUMILDES COMIENZOS DEL PADRE, ELLA LO HABÍA LOGRADO AHORA CON CRECES. SE HABÍA SOLTADO DE AQUELLAS ATADURAS SOCIALES CASÁNDOSE CON EL HOMBRE MÁS RICO DEL ESTADO DE CALIFORNIA. Y NADIE VOLVERÍA A MIRARLA CON MENOSPRECIO. AHORA TENÍA LA POSICIÓN QUE LE DABA SU RIQUEZA, UNA OPULENCIA DE LA QUE NO HABÍA DISFRUTADO JAMÁS Y A LA QUE NUNCA HABRÍA SOÑADO LLEGAR CUANDO VIVÍA EN ATLANTA. ALLÁ DONDE SE HALLARAN, LA GENTE SIEMPRE CUCHICHEABA, Y ELLA SABÍA LO QUE DECÍAN. SU PADRE SE LO HABÍA DICHO. JEREMIAH ERA UNO DE LOS HOMBRES MÁS PODEROSOS E IMPORTANTES DEL PAÍS.

—NO ME DIGAS QUE SÓLO ERES UN MINERO, JEREMIAH THURSTON. TODO ESO DEL TRABAJO EN LAS MINAS ES UNA BASURA; TÚ Y YO LO SABEMOS MUY BIEN. TÚ ERES ALGO MÁS QUE ESO, Y YO TAMBIÉN —DIJO CAMILLE POR FIN.

COSTABA CREER QUE SÓLO TENÍA DIECIOCHO AÑOS. PARECÍA MUCHO MAYOR, SUBRAYANDO SUS AFIRMACIONES CON VERDADERO APLOMO.

—¿Y QUÉ PASARÍA SI SE INTERRUMPIERA EL TRABAJO EN NUESTRAS MINAS, SI PERDIÉRAMOS CUANTO TENEMOS? ¿QUÉ SUCEDERÍA ENTONCES? NO ERES NADIE SI CONDICIONAS TU IMPORTANCIA A TODO ESO. NADIE.

—SÍ, PERO ES QUE TÚ NO PERDERÁS NI UN CENTAVO DE LO QUE TIENES.

—OYE, CAMILLE, CUANDO YO, DE NIÑO, VIVÍA CON MIS PADRES EN NUEVA YORK, APENAS SI TENÍAMOS LO SUFICIENTE PARA PODER COMER, PERO LA SUERTE QUISO QUE MI PADRE ENCONTRASE ORO EN CALIFORNIA. POR ENTONCES, NADIE SOÑABA EN OTRA COSA, Y CREO QUE LAS CIRCUNSTANCIAS AL RESPECTO HAN CAMBIADO MUY POCO. YO TAMBIÉN TUVE SUERTE, PERO NO FUE MÁS QUE ESO. SUERTE. BUENA FORTUNA. Y EL DURO TRABAJO DE MANTENERLA Y AUMENTARLA. PERO TODO ESO PUEDE IRSE CON LA MISMA FACILIDAD CON QUE LLEGÓ, Y HAY QUE SER SIEMPRE UNO MISMO SUCEDA LO QUE SUCEDA. YO ME CASÉ CON UNA MARAVILLOSA MUCHACHITA DE ATLANTA, Y LA QUIERO… NO TE CONVIERTAS, PUES, EN UNA PERSONA DIFERENTE POR EL HECHO DE QUE TE CASASTE CONMIGO. NO SERÍA JUSTO. NO LO SERÍA PARA MÍ, Y MENOS AÚN PARA TI. NO TIENES NINGUNA NECESIDAD DE ADOPTAR ESA ACTITUD.

—¿POR QUÉ NO? ES LA ACTITUD QUE LA GENTE MANTUVO SIEMPRE CONMIGO, INCLUIDA MI MADRE. —SE LE LLENARON LOS OJOS DE LÁGRIMAS AL HACERLE AQUELLA CONFESIÓN, PERO ENSEGUIDA SE VOLVIÓ DESAFIANTE Y LE DIJO—: SIEMPRE ME TRATABA COMO SI FUERA UN SER INFERIOR, SIMPLEMENTE PORQUE YO ERA UN TROZO DE MI PADRE… PARA ELLA, PAPÁ ERA UNA BASURA… BASURA O NO, SE CASÓ CON ÉL, PERO AQUELLA BASURA CRECIÓ, SE TRANSFORMÓ Y, DESPUÉS DEL SUICIDIO DE SU PADRE, LE PERMITIÓ VIVIR A UN NIVEL DE RIQUEZA SUFICIENTE PARA SU LINAJE. PERO LA GENTE SIEMPRE ME HA MIRADO CON MENOSPRECIO, LO MISMO QUE A HUBERT. A ÉL LE IMPORTA UN COMINO, PERO A MÍ SÍ QUE ME IMPORTA, Y NO ESTOY DISPUESTA A PERMITIR QUE NADIE VUELVA A REBAJARME, JEREMIAH. Y AMELIA, CON SU ARISTOCRACIA, SU OPULENCIA Y SUS AIRES DE GRAN DAMA, ES COMO EL RESTO DE ESA CATERVA. LOS CONOZCO MUY BIEN. HE VISTO A ESE TIPO DE PERSONAS POR TODO EL SUR. SON ENDIABLADAMENTE ENCANTADORAS, PERO, CUANDO MENOS LO ESPERAS, TE DAN UN REVOLCÓN.

JEREMIAH QUEDÓ PERPLEJO. QUÉ ATAQUE TAN INMERECIDO CONTRA AMELIA… CON TODO, COMPRENDÍA EL RESENTIMIENTO DE CAMILLE. NUNCA HABÍA SOSPECHADO AQUEL ASPECTO DE SU VIDA Y, AL CONOCERLO, SE CONDOLIÓ DE LOS MUCHOS DESAIRES QUE LA MUCHACHA HABRÍA SUFRIDO EN TAN ADVERSO AMBIENTE. AHORA COMPRENDÍA LO QUE LE DIO A ENTENDER ORVILLE CUANDO LE DIJO QUE QUERÍA SACAR A SU HIJA DEL SUR. TENÍA MUCHA IMPORTANCIA PARA ELLA, Y NO MENOS PARA ORVILLE.

—PERO AMELIA NO TE DIJO NADA OFENSIVO, AMOR MÍO.

—¡SÓLO HABRÍA FALTADO ESO!

LAS LÁGRIMAS, QUE SÓLO SE HABÍAN ASOMADO A SUS OJOS, CORRÍAN A RAUDALES POR SUS MEJILLAS. JEREMIAH LA ESTRECHÓ ENTRE LOS BRAZOS.

—NUNCA, NUNCA PERMITIRÉ QUE NADIE HAGA TAL COSA CONTIGO, VIDA MÍA. TE JURO QUE NADIE VOLVERÁ A TENER MOTIVOS PARA DESPRECIARTE. —Y SE ALEGRÓ DE HABERLE CONSTRUIDO AQUELLA MAGNÍFICA MANSIÓN DE SAN FRANCISCO. QUIZÁ LE DARÍA LA CONFIANZA EN SÍ MISMA QUE TANTO PARECÍA NECESITAR—. TE LO PROMETO —INSISTIÓ—, NADIE VOLVERÁ A TRATARTE INDEBIDAMENTE EN CALIFORNIA. Y SÉ QUE AMELIA NO LO HARÍA NUNCA. HUBIERAS DEBIDO DARLE UNA OPORTUNIDAD. —LA ESTRECHÓ CONTRA SU PECHO COMO SI FUERA UNA CRIATURA—. QUIZÁ PUEDAS DÁRSELA LA PRÓXIMA VEZ QUE OS VEÁIS.

