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DELE B1 (Ciudad, compras). El centro comercial como la parte de la ciudad digital

El centro comercial como la parte de la ciudad digital

¿Dónde se producen los intercambios entre desiguales (si es que se producen)? Llevamos varios años intentando buscarlos en la llamada ciudad digital, o en los espacios privatizados. Los espacios privatizados que, en principio, están pensados como lugares de interacción entre iguales, son en estos momentos tantos y tan variados que la sociedad empieza a encontrar resquicios para funcionar “adecuadamente” en esos resquicios.

Para terminar me voy a centrar en uno de estos espacios de sustitución privatizados, probablemente el más paradigmático, el centro comercial.

Según Margaret Crawford, los centros comerciales han ido evolucionando hasta constituir verdaderos remedos urbanos seguros, ya que la multitud heterogénea se convierte en ellos en consumidora homogénea. Y, por tanto, no peligrosa. Para ello se recurre a las técnicas más sofisticadas casi todas basadas en el llamado “principio de atracción adyacente” que dice: los objetos más diversos se apoyan entre sí cuando son colocados uno al lado del otro.

Una característica importante es el aumento en calidad y cantidad de los servicios (falta la «de», ¿no?) incorporados hasta el punto que por ejemplo, según Margaret, la Orquesta Sinfónica de Chicago toca regularmente en el centro comercial de Woodfield. Para ver este tipo de cosas ya no es necesario acercarse a USA (cosa por otra parte un tanto incómoda por las medidas antiterroristas en los aeropuertos), ayer en el Centro Comercial Getafe 3 había un concurso de interpretación pianística. En medio del espacio central y rodeado de estantes de gafas, señoras arreglándose las uñas (de las manos y de los pies), el kiosco de Vodafone, un coche usado en venta, los ascensores, las escaleras mecánicas y todas las tiendas que dan a la plaza central, un piano y unos altavoces esperaban ansiosos a los concursantes. La evidencia del principio de atracción adyacente era notoria.

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Según Margaret Crawford “Pasar el rato en un centro comercial ha sustituido el paseo por las calles. En la actualidad, los centros comerciales representan, para los chavales, auténticos centros sociales, y muchos de ellos encuentran allí su primer trabajo. Además se están convirtiendo también en centros sociales para los adultos. La Galleria de Houston ha alcanzado gran prestigio como lugar seguro y benévolo para los encuentros entre personas solas y los “paseantes de los centros comerciales” – personas de la tercera edad con problemas afectivos que acuden a un lugar seguro para hacer ejercicio – llegan a los centros comerciales antes de que abran las tiendas, para realizar un calculado itinerario a pie por sus pasillos”.

(Español latino)

Además, cuanto mayores son los centros comerciales, las simulaciones que presentan son más variadas y sofisticadas de forma que esta reproducción de la ciudad en un contexto seguro, claro y controlado fue otorgándole cada vez más valor como lugar comunitario y social. Este mundo de consumo que en otras ocasiones he descrito como el claustro materno (seguro, temperatura constante, suave música de fondo) podría entenderse como un parque temático de la ciudad auténtica. Hasta tal punto que se recrean situaciones que rozan el esperpento. Hace unos días, en un periódico de esos que dan ahora gratuitamente en los aviones (volvía de dar una charla en Irún) encontré la siguiente noticia (copio textual):

“Crean un aparca – maridos en un centro comercial.- El Centro Comercial Gran Vía 2 de la localidad barcelonesa de L´Hospitalet de Llobregat ha puesto en marcha un espacio en el que los clientes pueden descansar y entretenerse, mientras su mujeres realizan las compras, y que se ha bautizado como aparca – maridos (…) La nueva zona está equipada con sofás, televisiones y prensa y se plantea como un espacio para desconectar, descansar o bien empezar a mirar la jornada deportiva del fin de semana. Según fuentes de la dirección del complejo comercial, será una zona en continua evolución, puesto que irá incorporando nuevos servicios”.

Se trata de una noticia extraordinaria. Parece que han conseguido reinventar el bar para hombres en un contexto seguro y de consumo. Supongo que la evolución consistirá en ver el fútbol (en directo o diferido), jugar a las cartas o al dominó, beber un carajillo… Eso sí, el marido está perfectamente controlado y seguro mientras la mujer compra (si existe algún hijo del matrimonio estará en la guardería infantil). Falta poquísimo para que la ciudad cree el parque temático de sí misma y pueda funcionar perfectamente entre iguales. Ni las mentes orwellianas más calenturientas podían haberlo imaginado.

(Оруэллизм — прилагательное, описывающее ситуацию, идею или социальное состояние, которое Джордж Оруэлл определил как разрушающее для благополучия свободного и открытого общества)

Y sin embargo… existen resquicios por donde se cuelan los desiguales. Los centros comerciales no están exentos de robos o delincuencia. Hace unos días Robert Hawinks asesinó a ocho personas en un centro comercial de Nebraska. Para ello consiguió introducir un rifle a través de todos los controles de seguridad. La cuestión es que, para hacerse famoso no fue a la calle principal de Omaha y se lió allí a tiros. Se fue a un centro comercial, era su “espacio público”.

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