- Relájate," River encontró su espada y apretó su mango, luego se levantó lo más silenciosamente posible. Paso a paso, se acercaba a los matorrales. Sus ojos ya estaban acostumbrados a la oscuridad, y eso hacía la tarea mucho más fácil. Al acercarse al objetivo, empujó cuidadosamente la punta de la hoja de la rama hacia un lado, lista para repeler el golpe.
- ¿Qué es lo que hay? - Erin se levantó para ver al invitado de la noche, y River se puso en cuclillas, y una fría y húmeda nariz de loba gris yaciendo en el suelo le clavó la palma de la mano. Curiosamente, River ni siquiera pensó en por qué el animal no los había atacado, como lo habría hecho la bestia salvaje.
- Era un lobo.
- ¿Un lobo? - La niña se acercó a River con curiosidad, mirando a los brillantes ojos de la razón de su miedo. - Pero, ¿qué está haciendo aquí?
- ¿Cómo puedo saberlo?
Erin pasó suavemente su mano sobre la dura lana de la bestia.
- ¡Qué bonito! Bien -dijo ella, ya le había dado una palmadita en el cuello-. El lobo tejió de buen grado su cabeza, aceptando de buen grado a la comadreja. River se recuperó.
- Si quieres, puedes comunicarte más, pero yo prefiero dormir un poco más, ella miraba al cielo. - El amanecer está a punto de salir.
Dejó a Erin para hablar con su nuevo amigo y se acostó sobre ramas arrugadas. Unos minutos más tarde, se oyeron pasos a sus espaldas.
- ¿Qué fue tan rápido? - preguntó River Dreamily. Erin suspiró.
- Bueno, dijiste que no faltaba mucho para la mañana. Me harías caminar todo el día de nuevo. Todavía necesito descansar.
Esa respuesta hizo sonreír a River, y ella se dio la vuelta, abrazando a Erin de nuevo.
- Lo haré", confesó sin abrir los ojos. - Dormir. ¿Estás cómoda?
- Sí", dijo ella, acurrucarse. River suspiró y se enterró en el cabello rubio de su pupilo. "Duerme...
* * * * *
El hombre alto caminó por el pasillo que lo separaba de la sala de espera y abrió la puerta.
- Entonces, ¿dónde estaba tu cabeza cuando estabas haciendo todo esto? - Empezó sin saludar. La mujer sentada en el gran escritorio le miró sorprendida, dejando la pluma a un lado.
- Clyde", dijo secamente mientras se inclinaba hacia atrás. - Qué sorpresa! Y te estaba esperando al mediodía.
- No seas tan tímido -dijo el Sumo Sacerdote del Brillante Concilio, moviendo la silla junto a la pared para sí mismo-. - ¿Cómo me explicas lo que pasó ayer?
- ¿Y qué ha pasado? - Las cejas de Sión fueron arrojadas. Clyde golpeó la mesa con su puño.
- Sabes exactamente de lo que estoy hablando", se inclinó hacia la mujer. - Como sabes, lo importante que es para nosotros que la bruja llegue a Mogar.
La sacerdotisa despreciaba al hombre enojado.
- No tienes que decirme cuánto te has esforzado en establecer tu autoridad, su cara se ha oscurecido. - ¿O me ofrecerás una alianza de nuevo?
- ¿Te negarás de nuevo?
- No necesitamos fanáticos, Clyde -se levantó Ziona y se acercó a la mesita junto a la ventana y se sirvió una taza de té sin ofrecerse a comprar un invitado-. - Los necesitas porque nadie en su sano juicio te seguirá a ti y a tus ideas.
El sacerdote se humilló burlonamente, arrojando el pie sobre la pierna.
- ¿Estás diciendo que sólo te sirven los idealistas?
- No lo hacen," la mujer lo corrigió meticulosamente, probando cuidadosamente una bebida caliente. - Hacemos un contrato. Ellos son mis servicios, yo soy su dinero. Somos socios en igualdad de condiciones. ¿Puedes decir eso de ti mismo?
Clyde tiene la cabeza en el aire.
- También les pago dinero. Pero ese no es el punto", crujió los dedos nerviosamente, y Siona hizo una mueca de dolor: no soportaba el sonido.
- ¿Qué fue eso?
- El hecho de que hicieras una tormenta para deshacerte de mi mejor mercenario, el hombre empezó a excitarse de nuevo. La sacerdotisa se encogió de hombros flegmáticamente.
- Mi mejor mercenario también estaba allí, si recuerdas.
- No me importa lo que oigas.... ¡de los empleados! - Se levantó. - Quiero que la bruja llegue a Mogar sin obstáculos.
- Ya está hecho.
Clyde miró asombrosamente a la mujer tranquila.
- No lo he entendido.
- Siempre has tenido problemas para pensar en ello -dijo Siona sonriendo-. El sacerdote comenzó a púrpura.
- Escucha....
- Hicieron un trato -le interrumpió la mujer-. - No tocan a la bruja hasta Mogar.
- ¿Y allí?
Ziona sonrió, y no había nada gracioso en su sonrisa.
- Y allí, nuestro juego comenzó de nuevo - ella se acercó al hombre. - ¿Hiciste apuestas? Date prisa, ya no habrá tal oportunidad.
Clyde la miró durante un rato, y luego se retiró al escalón.
Continuará....