DESPUÉS LA CONDUJO A LA CAMA E HIZO LO POSIBLE POR CONSOLARLA. Y LLEGÓ LA MAÑANA, Y ELLA NO ESCRIBIÓ LA CARTA CON QUE JEREMIAH QUERÍA QUE SE DISCULPASE, PERO ÉL NO QUISO TRASTORNARLA DE NUEVO CON SU INSISTENCIA. EN VEZ DE ELLO, ENVIÓ A AMELIA UNA ENORME CESTA DE LILAS BLANCAS, FLOR CASI INEXISTENTE EN INVIERNO. SABÍA QUE A ELLA LE GUSTARÍAN, Y QUE COMPRENDERÍA.

Y JEREMIAH Y CAMILLE PASARON EL RESTO DE SU ESTANCIA EN LA CIUDAD YENDO DE TIENDAS Y COMPRANDO VALIOSAS CHUCHERÍAS PARA ELLA: PINTURAS PARA LA NUEVA CASA, UN COLLAR DE PERLAS NEGRAS, Y OTRO DE DIAMANTES Y ESMERALDAS SIN EL CUAL, SEGÚN CAMILLE ASEGURÓ, NO HABRÍA PODIDO SEGUIR VIVIENDO, Y TELAS, PLUMAS Y ENCAJES CON LOS QUE SE HUBIERA PODIDO LLENAR VARIOS BAÚLES.

—POR SI NO PUDIERA ENCONTRARLO A MI GUSTO EN CALIFORNIA —SE JUSTIFICÓ ELLA.

—POR DIOS, CALIFORNIA NO ES PRECISAMENTE ÁFRICA… ES CALIFORNIA.

PERO A ÉL LE DIVERTÍA VERLA COMPRAR DE AQUEL MODO, Y NO PONÍA NINGÚN REPARO A SUS CAPRICHOS…, HASTA EL PUNTO DE QUE, CUANDO ENTRARON EN EL VAGÓN PRIVADO QUE LOS LLEVARÍA A CALIFORNIA, ESTABA MEDIO LLENO CON LOS BAÚLES, MALETAS Y CAJAS QUE CONTENÍAN SUS TESOROS.

—¿CREES QUE HABREMOS COMPRADO LO SUFICIENTE, CARIÑO? —LE PREGUNTÓ JEREMIAH, DIVERTIDO, MIENTRAS ENCENDÍA UN CIGARRO Y EL TREN SALÍA DE LA GRAN ESTACIÓN CENTRAL.

ANTES DE DEJAR NUEVA YORK, ÉL SE LAS HABÍA ARREGLADO PARA PODER VOLVER A HABLAR CON AMELIA E INSISTIÓ EN QUE NO SE CONSIDERASE OFENDIDA POR EL COMPORTAMIENTO DE CAMILLE.

—ES MUY JOVEN, JEREMIAH, DELE LA OPORTUNIDAD DE ACOSTUMBRARSE A SER SU ESPOSA —LE ACONSEJÓ ELLA.

ERA PRECISAMENTE LO QUE ÉL TENÍA LA INTENCIÓN DE HACER. DURANTE SU VIAJE A CALIFORNIA, PASARON LA MAYOR PARTE DEL TIEMPO HACIENDO EL AMOR, MOMENTOS A LOS QUE ELLA SE ENTREGABA CON UN MARAVILLOSO ABANDONO QUE DIFÍCILMENTE HABRÍA PODIDO ESPERARSE DE UNA MUCHACHA CRIADA EN EL GAZMOÑO AMBIENTE SUREÑO. ÉL NUNCA HABÍA SIDO TAN FELIZ EN SU VIDA, TANTO MÁS CUANTO QUE CAMILLE SE ESTABA ADAPTANDO GUSTOSAMENTE Y CON RAPIDEZ A LOS HÁBITOS AMOROSOS QUE MÁS COMPLACÍAN A JEREMIAH. ERA UNA AMANTE EXTRAORDINARIAMENTE EXÓTICA.

Y, POR FIN, CUANDO LLEGARON A SAN FRANCISCO, JEREMIAH CREYÓ QUE NO PODRÍA CONTENER POR MÁS TIEMPO SU ENTUSIASMO. SE MORÍA DE GANAS DE MOSTRAR LA MANSIÓN A CAMILLE… LA MANSIÓN DE ELLA, DE ELLOS DOS… LA MANSIÓN THURSTON EN TODO SU ESPLENDOR. SIN EMBARGO, SEGUÍA OCULTÁNDOLE LA VERDAD PARA QUE SU SORPRESA FUERA MAYOR.

—NO ES MUY GRANDE, PERO CREO QUE SOBRARÁ ESPACIO PARA NOSOTROS DOS Y EL PRIMER BEBÉ QUE LLEGUE. —¡LOS DIEZ PRIMEROS BEBÉS!, SE DIJO, RIÉNDOSE—. ¡YA VERÁS CUANDO TE LA MUESTRE!

JEREMIAH LA AYUDÓ A BAJAR DEL VAGÓN EN QUE HABÍAN VIAJADO DURANTE SIETE DÍAS, Y LA CONDUJO AL COCHE QUE HABÍA IDO A RECOGERLOS. ERA TOTALMENTE NUEVO, MARRÓN, CON ADORNOS NEGROS, Y TIRABAN DE ÉL DOS CABALLOS NEGROS COMPLETAMENTE IDÉNTICOS. LOS HABÍA COMPRADO PARA CAMILLE POCO ANTES DE TRASLADARSE A ATLANTA PARA LA BODA.

—¡QUÉ BONITO TREN DE CABALLOS! —EXCLAMÓ ELLA VISIBLEMENTE IMPRESIONADA Y DANDO PALMADAS MIENTRAS ÉL LA AYUDABA A SUBIR AL VEHÍCULO.

HABÍA OTRO COCHE PARA EL EQUIPAJE QUE, COMO EL PRIMERO, LUCÍA UN ELEGANTE DIBUJO DE VOLUTAS CON LAS INICIALES DE ÉL: J. A. T. JEREMIAH ARBUCKLE THURSTON.

—¿ESTÁ LA CASA MUY LEJOS DE AQUÍ? —PREGUNTÓ CAMILLE CON UNA INGENUIDAD QUE HIZO REÍR A JEREMIAH.

—BASTANTE, PEQUEÑA. NO TE HABRÍA GUSTADO QUE HUBIERA CONSTRUIDO LA CASA EN ESTE BARRIO, ¿VERDAD? —DIJO ÉL, SENTÁNDOSE DE UN SALTO A SU LADO PARA DIRIGIRSE CON ELLA HACIA EL NORTE DE SAN FRANCISCO.

