Desde hace cinco años he cultivado una pequeña huerta en la terraza de mi hogar. Después de mi paulatino retiro me sentía aburrida y agotada, no sabía qué hacer. Me sentaba toda la tarde a ver telenovelas y me quedaba profundamente dormida. Subí de peso y mi salud se deterioraba, soy una mujer en los 60 años de edad y este tipo de vida me estaba matando. Por suerte un día vi un programa de jardinería que me llamó mucho la atención y decidí hacer un pequeño huero. Comencé con unos tomates, luego unas fresas. Los primeros intentos fueron un fracaso porque los frutos no crecieron dado a una proliferación de mosquitos y el cambiante clima de mi ciudad. Pero después de varios meses e intentos logré mi pequeña cosecha. Los frutos más sabrosos que he probado en mi vida. Tal vez hay una conexión espiritual con las cosas cuando uno le presta dedicación y esfuerzo. El sabor de aquellos tomates y las fresas fueron un impulso bastante fuerte para continuar con una huerta en el hogar. Probé con otras plantas: alverjas, habas, algunas plantas aromáticas y por supuesto repetí los con los tomates y las fresas. Hasta el día de hoy continúo con mi huerta y he aprendido bastante, limpiar las plantas, preparar abonos, adecuar las condiciones para cuidarlas del clima y las plagas. Es una actividad que me hace muy feliz. No sabía que una huerta en el hogar me hiciera recuperar mi vitalidad y continuar en estos años de senectud.