A la hora de evaluar las operaciones de fusión y adquisición, es esencial establecer correctamente los límites del mercado de referencia. Sin este factor, es imposible sacar conclusiones razonables sobre el aumento de la cuota de mercado de las empresas, así como sobre la dinámica del poder de mercado. Para aplicar las Directivas sobre fusiones, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha preparado una lista especial de criterios destinados a definir los límites de los "mercados económicos". Junto con los conocidos indicadores de elasticidad cruzada de la demanda, la lista incluía parámetros que reflejaban el hecho del reconocimiento público de la existencia del mercado de referencia. Entre los indicadores importantes figuraban la presencia de características especiales de los productos, la singularidad de la capacidad de producción, la formación de un grupo especial de compradores, la presencia de canales de venta especializados, el grado de sensibilidad a las fluctuaciones de los precios y una serie de otros.
La siguiente tarea de las autoridades estatales, así como de los consultores que preparaban las transacciones, era averiguar si la transacción propuesta daría lugar a un aumento significativo del nivel de concentración en el mercado (y, en consecuencia, al fortalecimiento del poder de mercado). El Índice Herfindahl-Hirschman (HHI), que todavía se utiliza hoy en día, se ha utilizado para estimar el nivel de concentración cuando se introducen las siguientes reglas. Si el valor del HHI después de la fusión es inferior a 1000, la transacción no interesa a los reguladores. La transacción debe ser objeto de atención regulatoria con HHI entre 1000 y 1800, y si la fusión aumenta el índice en más de 100 unidades. Si el valor de HHI después de la fusión excede el nivel de 1800, y su valor como resultado de esta transacción aumenta en 50 unidades o más, entonces esta situación también debería ser de interés para los reguladores. Además, si HHI como resultado de la transacción aumenta en más de 100 puntos, la transacción de fusiones y adquisiciones suele estar prohibida. Además de estos parámetros, se consideró apropiado tener en cuenta el grado de libertad de entrada en el mercado de industrias altamente concentradas, en las que la realización de transacciones de fusiones y adquisiciones está bajo el control de reguladores estadounidenses (Carlton, 2005, p. 647).
En general, en la década de los noventa, en la que se produjo la quinta oleada de operaciones de fusiones y adquisiciones en los Estados Unidos, se manifestaron claramente una serie de nuevas tendencias que se reflejaron en la política de regulación de estos procesos. El trasfondo general para ellos fue creado por los procesos de globalización de los mercados de alimentos, servicios y capitales, la formación de grupos de integración internacional (la UE, el TLCAN, etc.), la formación de la OMC, que dio lugar a una reducción significativa de las barreras comerciales y de la movilidad del capital y a un aumento de las oportunidades de crecimiento de las empresas. Como resultado de las enmiendas a la legislación, se aprobó un número significativo de transacciones, incluyendo las más grandes, en un número de sectores líderes de la economía estadounidense, lo que condujo a un aumento significativo en el nivel de su concentración (Sudarsanam, 2003, p. 19).
Paralelamente a estos procesos, se han producido cambios en los procedimientos para la aplicación de la política antimonopolio. También se han seguido desarrollando herramientas y métodos empíricos muy sofisticados que se han utilizado, entre otras cosas, para justificar posibles escenarios para la evolución de la situación del mercado en el sector tras las operaciones de fusión y adquisición. Con este fin, se han utilizado activamente métodos de simulación y econometría, que, como se verá más adelante, son típicos de la UE. También se introdujeron y aplicaron en la práctica condiciones adicionales para la aprobación de las operaciones de fusión y adquisición. En la primera de ellas, las autoridades de defensa de la competencia comenzaron a utilizar un procedimiento especial, que normalmente consistía en ofrecer la venta de parte de los activos de la empresa implicada en la transacción a una tercera empresa con el fin de apoyar la presión competitiva en el mercado de referencia. La segunda condición es la aplicación de un procedimiento especial para imponer restricciones de comportamiento a las empresas de fusiones y adquisiciones que participan en transacciones, con un control estricto de los requisitos acordados por las empresas. Para mejorar la objetividad de sus conclusiones, los reguladores también pueden referirse a las evaluaciones de empresas competidoras u otras personas que no están inicialmente interesadas en la transacción o que se oponen a ella (Pepall, 2014, p. 414-422).