POR EL CAMINO, FUE SEÑALÁNDOLE LOS PUNTOS MÁS IMPORTANTES DE LA CIUDAD: EL HOTEL PALACE, DONDE ÉL TANTAS VECES SE HABÍA ALOJADO ANTES DE CONSTRUIR LA CASA, LA IGLESIA DE SAN PATRICIO, LA DE LA TRINIDAD, UNION SQUARE, LA CASA DE LA MONEDA, Y, A LO LEJOS, LAS CUMBRES DE LOS MONTES GEMELOS CONOCIDOS POR TWIN PEAKS. Y, CUANDO POR FIN EMPEZARON A SUBIR LA CUESTA DE NOB HILL, LE MOSTRÓ LA CASA DE LOS MARK HOPKINS, LA RESIDENCIA DE LOS TOBIN, Y LAS MANSIONES DE LOS CROKER Y DE LOS HUNTINGTON COLTON. A CAMILLE LA IMPRESIONARON EN PARTICULAR LAS CASAS DE LOS CROKER Y DE LOS FLOOD. ERAN INCLUSO MÁS BONITAS QUE CUALQUIERA DE LAS QUE HUBIERA PODIDO VER HASTA ENTONCES EN ATLANTA O SAVANNAH.

—¡SI ESO ES TODAVÍA MÁS BONITO QUE NUEVA YORK! —EXCLAMÓ CAMILLE BATIENDO PALMAS DE ALEGRÍA. AL FIN Y AL CABO, SAN FRANCISCO NO ESTABA NADA MAL. NO SE HABÍA IMAGINADO QUE LE GUSTARA TANTO, Y SUS ANSIAS DE VER LA CASA CADA VEZ ERAN AÚN MAYORES. CLARO QUE JEREMIAH LE HABÍA ADVERTIDO QUE NO ERA MUY GRANDE. EN AQUEL MOMENTO, HABÍAN ENTRADO EN UN PEQUEÑO PARQUE DEJANDO TRAS DE SÍ UNAS ENORMES Y DECORATIVAS VERJAS. LOS CABALLOS ACELERARON EL TROTE AL RECORRER UN VERDADERO LABERINTO DE ÁRBOLES Y SETOS VIVOS—. ¿ESTÁ AQUÍ DENTRO, LA CASA? —PREGUNTÓ CONFUSA. DE MOMENTO, SÓLO VEÍA ÁRBOLES Y MÁS ÁRBOLES. QUIZÁ LA HABÍA LLEVADO A DAR UNA VUELTA POR AQUEL HERMOSO PARAJE ANTES DE DIRIGIRSE HACIA SU FUTURO HOGAR. PERO, DE PRONTO, APARECIÓ ANTE ELLA UNA CASA, MUCHO MAYOR QUE CUANTAS ACABABA DE VER. ERA UN ESPECTACULAR EDIFICIO CON CUATRO TORRETAS, CORONADO POR UNA ESPECIE DE CÚPULA—. Y ESA CASA, ¿DE QUIÉN ES? —PREGUNTÓ, FASCINADA. A DECIR VERDAD, NUNCA HABÍA VISTO UNA CASA TAN GRANDE COMO AQUÉLLA—. PARECE UN HOTEL, O UN MUSEO…

—NINGUNA DE LAS DOS COSAS —RESPONDIÓ JEREMIAH CON SERIA EXPRESIÓN MIENTRAS EL COCHE SE DETENÍA. CAMILLE NO CONOCÍA SUFICIENTEMENTE BIEN A JEREMIAH COMO PARA ADVERTIR LA MALICIA QUE REFLEJABAN SUS OJOS—. PROBABLEMENTE, ES LA CASA MÁS GRANDE DE LA CIUDAD. QUERÍA QUE LA VIERAS ANTES DE LLEGAR A LA NUESTRA.

—¿DE QUIÉN ES, JEREMIAH? —VOLVIÓ A PREGUNTAR CAMILLE CON UN TONO CASI TEMEROSO. LA CASA ERA MAYOR QUE ALGUNAS DE LAS IGLESIAS QUE ACABABA DE VER EN LA CIUDAD—. DEBE DE PERTENECER A GENTE MUY RICA —AÑADIÓ, Y ÉL RIÓ.

—¿TE GUSTARÍA VERLA POR DENTRO?

—¿LO CREES OPORTUNO? —SENTÍA CURIOSIDAD, PERO VACILABA—. NO VOY DEBIDAMENTE VESTIDA PARA HACER UNA VISITA. —LLEVABA UN VESTIDO DE CHEVIOT, UNA CAPA DE PIELES Y UNO DE LOS BONITOS SOMBREROS QUE JEREMIAH LE HABÍA COMPRADO EN NUEVA YORK.

—A MÍ ME PARECE QUE ESTÁS MUY PRESENTABLE. AL FIN Y AL CABO, ESTO ES SAN FRANCISCO, NO NUEVA YORK. EN REALIDAD, INCLUSO CREO QUE ESTÁS MUY ELEGANTE.

Y ANTES DE QUE ELLA PUDIERA SEGUIR HABLANDO, LA CONDUJO HASTA LA PUERTA PRINCIPAL Y LLAMÓ CON EL GRAN PICAPORTE DE BRONCE. CASI AL INSTANTE, UN CRIADO CON LIBREA ABRIÓ LA PUERTA Y SE QUEDÓ MIRANDO A JEREMIAH. TODOS HABÍAN SIDO AVISADOS DE SU LLEGADA, Y ADVERTIDOS DE QUE NO HICIERAN CASO DEL COMPORTAMIENTO DEL DUEÑO, POR EXTRAÑO QUE LES PARECIERA. JEREMIAH ENTRÓ SIN DECIR PALABRA, TIRANDO DEL BRAZO DE CAMILLE PARA QUE LO SIGUIERA. JUNTOS, SE DETUVIERON DEBAJO DE LA ENORME CÚPULA DE VIDRIOS COLOREADOS, Y ELLA, APENAS RECUPERADA DEL DESCONCIERTO QUE EXPERIMENTABA ANTE TAN INSÓLITA IRRUPCIÓN EN UNA CASA AJENA, TUVO UNA NUEVA OCASIÓN DE QUEDARSE SIN ALIENTO. ERA LO MÁS HERMOSO QUE HUBIERA VISTO JAMÁS. FASCINADA, NO PODÍA APARTAR LA VISTA DE AQUEL JUEGO DE COLORES Y FORMAS QUE, DESDE LO ALTO, SE PROYECTABAN SOBRE EL RICO MÁRMOL DEL SUELO.

—¡OH, JEREMIAH, QUÉ HERMOSO! —CAMILLE NO ENCONTRABA EL MOMENTO DE APARTAR SUS ENORMES OJOS DE AQUELLA MARAVILLA.

ÉL BAJÓ LA MIRADA HACIA SU ESPOSA CON UNA SONRISA DE FELICIDAD. AQUELLO ERA LO QUE HABÍA ESTADO DESEANDO.

—¿QUIERES VER LO DEMÁS?

