Necesitamos de los demás. Piensa, si nadie nos cuidara en nuestros primeros años de vida, ¿qué posibilidades tendríamos de sobrevivir? Pero, al igual que nosotros necesitamos, también los demás nos necesitan. Esa solidaridad elemental, basada en la reciprocidad, es como una especie de programa que tenemos instalado «de fábrica»: está en nuestra constitución genética y nos ha permitido sobrevivir como especie.
Pero, de la misma forma que algunas personas desatienden ese mandato genético y dejan de ser sensibles a lo humano, también hay muchos casos en lo que podemos identificar a personas que traspasan la frontera de la solidaridad, olvidándose en el camino de sus propias necesidades. Por lo menos, aparentemente.
¿Hasta qué punto somos responsables de otros?
La pregunta es difícil de responder. En el campo de lo humano no existen las fórmulas, ni los esquemas, ni las verdades absolutas. Sin embargo, hay algo cierto: todos somos responsables, en alguna medida, de lo que ocurra con nosotros como especie. Eso incluye a las personas más próximas, como también a las más lejanas e incluso a quienes no han nacido aún.
Todo lo que hacemos tiene un efecto mayor o menor en otros. Algunas acciones tienen un alcance amplio y otras uno más limitado, pero en todos los casos la acción de un ser humano repercute en los demás. Hasta una fogata que se enciende en una isla deshabitada cambia, aunque sea en minúscula medida, el aire que todos respiramos.
De ahí que, en esencia, todos somos responsables de todos. Hay un hilo invisible que une a todos los miembros de la humanidad. En nuestro horizonte siempre están las demás personas, mirándonos, ignorándonos, juzgándonos, queriéndonos o de mil maneras, pero siempre ahí.
Los «responsables neuróticos» de los demás
Hay personas que por diversas razones han llegado a la conclusión de que viven solo para los demás. Incluso llegan a experimentar un sentimiento de culpa muy fuerte si dejan de ayudar a alguien, aunque, objetivamente, ni siquiera puedan hacerlo. Es entonces cuando la responsabilidad se convierte en una tortura propia que los demás entienden difícilmente.
En estos casos hay un exceso que no es precisamente de generosidad, sino que más bien nace de una concepción culpabilizante y persecutoria de la ayuda a otros. Por lo general es el resultado de un mandato inconsciente según el cual la existencia propia solo se justifica si está dedicada al servicio de los demás.
Lo que se esconde tras las responsabilidades excesivas
Cuando la responsabilidad frente a los demás se torna excesiva, probablemente detrás se esconde un conflicto emocional no resuelto y que permanece latente. Por otro lado, no es capaz de disfrutar de los beneficios que puede ocasionar su colaboración, es una obsesión para la que nunca hay suficiente.
Además, una persona se vuelve responsable de otra, sin necesidad, cuando quiere evadir sus propias responsabilidades. El tener que estar pendientes de otros es un magnífico pretexto para no ocuparnos de nuestros propios problemas y, de paso, victimizarnos por eso mismo. Se trata de una técnica de manipulación que se aplica cuando tenemos miedo a enfrentar las carencias que nos cuesta mucho trabajo tolerar y el miedo a un posible fracaso.
Полезны мои материалы? Ставь лайк!
А еще у нас есть сайт, где много литературы, песен, параллельных текстов, тестов и упражнений: http://entre-amigos.ru/
Twitter: https://twitter.com/ruamigos