Relaciones entre Turquía, Francia.

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La situación actual

El 18 de junio de 2019, el Consejo de Asuntos Generales adoptó unas conclusiones sobre el proceso de ampliación, estabilización y asociación para incluir a Turquía. El 20 de junio de 2019, el Consejo Europeo aprobó las conclusiones.

Los dirigentes UE-Turquía se reunieron el 26 de marzo de 2018. Los líderes de la UE recibieron al presidente turco Recep Tayyip Erdoğan en la residencia de Euxinogrado en Varna, Bulgaria. Esta reunión brindó la oportunidad de evaluar cuestiones de interés mutuo y la evolución reciente de la situación en Turquía, en particular en el ámbito del Estado de Derecho y las libertades fundamentales.

Relaciones entre Turquía, Francia y la UE.

Las relaciones franco-turcas tienen una larga historia, por lo que existe un cierto estereotipo de percepción mutua. Ambos países son tradicionalmente considerados líderes internacionales con problemas comunes. En 2015, el volumen de las exportaciones de Francia a Turquía ascendió a unos 7.100 millones de euros. Según este indicador, Francia ocupa el sexto lugar en la lista de los principales proveedores de bienes a Turquía, con una cuota de mercado de alrededor del 4%. Así que las relaciones franco-turcas nunca han sido inequívocas. Una de las cuestiones controvertidas es el deseo de Turquía de convertirse en un miembro de la UE en pie de igualdad. Durante los últimos cuarenta años, la posición de Francia sobre la adhesión de Turquía a la UE ha oscilado entre moderadamente negativa y marcadamente negativa. A Francia le preocupa que si Turquía se adhiere a la Unión Europea, tendrá que enfrentarse a la embestida de una poderosa ola de inmigración. Al mismo tiempo, la población francesa temía la "influencia islámica", sobre todo tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y los disturbios de 2005 en Francia. Al mismo tiempo, el acercamiento mutuo se ve obstaculizado por una serie de riesgos políticos y económicos. Un grave obstáculo en el camino hacia la Unión Europea es la estructura de la economía turca, la continua inestabilidad macroeconómica y la incertidumbre social. Otros factores negativos adicionales son los problemas no resueltos de política exterior de Turquía y la competencia por la adhesión a la UE de otros países europeos. De todo ello se deduce que Francia y Turquía tienen una percepción distorsionada de la otra, lo que hace imposible construir perspectivas comunes. Sin embargo, por muy difíciles que sean estas relaciones, ambas partes tienen una ventaja política para conocerse.

Turquía es un país clave en Oriente Medio con voz en la política internacional y un crecimiento económico suficiente. La aceptación por parte de Turquía del mercado de la UE será un estímulo importante para el desarrollo del mercado de la UE debido al dinamismo, la alta demanda interna, la cultura empresarial de la población turca y el efecto de la liberalización del comercio. La integración de Turquía en las empresas europeas aportará nuevos puestos de trabajo, precios competitivos y oportunidades de inversión a los ciudadanos de la UE. Un país de 74 millones de habitantes es un mercado importante para la Unión Europea en términos de inversiones y bienes de consumo. Teniendo en cuenta el crecimiento acelerado de la economía turca tras la adhesión del país a la UE, el aumento de la demanda de este tipo de bienes abrirá muchas nuevas oportunidades para las empresas europeas.

Por supuesto, Turquía no puede ser idealizada: la alta inflación y el desempleo, la cuestión del reconocimiento de Chipre y el genocidio armenio, el número de presos políticos en el país. Estos factores debilitan la posición de Turquía en la escena internacional. Sin embargo, no son críticos, y los beneficios obvios para la UE de la adhesión de Turquía a la UE son mucho mayores. El punto clave en las relaciones turco-europeas es la política de mercado. Aunque Ankara se ha comprometido a liberalizar el comercio, sigue una política de sustitución de importaciones. Esto va en contra de la estrategia de la comunidad de la UE de crear una zona de libre comercio, libre circulación de capitales y mano de obra entre los Estados miembros. Los políticos turcos, aunque no están de acuerdo con las condiciones económicas de la CEE, han ralentizado el ritmo de la integración, considerando que la competencia es excesiva y prematura para la industria del país. Los representantes de las principales empresas industriales empezaron a pedir que se introdujeran enmiendas en el Protocolo Adicional para excluir de él la perspectiva de establecer la Unión Aduanera. La Comunidad de la UE estableció contingentes fijos de importación recibidos por Turquía y Ankara, congeló sus obligaciones en virtud del Acuerdo y no cumplió con el régimen de reducción de derechos de aduana. Además, el sistema de contingentes ha hecho que las importaciones de Turquía dependan de los países y de la gama de productos. Sin embargo, el 1 de enero de 1976, Ankara redujo los derechos de aduana y acordó una lista de mercancías no imponibles de conformidad con el Protocolo adicional.

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