—¿NO CREES QUE LOS DUEÑOS DE LA CASA DEBERÍAN SABER QUE ESTAMOS AQUÍ? —CAMILLE PARECÍA PREOCUPADA. NO ERA POSIBLE QUE LA GENTE DE SAN FRANCISCO SE CONDUJERA CON AQUELLA FALTA DE ETIQUETA. EN TODO CASO, AQUELLO ERA MUY DIFERENTE DEL SUR. A PESAR DE QUE NO VIVÍAN EN UN PALACIO COMO AQUÉL, SUS PADRES SE HABRÍAN HORRORIZADO SI HUBIERAN ENCONTRADO A ALGUIEN PASEÁNDOSE POR SU CASA DE AQUELLA MANERA, AUNQUE SE HUBIERA TRATADO DE PERSONAS AMIGAS. NO CONOCÍA A NADIE QUE LO HUBIERA HECHO. PENSÓ, CON ÍNTIMA SATISFACCIÓN, QUE LA CASA DE AMELIA, EN NUEVA YORK, NO ERA TAN GRANDE COMO LA QUE ESTABA VISITANDO. FUERAN QUIENES FUESEN LOS PROPIETARIOS DE AQUELLA MANSIÓN, LA HABÍAN SUPERADO, Y EN MUCHO—. JEREMIAH…

ANTE LA INDIFERENCIA DE LOS CRIADOS, ÉL VOLVIÓ A TIRAR DE CAMILLE PARA SUBIR LENTAMENTE POR LA GRAN ESCALERA.

—DEBES VER LO QUE HAY ARRIBA, CAMILLE. ES LA SUITE MÁS BONITA QUE HAYAS PODIDO VER JAMÁS.

—PERO, JEREMIAH, POR FAVOR…

AQUELLO ERA TERRIBLE. ¿QUÉ DIRÍAN LOS DUEÑOS DE LA CASA CUANDO LOS VIERAN? PERO, ANTES DE QUE ELLA PUDIERA SEGUIR PROTESTANDO, ÉL LA EMPUJÓ HACIA LO QUE PARECÍA SER EL DORMITORIO PRINCIPAL, TODO ÉL ALMOHADILLADO CON SEDA DE COLOR DE ROSA. EN EFECTO, NUNCA HABÍA VISTO NADA PARECIDO. HABÍA DOS PINTURAS FRANCESAS A CADA LADO DE LA CAMA, Y OTRA SOBRE LA REPISA DE LA CHIMENEA QUE QUEDABA FRENTE A LA MISMA. DE ALLÍ, JEREMIAH LA CONDUJO A UN PEQUEÑO TOCADOR FRANCÉS, CON LAS PAREDES CUBIERTAS DE PAPEL PINTADO A MANO PROCEDENTE DE PARÍS, Y A UN GABINETE-TOCADOR LLENO DE ESPEJOS QUE SE ABRÍA, POR EL OTRO EXTREMO, A UN GRAN CUARTO DE BAÑO DE MÁRMOL ROSA QUE HACÍA PAREJA CON OTRO, ALGO MÁS ALLÁ, DE MÁRMOL DE COLOR VERDE OSCURO, PRESUMIBLEMENTE PARA EL DUEÑO DE LA CASA. PASARON LUEGO POR UN ESTUDIO DE PAREDES CON PANELES Y VOLVIERON A ENCONTRARSE EN EL DORMITORIO. POR INCONVENIENTE QUE FUERA AQUELLA INTROMISIÓN EN UNA CASA AJENA, CAMILLE ESTABA TAN ABRUMADA ANTE TANTAS BELLEZAS QUE CASI NO LE IMPORTABA LA INDISCRECIÓN QUE ESTABAN COMETIENDO. ERA COMO PONERSE A COMER BOMBONES DE CHOCOLATE SIN PODER DETENERSE HASTA HABER DEVORADO LA CAJA ENTERA, Y ELLO, ANTES DE QUE SU DUEÑA VOLVIERA A ENTRAR EN LA HABITACIÓN. ERA, A LA VEZ, UN SUEÑO Y UNA PESADILLA. EXTASIADA, MIRÓ DE NUEVO A JEREMIAH Y LE PREGUNTÓ:

—¿QUIÉN VIVE AQUÍ? —EL NOMBRE DE AQUELLA GENTE PROBABLEMENTE NO LE DIRÍA NADA, PERO ESTABA SEGURA DE QUE, EN LO SUCESIVO, LO RECORDARÍA. COMO NO OLVIDARÍA AQUELLA CASA, SUS EXQUISITAS HABITACIONES, SUS RICAS TELAS, SUS TESOROS, ESPARCIDOS POR DOQUIER—. ¿QUIÉNES SON? ¿CÓMO SE HICIERON RICOS? —HIZO LA ÚLTIMA PREGUNTA EN UNA VOZ TAN BAJA QUE JEREMIAH APENAS LA OYÓ.

—CON LAS MINAS —LE SUSURRÓ ÉL.

—DEBE DE HABER MUY BUENAS MINAS POR AQUÍ —CUCHICHEÓ CAMILLE BAJO LA SONRISA DE JEREMIAH.

—ALGUNAS.

—¿CÓMO SE LLAMAN?

—THURSTON —LE DIJO AL OÍDO.

ELLA LE CONTESTÓ CON UN LIGERO MOVIMIENTO DE CABEZA, PERO ENSEGUIDA SE DETUVO ASOMBRADA Y LE PREGUNTÓ:

—¿THURSTON? ¿SON PARIENTES TUYOS?

—MÁS O MENOS… —SEGUÍAN HABLANDO EN VOZ BAJA—. ES LA CASA DE MI ESPOSA.

—¿TU QUÉ?

CAMILLE PARECIÓ HORRORIZADA. ¿QUÉ CLASE DE BROMA ERA AQUÉLLA? HABRÍA ROTO A LLORAR SI NO SE LO HUBIERA IMPEDIDO EL MIEDO QUE SENTÍA. ¿ACASO JEREMIAH TENÍA OTRA ESPOSA? ¿HABRÍA SIDO OBJETO DE UN JUEGO CRUEL? ÉL, INTUYENDO TODO LO QUE ESTABA PASANDO POR LA MENTE DE CAMILLE, LA TOMÓ POR LOS HOMBROS Y LE HIZO DAR UNA LENTA MEDIA VUELTA QUE LA PUSO DE CARA A UNO DE LOS GRANDES ESPEJOS. SEÑALÓ SU IMAGEN EN EL CRISTAL Y DIJO:

—ESA ESPOSA, TONTUELA. ¿NO LA CONOCES?

ENTONCES, TREMENDAMENTE ASOMBRADA, CAMILLE SE VOLVIÓ HACIA ÉL.

—¿QUÉ QUIERES DECIR? ¿QUE ÉSTA ES TU CASA?

—NUESTRA CASA, AMOR MÍO —LE RESPONDIÓ ATRAYÉNDOLA HACIA ÉL Y ABRAZÁNDOLA, SINTIENDO TODO EL PLACER DE QUE ERA CAPAZ—. LA HE CONSTRUIDO PARA TI. ES POSIBLE QUE QUEDE EN ELLA ALGO POR TERMINAR, PERO LO COMPLETAREMOS JUNTOS.

CAMILLE NO TARDÓ EN DESPRENDERSE DE LOS BRAZOS DE SU MARIDO PARA EXPRESAR SU ALEGRÍA PROFIRIENDO UN AGUDO CHILLIDO Y SOLTANDO UNA CASCADA DE RISAS.

—¡ME HAS ENGAÑADO! ¡ME HAS TOMADO EL PELO, JEREMIAH THURSTON! AL VER CON QUÉ TRANQUILIDAD TE PASEABAS POR UNA CASA AJENA, CREÍ QUE TE HABÍAS VUELTO LOCO. DE VERAS.

—¡Y TÚ TE MORÍAS DE GANAS DE QUE FUERA TUYA!

—ES LA CASA MÁS HERMOSA DEL MUNDO, Y NO QUIERO SALIR DE ELLA SIN ACABAR DE VERLA…

—BUENO, SI ÉSE ES TU DESEO… Y OYE, CARIÑO, NUNCA TENDRÁS QUE MARCHARTE DE ELLA. ES TUYA, DESDE LO ALTO DE LA CÚPULA HASTA LA BODEGA.

ENTONCES, LOS CRIADOS QUE, AUN FINGIENDO INDIFERENCIA, ESTABAN PENDIENTES DE ELLOS, SE ATREVIERON A SONREÍR Y A LLAMAR A SUS COMPAÑERAS, UN VERDADERO EJÉRCITO DE DONCELLAS QUE ACUDIÓ A CONOCER A LA NUEVA SEÑORA. JEREMIAH HABÍA TOMADO AQUEL NUMEROSO SERVICIO POCO ANTES DE SALIR PARA ATLANTA, Y AHORA CASI NO RECORDABA A NINGUNO DE SUS COMPONENTES. TODO ERA NUEVO EN AQUEL LUGAR, TANTO PARA ÉL COMO PARA ELLA. JEREMIAH LE MOSTRÓ LUEGO LAS COCINAS Y LAS DESPENSAS Y, UN PISO MÁS ARRIBA, LAS HABITACIONES DE LOS NIÑOS Y UNA AMPLIA ESTANCIA PARA SUS JUEGOS. SE DETUVIERON A MIRAR LAS VISTAS QUE LES OFRECÍAN TODAS LAS VENTANAS Y, LUEGO, LA CONDUJO DE NUEVO A LA VERJA DE ENTRADA DE LA CASA PARA QUE VIERA LA PLACA DONDE SE LEÍA MANSIÓN THURSTON, DETALLE QUE A CAMILLE LE HABÍA PASADO INADVERTIDO. SIGUIÓ MOSTRÁNDOLE TODO LO QUE HABÍA POR VER, HASTA QUE, AL FINAL DE LA LARGA VISITA, ELLA, AGOTADA, SE DEJÓ CAER SOBRE LA ENORME CAMA DE MATRIMONIO ENDOSELADA Y DIRIGIÓ UNA CARIÑOSA SONRISA A SU FELIZ ESPOSO.

—ES LA CASA MÁS HERMOSA DEL MUNDO, JEREMIAH.

—PUES ES TODA TUYA, AMOR MÍO; DISFRÚTALA CUANTO QUIERAS.

—¡YA LO ESTOY HACIENDO! —SE ESTABA IMAGINANDO LAS DESLUMBRANTES FIESTAS QUE DARÍA. SE HALLABA IMPACIENTE POR VER EL SALÓN DE BAILE LLENO DE INVITADOS—. ¡YA VERÁS CUANDO ESCRIBA A PAPÁ! —JEREMIAH PENSÓ QUE AQUÉL ERA EL MEJOR ELOGIO QUE PODÍA RECIBIR. A LOS OJOS DE CAMILLE, SU PADRE ERA COMO UN DIOS, Y JEREMIAH ESTABA ADQUIRIENDO LA MISMA IMPORTANCIA. ESTA VEZ, HABÍA CONSEGUIDO IMPRESIONARLA DE VERAS. NI SIQUIERA EL ENORME DIAMANTE QUE LE HABÍA REGALADO LE CAUSÓ TANTA ALEGRÍA. LUEGO, SONRIÉNDOLE A SU MARIDO, EXCLAMÓ—: ¡DEBE DE HABERTE COSTADO UNA FORTUNA! ¡DEBES DE SER MÁS RICO DE LO QUE CREÍA PAPÁ! —PERSPECTIVA QUE NO PARECIÓ DEPRIMIRLA PRECISAMENTE.

JEREMIAH SE SINTIÓ EMOCIONADO ANTE EL ENTUSIASMO CON QUE CAMILLE HABÍA RECIBIDO LA CASA, FUE VAGO AL RESPONDER A SUS PREGUNTAS SOBRE LO QUE LE HABÍA COSTADO, Y LE DECEPCIONÓ SU REACCIÓN CUANDO LA LLEVÓ A NAPA. DESPUÉS DE LA ELEGANCIA Y LAS MODERNAS MARAVILLAS DE LA CASA DE NOB HILL, ELLA SÓLO MOSTRÓ INDIFERENCIA POR LA CASA QUE ÉL HABÍA RESTAURADO EN SANTA ELENA. LE DISGUSTÓ QUE ESTUVIERA ALEJADA DE LA CIUDAD MÁS CERCANA, SI, DEBIDO A SU INSIGNIFICANCIA, PODÍA DÁRSELE AQUEL NOMBRE, Y SE LAMENTÓ DEL MUCHO TIEMPO QUE SE NECESITABA PARA IR A SAN FRANCISCO. EL VIAJE, EN VAPOR Y EN COCHE, DURÓ UN DÍA ENTERO Y, AL LLEGAR A NAPA, ENCONTRÓ QUE LA CASA ERA DEPRIMENTE. HABÍA OÍDO DECIR QUE JEREMIAH LA HABÍA CONSTRUIDO PARA UN ANTIGUO AMOR SUYO, LO QUE TAMPOCO CONTRIBUÍA A QUE LA ENTUSIASMASE. LO QUE ELLA QUERÍA ERA REGRESAR A LA GRANDIOSIDAD DE LA MANSIÓN THURSTON Y EXHIBIR SUS JOYAS Y SUS NUEVOS VESTIDOS. ¡Y ENSEGUIDA! EL HECHO DE QUE JEREMIAH HUBIERA VIVIDO ALLÍ DURANTE LOS ÚLTIMOS VEINTE AÑOS LE IMPORTABA UN ARDITE; NO ENCONTRABA EN EL VALLE LA MAGIA QUE ÉL LE HABÍA DESCRITO; SÓLO PARECÍAN INTERESARLE LAS MINAS Y EL DINERO QUE PRODUCÍAN. CAMILLE LE HACÍA CADA DÍA MIL PREGUNTAS, PERO ERAN TAN INTERESADAS E INDISCRETAS QUE JEREMIAH LAS CONTESTABA CON EVIDENTE IMPRECISIÓN. A ÉL LE INCOMODABA HABLAR TANTO DE DINERO, Y ADEMÁS, DESPUÉS DE SU LARGA AUSENCIA DE LAS MINAS, EL TIEMPO QUE LE EXIGÍAN NO LE PERMITÍA PASAR MUCHO TIEMPO CON SU ESPOSA. JEREMIAH TENDRÍA QUE QUEDARSE UN MES EN NAPA PARA PONER LAS COSAS EN ORDEN, Y CAMILLE DETESTARÍA CADA MOMENTO DE SU PERMANENCIA EN AQUEL LUGAR.

JEREMIAH ESTABA ELABORANDO UNOS PLANES QUE LE PERMITIRÍAN VIVIR LA MAYOR PARTE DEL TIEMPO EN SAN FRANCISCO, PERO QUE EXIGIRÍAN EL PERFECCIONAMIENTO DE LAS COMUNICACIONES ENTRE LAS MINAS Y LA MANSIÓN THURSTON. YA LE HABÍA PROMETIDO A CAMILLE QUE, AQUEL AÑO, VIVIRÍAN EN SAN FRANCISCO DESDE ENERO HASTA JUNIO, Y QUE, DESPUÉS, SE TRASLADARÍAN A NAPA PARA PASAR ALLÍ EL VERANO. ERA UN COMPROMISO QUE QUERÍA CUMPLIR, PERO HABÍA OTROS PROBLEMAS QUE TAMBIÉN REQUERÍAN SOLUCIÓN. PARA EMPEZAR, HANNAH Y CAMILLE NO SE LLEVABAN NADA BIEN Y, AL REGRESAR A CASA POR LA NOCHE DESPUÉS DE SU SEGUNDA JORNADA EN LAS MINAS, SE PREGUNTÓ CUÁL DE LAS DOS MUJERES LE ESTARÍA ESPERANDO. PARECÍA IMPOSIBLE QUE AMBAS PUDIERAN SOBREVIVIR A SU ENFRENTAMIENTO.

CAMILLE CONSIDERABA QUE HANNAH, ADEMÁS DE IR EXCESIVAMENTE DESALIÑADA, PECABA DE DESCARO Y DE DEMASIADA FAMILIARIDAD. SE ATREVÍA, POR EJEMPLO, A LLAMARLA «MUCHACHA» EN VEZ DE SEÑORA THURSTON. Y PEOR AÚN, HABÍA ACABADO POR LLAMARLA PICARUELA Y NIÑA MIMADA, Y HANNAH HABÍA DICHO A JEREMIAH QUE LA PEQUEÑA ZORRA LE HABÍA ECHADO ALGO A LA CABEZA. SE LO EXPLICÓ SOSTENIENDO EN LA MANO EL CUERPO DEL DELITO COMO PRUEBA. AL PARECER, EL PROYECTIL HABÍA SIDO UNA PEQUEÑA CAJA DE SOMBREROS Y, POR SUERTE, LA VIEJA AMA DE LLAVES HABÍA PODIDO ESQUIVARLA.

—ES YA MUY VIEJA, CAMILLE —LE DIJO JEREMIAH A SU ESPOSA—. NO CREO QUE FUESE AHORA JUSTO DESPEDIRLA. —ELLA LE HABÍA EXIGIDO QUE LA ECHARA A LA CALLE A LA MAÑANA SIGUIENTE—. NO PUEDO HACERLO. —EN REALIDAD, NO PODÍA PENSAR EN NADA PEOR.

—ENTONCES, LO HARÉ YO.

NUNCA LE HABÍA PARECIDO TAN DECIDIDA NI TAN SUREÑA. PERO JEREMIAH SE DIO CUENTA DE QUE DEBÍA EVITAR AQUEL DESAFUERO.

—NO, NO LO HARÁS. HANNAH SE QUEDA. TENDRÁS QUE ACOSTUMBRARTE A ELLA, CAMILLE. FORMA PARTE DE MI ESTILO DE VIDA EN NAPA.

—ESO ERA ANTES DE CASARTE CONMIGO.

—SÍ, LO ERA. Y NO PUEDO CAMBIARLO DE LA NOCHE A LA MAÑANA. RESTAURÉ ESTA CASA SÓLO PARA TI. ANTES, ESTABA HECHA UN ASCO. TOMARÉ MÁS SIRVIENTAS SI LAS NECESITAS, PERO HANNAH SE QUEDA.

—¿Y SI ME MARCHARA A SAN FRANCISCO? —INSINUÓ ELLA MIRÁNDOLE CON ARROGANCIA. JEREMIAH TIRÓ DE CAMILLE CASI SIN ESFUERZO, Y LA HIZO CAER SOBRE SUS RODILLAS.

—TE TRAERÍA DE NUEVO AQUÍ Y TE DARÍA UNA ZURRA. —ELLA SONRIÓ A SU PESAR Y LE BESÓ—. AJÁ, ESO ESTÁ MEJOR, ÉSA ES LA MUJER QUE YO ADORO, SONRIENTE Y DULCE, Y NO LA LANZADORA DE CAJAS DE SOMBREROS A LA CABEZA DE LAS VIEJAS.

—¡ME LLAMÓ ZORRA! —CAMILLE VOLVIÓ A PONER CARA DE MAL HUMOR, PERO, AL MISMO TIEMPO, SE HIZO MÁS ATRACTIVA PARA JEREMIAH, QUIEN SINTIÓ UN FUERTE DESEO DE POSEERLA.

—SI LE ECHASTE AQUELLA CAJA, NO HUBIERA DEBIDO EXTRAÑARTE QUE TE LLAMARA ZORRA. DEBES COMPORTARTE COMO ES DEBIDO, CAMILLE. POR AQUÍ, SÓLO HAY BUENA GENTE. SON SIMPLES, SÍ, Y SÉ QUE TE FASTIDIAN, PERO SI ERES BUENA CON ELLOS TE GUARDARÁN FIDELIDAD TODA LA VIDA. —EN AQUEL INSTANTE, ACUDIÓ A SU MENTE EL RECUERDO DE MARY ELLEN Y SUS MUCHOS AÑOS DE LEALTAD HACIA ÉL, Y SE PREGUNTÓ SI HABRÍA TENIDO YA SU CRIATURA.

CAMILLE RECUPERÓ SU AIRE PETULANTE, SE LEVANTÓ Y SE PUSO A ANDAR POR LA HABITACIÓN.

—PREFIERO IRME A LA CIUDAD. QUIERO DAR UN GRAN BAILE. —PARECÍA UNA NIÑA A MERCED DE UN CAPRICHO. QUERÍA CONSEGUIR LO QUE DESEABA EN AQUEL MISMO INSTANTE, ¡PESARA A QUIEN PESASE!

—TODO A SU TIEMPO, PEQUEÑA. TEN UN POCO DE PACIENCIA. ANTES DE ESO, TENGO QUE TERMINAR EL TRABAJO QUE AÚN ME QUEDA POR HACER. SUPONGO QUE NO TE GUSTARÍA VIVIR EN LA CIUDAD SIN MÍ, ¿VERDAD?

CAMILLE MENEÓ LA CABEZA SIN DEMASIADA CONVICCIÓN, Y JEREMIAH VOLVIÓ A BESARLA, HACIÉNDOLE OLVIDAR CUALQUIER OTRA COSA QUE NO FUERAN SUS LABIOS, Y, UN MOMENTO DESPUÉS, LA TENÍA A SU LADO EN LA CAMA, SIN QUE NINGUNO DE LOS DOS VOLVIERA A ACORDARSE DE HANNAH POR MUCHAS HORAS… HASTA LA MAÑANA SIGUIENTE, MOMENTO EN QUE CAMILLE INTENTÓ RESUCITAR EL PROBLEMA. PERO JEREMIAH NO LO PERMITIÓ. LE DIJO QUE FUERA A DAR UN LARGO PASEO EN BENEFICIO DE SU SALUD Y TRANQUILIDAD, Y QUE ÉL REGRESARÍA A CASA A LA HORA DEL ALMUERZO. AQUELLA PERSPECTIVA NO LA CALMÓ MUCHO, PERO NO TENÍA DÓNDE ESCOGER. JEREMIAH SE MARCHÓ Y LA DEJÓ SOLA CON HANNAH, QUIEN LE DIRIGIÓ APENAS DOS PALABRAS DURANTE TODA LA MAÑANA. CUANDO ÉL VOLVIÓ, LA ENCONTRÓ INCREÍBLEMENTE CONVERSADORA; LE HIZO MUCHAS PREGUNTAS SOBRE LA MINA Y SU TRABAJO, Y ÉL LE CONTÓ LOS CHISMES QUE CORRÍAN POR LA CIUDAD SOBRE PERSONAS QUE CAMILLE NO CONOCÍA. PERO PRONTO LA ABURRIERON LAS PALABRAS DE SU ESPOSO. EN REALIDAD, LA ABURRÍA TODO EL VALLE DE NAPA. LO QUE ELLA QUERÍA ERA VOLVER A SAN FRANCISCO, Y ASÍ VOLVIÓ A DECÍRSELO DESPUÉS DEL ALMUERZO, CUANDO JEREMIAH SE DISPONÍA A ENSILLAR A BIG JOE PARA REGRESAR A LA MINA. PERO, ESTA VEZ, ÉL MENEÓ LA CABEZA Y LE HABLÓ CON ENTERA FRANQUEZA:

—NOS QUEDAREMOS AQUÍ HASTA EL FIN DE ESTE MES. VETE ACOSTUMBRANDO A ELLO, CAMILLE. NO TODO ES LA MANSIÓN THURSTON. YO SOY UN MINERO. YA TE LO DIJE.

—NO LO ERES. TÚ ERES EL HOMBRE MÁS RICO DE CALIFORNIA. VOLVAMOS A SAN FRANCISCO Y VIVAMOS COMO NOS CORRESPONDE.

AQUELLAS PALABRAS PREOCUPARON A JEREMIAH, QUIEN INTENTÓ RAZONAR REPETIDAS VECES CON ELLA SIN PROVECHO ALGUNO.

—YO HABÍA ESPERADO QUE TE GUSTARA EL VALLE DE NAPA, CAMILLE. ESTO ES MUY IMPORTANTE PARA MÍ.

—PUES YO LO ENCUENTRO FEO, FASTIDIOSO Y ESTÚPIDO. Y DETESTÓ A ESA MALDITA VIEJA… TANTO COMO ELLA A MÍ.

—ENTONCES, ¿POR QUÉ NO LEES ALGÚN LIBRO? ES UNA EVASIÓN ESTUPENDA. EL SÁBADO TE LLEVARÉ A LA BIBLIOTECA DE NAPA. —ESTO SIGNIFICABA ABANDONAR SU TRABAJO MATINAL DE LOS SÁBADOS EN COMPAÑÍA DE DANNY, PERO EN AQUEL MOMENTO CAMILLE ERA MÁS IMPORTANTE. JEREMIAH QUERÍA QUE SE ADAPTASE A LA FORMA DE VIDA CAMPESINA QUE ÉL HABÍA LLEVADO HASTA ENTONCES EN NAPA. NO PODÍA VIVIR SIEMPRE EN SAN FRANCISCO, Y ERA LÓGICO QUE LA QUISIERA TENER A SU LADO EN TODO MOMENTO.

SIN EMBARGO, TAL COMO SE DESARROLLARON LOS ACONTECIMIENTOS, NO PASÓ LA MAÑANA DEL SÁBADO NI CON CAMILLE NI CON DANNY. EL VIERNES POR LA TARDE HUBO UNA INUNDACIÓN EN UNA DE LAS MINAS, COSA QUE SUCEDÍA TODOS LOS INVIERNOS, Y, A PESAR DE QUE LUCHARON ENCARNIZADAMENTE PARA SALVAR LAS VIDAS EN PELIGRO, PERDIERON CATORCE HOMBRES DESPUÉS DE RESCATAR OTROS TREINTA. JEREMIAH NO SE SEPARÓ NI UN INSTANTE DE LOS EQUIPOS DE SALVAMENTO, QUE, EN EL FONDO DE LA MINA, TRABAJARON SIN DESCANSO PARA SACAR A LOS HOMBRES ATRAPADOS EN LAS CAVIDADES INUNDADAS, LOS CUALES, COLGADOS COMO MURCIÉLAGOS DE LAS PAREDES DE UNA CUEVA, ESPERABAN ANSIOSAMENTE EL MOMENTO DEL RESCATE. FUERON UNAS TERRIBLES HORAS DE CONSTANTE TENSIÓN, SEGÚN HANNAH LE CONTÓ A CAMILLE CUANDO SE ENTERÓ DE LA NOTICIA Y DEL MOTIVO POR EL QUE JEREMIAH NO HABÍA VUELTO A CASA. ELLA SABÍA QUE NO REGRESARÍA HASTA QUE SE ENCONTRARA AL ÚLTIMO DE LOS HOMBRES, VIVO O MUERTO, Y HASTA HABER IDO A VER A LAS VIUDAS. HASTA ENTONCES, NO VOLVERÍA AL LADO DE SU ESPOSA. CAMILLE SE SINTIÓ APENADA ANTE AQUELLAS DESGRACIAS Y CUANDO ÉL, A LOMOS DE BIG JOE, REGRESÓ LENTAMENTE A CASA, A ÚLTIMA HORA DE LA MAÑANA DEL DÍA SIGUIENTE, ELLA COMPRENDIÓ, POR EL ASPECTO DE SU ROSTRO, EL DRAMA QUE HABÍA VIVIDO.

—HEMOS PERDIDO CATORCE HOMBRES —FUERON LAS PRIMERAS PALABRAS QUE DIRIGIÓ A SU ESPOSA; Y CAMILLE, AL IMAGINAR EL DOLOR DE LAS VIUDAS, SINTIÓ QUE LOS OJOS SE LE LLENABAN DE LÁGRIMAS.

—LO SIENTO MUCHÍSIMO —DIJO CASI SOLLOZANDO.

ENTRE LAS VÍCTIMAS, SE CONTABA EL PADRE DE DANNY, PÉRDIDA QUE JEREMIAH LAMENTÓ DE MODO ESPECIAL. ASÍ SE LO HABÍA DICHO AL PROPIO MUCHACHO, PROCURANDO CALMARLE ENTRE SUS BRAZOS. Y SERÍA UNO DE LOS PORTADORES DEL FÉRETRO DE AQUEL HOMBRE EN EL ENTIERRO, QUE TUVO LUGAR EL LUNES. ERA DIFÍCIL EXPLICAR AQUELLAS COSAS A CAMILLE. AUNQUE ERAN REALIDADES DE LA VIDA DE SU MARIDO, SU JUVENTUD Y SU INEXPERIENCIA NO LE PERMITÍAN COMPRENDERLAS CABALMENTE. PARA ELLA, LA ÚNICA REALIDAD ERA LA HERMOSURA DE LA CASA QUE ÉL LE HABÍA CONSTRUIDO. PERO HABÍA MUCHÍSIMAS OTRAS COSAS EN EL MUNDO. Y TENÍA QUE EMPEZAR A CONOCERLAS.

HANNAH CORRIÓ A PREPARARLE UN BAÑO A JEREMIAH, Y CAMILLE SE APRESURÓ A IR A BUSCAR UNA TAZA DEL CALDO QUE HANNAH HABÍA HECHO. CAMILLE NO ERA DIESTRA EN NINGUNA DE AMBAS COSAS, NI SE SENTÍA INCLINADA A APRENDER A HACERLAS. MIENTRAS CAMILLE LLENABA LA TAZA EN LA PLANTA BAJA, HANNAH SE REZAGÓ EN EL PRIMER PISO ANTES DE QUE JEREMIAH ENTRARA EN EL CUARTO DE BAÑO. CUANDO IBA A HACERLO, HANNAH LE MIRÓ FIJAMENTE EN SILENCIO Y MENEÓ LA CABEZA. POR FIN, SE DECIDIÓ A HABLAR.

—SÉ QUE NO ES EL MOMENTO MÁS OPORTUNO PARA DECÍRTELO… —VACILÓ UNA FRACCIÓN DE SEGUNDO—. MARY ELLEN ESTÁ DE PARTO. DESDE HACE DOS DÍAS. LO SUPE AYER POR LA MAÑANA, PERO NO TUVE OCASIÓN DE HABLAR CONTIGO. Y ESTA MAÑANA, SEGÚN ME HAN DICHO EN EL MERCADO, SEGUÍA IGUAL. —AMBOS SABÍAN LO QUE AQUELLO SIGNIFICABA. MARY ELLEN PODÍA MORIR. EN AQUEL TIEMPO, ERAN MUCHAS LAS MUJERES QUE NO SOBREVIVÍAN A AQUEL TRANCE—. NO SABÍA SI ESTARÍAS DISPUESTO A HACER ALGO POR ELLA. —NO HABÍA NINGÚN REPROCHE EN SU VOZ. ERA UNA SIMPLE EXPOSICIÓN DE LOS HECHOS—. PERO CREÍ QUE DEBÍA DECÍRTELO.

—GRACIAS, HANNAH… —JEREMIAH BAJÓ LA VOZ AL VER ENTRAR A SU ESPOSA EN LA HABITACIÓN CON LA TAZA DE CALDO, PERO SU PREOCUPACIÓN DE NADA LE SIRVIÓ.

CAMILLE LOS MIRÓ FIJAMENTE; PRIMERO, A SU MARIDO Y, DESPUÉS, A LA VIEJA. ADIVINÓ ENSEGUIDA QUE HANNAH LE ACABABA DE CONTAR ALGÚN CUENTO; ALGO SOBRE ELLA, SUPUSO INCORRECTAMENTE.

—¿QUÉ TE ESTABA DICIENDO? —LE PREGUNTÓ A JEREMIAH TAN PRONTO COMO LA MUJER SALIÓ DE LA ESTANCIA.

—ALGO RELACIONADO CON LA DESGRACIA DE LA MINA. UNO DE LOS HOMBRES HERIDOS NECESITA AYUDA. IRÉ A VERLE EN CUANTO ME HAYA BAÑADO.

—PERO NECESITAS DESCANSAR…

CAMILLE PARECÍA DESCONCERTADA. JEREMIAH HABÍA TRABAJADO TODA LA NOCHE CON SUS OBREROS, MEDIO HUNDIDO EN FRÍO BARRO, Y PODÍA DAR SUS ESFUERZOS POR BIEN EMPLEADOS, PUES HABÍA CONTRIBUIDO A LA SALVACIÓN DE TREINTA HOMBRES. PERO QUERER MARCHARSE DE NUEVO CON LO AGOTADO QUE ESTABA…

—YA DESCANSARÉ MÁS TARDE, CAMILLE. ¿PUEDES TRAERME UN POCO MÁS DE CALDO? ¿Y UNA TAZA DE CAFÉ?

ELLA FUE A BUSCAR LO QUE JEREMIAH LE HABÍA PEDIDO Y, AL VOLVER, LO ENCONTRÓ SENTADO EN LA BAÑERA. SE BEBIÓ EL CONTENIDO DE LAS DOS TAZAS Y SE LEVANTÓ. CONSERVABA AÚN EL VIGOROSO Y MACIZO CUERPO DE SU JUVENTUD. LOS AÑOS DE TRABAJO EN LAS MINAS DESDE MUY JOVEN LE HABÍAN MANTENIDO EN PERFECTAS CONDICIONES FÍSICAS. CAMILLE CONTEMPLÓ CON ADMIRACIÓN UN CUERPO QUE, A PESAR DE SUS CUARENTA Y CUATRO AÑOS, CONSERVABA TODO SU ATRACTIVO.

—QUÉ HERMOSO ERES, JEREMIAH.

ÉSTE LE SONRIÓ.

—MUCHO MENOS QUE TÚ, PEQUEÑA. —PERO EL PENSAMIENTO DE JEREMIAH ESTABA EN OTRA PARTE. SE VISTIÓ RÁPIDAMENTE Y SE DISPUSO A MARCHARSE. CAMILLE LE DIRIGIÓ UNA MIRADA DE INQUIETUD.

—PERO ¿POR QUÉ TE VAS PRECISAMENTE AHORA?

—ES NECESARIO. NO TARDARÉ MUCHO.

—¿ADÓNDE VAS? —ERA LA PRIMERA VEZ QUE LE INTERROGABA DE AQUELLA MANERA, Y ÉL SE PREGUNTÓ POR QUÉ LO HACÍA.

—A CALISTOGA.

SU MIRADA SE ENCONTRÓ CON LA DE CAMILLE SIN VACILAR, PERO JEREMIAH SE ESTREMECIÓ INTERIORMENTE. SE DISPONÍA A ASISTIR AL NACIMIENTO DE SU HIJO, O QUIZÁ A LA MUERTE DE MARY ELLEN.

—¿PUEDO IR CONTIGO?

—NO. ESTA VEZ, NO, CAMILLE.

—PUES YO QUIERO IR —INSISTIÓ, DE NUEVO CON SU AIRE PETULANTE; PERO JEREMIAH LA EMPUJÓ SUAVEMENTE HACIA UN LADO.

—AHORA NO PUEDO ENTRETENERME POR MÁS TIEMPO. YA HABLAREMOS DE ELLO CUANDO VUELVA.

Y ANTES DE QUE CAMILLE PUDIERA AÑADIR SIQUIERA UNA PALABRA, YA SE HABÍA VUELTO A MARCHAR, A LOMOS DE BIG JOE; ESTA VEZ, AVANZABA A CONSIDERABLE VELOCIDAD A TRAVÉS DE LAS COLINAS…, Y SE PREGUNTABA QUÉ LE ESPERABA AL FINAL DEL CAMINO.